Adiós al IMC para diagnosticar la obesidad: "No podemos seguir igual que hace 200 años"
Un reciente artículo de la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad plantea un nuevo enfoque para el diagnóstico de esta enfermedad crónica.
9 julio, 2024 02:26Hay enfermedades en las que la forma de diagnosticar ha variado con el paso del tiempo. En otras, en cambio, se ha mantenido inalterable en contra de lo que venían demandando los especialistas. Es lo que ha sucedido con la obesidad, cuya medida de diagnóstico (el índice de masa corporal) se remonta a mediados del siglo XIX.
El problema no reside tanto en que hayan pasado casi 200 años desde entonces, sino que la intención de su creador, el matemático belga Adolphe Quetelet, era estudiar las proporciones del hombre blanco europeo, y no establecer un marcador de obesidad, como finalmente acabó sucediendo.
Sin embargo, no fue hasta el pasado año cuando la Asociación Médica Estadounidense (AMA, por sus siglas en inglés) pidió un cambio de modelo en la evaluación de la obesidad. La Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO) se ha sumado a este posicionamiento a través de una reciente publicación en la revista Nature Medicine.
"No queremos jubilar al IMC porque es una medida muy barata y es el primer screening, pero podemos ir un poco más allá", señala a EL ESPAÑOL Gemma Frühbeck, especialista en Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra (CUN), coordinadora del Programa de Obesidad del CIBEROBN y una de las autoras del citado artículo, en el que llevan trabajando "más de una década".
La relación cintura-altura
Este "documento de consenso acordado por múltiples expertos" rechaza el antiguo marco en el que la obesidad se asociaba únicamente a un IMC superior a 30. El método complementario, que incluye la función del tejido adiposo en esta enfermedad, se basa en una relación cintura-altura. Al igual que el IMC, es una medida antropométrica y, como destaca Frühbeck, "cualquier persona" puede calcularla: "Para obtenerlo, medimos la circunferencia de la cintura y lo dividimos por nuestra talla en centímetros".
Si resulta por encima de 0,5, significa que hay un exceso de tejido adiposo visceral y un riesgo cardiometabólico asociado con el peso. La particularidad es que con esta cifra el IMC podría estar por debajo de 30 y, por tanto, con la anterior metodología no se diagnosticaría obesidad. "No queremos acabar con el IMC, sino complementarlo y estar atentos a otros datos", incide Frühbeck.
"Era algo que veníamos pidiendo a gritos", comenta Cristobal Morales, endocrinólogo del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla. "El IMC es sólo un indicador y hay que ir más allá de ese concepto", añade María del Mar Malagón, presidenta de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).
Ninguno de estos dos especialistas han participado en el citado artículo pero valoran positivamente el posicionamiento de la EASO. "No podemos seguir igual que hace 200 años", advierte Morales. "Estamos ante un pequeño gran paso para que la obesidad esté mejor diagnosticada, pero no significa que vaya a haber más diagnósticos".
Más personas con obesidad
Frühbeck conviene con él en que a pesar de los avances médicos que se han producido en los dos últimos siglos se siga utilizando un índice que se diseñó "para saber cuáles eran las proporciones del hombre ideal". Discrepa en lo que respecta al número de diagnosticados: "Habrá más, sin duda".
En la CUN, de hecho, ya están aplicando esta nueva metodología y los resultados corroboran sus palabras: con más de 21.000 estudios de composición corporal, un 29% de las personas que se calificarían como normopeso según el IMC tienen un porcentaje de grasa corporal que se encuentra en el rango de obesidad.
"Si nos fijamos en el IMC de sobrepeso [es decir, entre 25 y 30], el 80% tiene un exceso de adiposidad que está en el rango de obesidad", indica Frühbeck. Con lo cual, se identificarían más personas que se deberían estar tratando como pacientes con obesidad.
"En las consultas tienen que tener el aparato de composición corporal para medir la grasa y el músculo. Eso es requisito indispensable. Si no, huye de ese endocrino", recomienda Morales, quien cree que es una obligación, y no una opción, el incorporar este nuevo enfoque "a partir de hoy en cada consulta de España": "Es radicalmente diferente a lo que se hacía hasta ahora porque pasamos del antiguo concepto de 'comes mucho, te mueves poco y tu obesidad es tu IMC' a una medicina de precisión más moderna".
Una enfermedad de segunda
Los especialistas confían en que este cambio se produzca tanto en el ámbito privado como público. Aunque en este último caso, como señala Frühbeck, existe el riesgo de que se identifiquen muchos más pacientes y, por ende, "las listas de espera podrían ir aumentando".
"Otro de los factores limitantes", prosigue, "es que los fármacos que hay en el terreno de la obesidad no están cubiertos por la Seguridad Social". En este sentido, el nuevo enfoque también supondría una 'revolución', puesto que en la actualidad los tratamientos se prescriben basándose únicamente en el IMC.
Morales critica que en España "se le ha dado la espalda a la obesidad", pese a que su prevalencia se ha duplicado en las últimas cuatro décadas en nuestro país: "Es una enfermedad de segunda". Los expertos anhelan que con este consenso se coloque el manejo de la obesidad al nivel de otras enfermedades crónicas no transmisibles: "El objetivo no es perder peso, sino ganar en salud y calidad de vida".