Rábano es director del Banco de Tejidos de la Fundación CIEN desde su creación en 2007.

Rábano es director del Banco de Tejidos de la Fundación CIEN desde su creación en 2007. Sara Fernández

Salud

La Fundación CIEN, a la caza de cerebros sanos: "Sin su donación no habrá cura para el alzhéimer"

El Banco de Tejidos de la Fundación CIEN conserva unos 800 cerebros en Madrid. Sólo el 10% pertenecen a donantes sin ninguna patología.

21 julio, 2024 01:13

El patólogo Alberto Rábano está buscando "uno que esté entero". Pero como su búsqueda no resulta exitosa, decide conformarse con uno de los botes que se apilan en la sala contigua a la de tallado, donde lo destapará no sin antes avisar. "Puede que ahora huela un poco mal por el formol", dice mientras coloca las dos mitades de un cerebro sobre una tabla que no tarda en humedecerse.

A simple vista, parece imposible saber por qué el donante tenía alzhéimer en un estado avanzado. Rábano lo ilustra con una sencilla explicación: "Estas circunvoluciones del cerebro que tienen el aspecto propio de una nuez sugieren atrofia justamente en el hipocampo, que es la zona que suele atrofiarse con esta enfermedad".

El director del Banco de Tejidos de la Fundación CIEN reintroduce el órgano en el bote. Podría haber repetido la escena en varias ocasiones y lo más probable es que en casi todas ellas hubiera acabado con un cerebro enfermo entre sus manos. En el banco, tienen unos 800. Pero estiman que uno de cada diez pertenece a una persona sana.

Rábano muestra el estado del cerebro de un donante con alzhéimer avanzado.

Rábano muestra el estado del cerebro de un donante con alzhéimer avanzado. Sara Fernández

A estos últimos se los conoce como 'de control', y son los que más escasean en los bancos de cerebros. Aunque, como reconoce Rábano a EL ESPAÑOL, antes tenían "muchos menos". Aun así, sigue siendo difícil tener controlado a estos individuos que, en realidad, suponen la gran mayoría de sus donantes activos.

Estos dejan un teléfono de contacto al inscribirse en el registro para cuando fallezcan. El problema es que suelen ser muertes inesperadas, "como un accidente de tráfico o un infarto", por lo que no siempre se enteran de la muerte. "Algunos los perdemos", lamenta Rábano. La pandemia de Covid-19 también mermó las donaciones, con una pérdida de entre 150 y 200.

La escasez no es única de este centro ubicado en el madrileño barrio de Vallecas. Tampoco siquiera de España: "En todos los bancos del mundo cuesta mucho tener cerebros de control".

Una complejidad por conocer

"Hasta que no me lo explicaron no caí en que también se podía donar, sólo pensamos en las cosas del cuerpo", advierte Isabel Hugo Miguel, futura donante de cerebro. Esta jubilada limpiadora de la Universidad Carlos III de Madrid presume con orgullo su tarjeta de donante y también la de tejido cerebral.

Isabel Hugo Miguel, futura donante de cerebro, durante su entrevista con EL ESPAÑOL.

Isabel Hugo Miguel, futura donante de cerebro, durante su entrevista con EL ESPAÑOL. Sara Fernández

La primera surgió a raíz de una operación de hombro. Bromea con que no sabe desde cuándo la tiene. La otra es más reciente, apenas dos años. Es fruto de un encuentro con un doctor que le dio a conocer esta posibilidad, la cual no se pensó dos veces. También consiguió que su hija, en el mismo día, se hiciera donante de cerebro.

Pese a que no ha podido convencer a nadie más (de momento), trata de hacerlo cuando sus amigas le preguntan extrañadas cómo se realiza la extracción. "A lo mejor me muero muy mayor y no les vale para nada. Pero si no es así, al menos que les sirva para estudiarlo. A mí ya qué más me dará".

No parece que haya un cerebro inútil para la ciencia. Sí que es cierto que no a todas las partes se les saca el mismo provecho. El hemisferio izquierdo, por ejemplo, se destina para el proceso de diagnóstico. En algunas ocasiones coincide con el que se había realizado en vida. Aunque hay otras en las que encuentran hasta cinco o seis enfermedades más.

"Esto es algo que hemos sabido gracias a los bancos de cerebro", destaca Rábano. "Nos hemos dado cuenta que hay una complejidad que desconocíamos, que algunas enfermedades no se presentan solas. Esta suma no sólo ha causado muchos problemas en ensayos clínicos, sino que también está modificando la propia enfermedad".

Los cerebros más valiosos

El hemisferio derecho, que se almacena en congeladores a 80 grados bajo cero, es el que más se utiliza para la investigación. "Incluso el de los de cerebro de control", puntualiza Rábano, quien asegura que "todos los días" les solicitan tejido cerebral.

Algunas de las patologías que "se han beneficiado mucho" de estos bancos de cerebros son el párkinson, la esclerosis lateral amiotrófica o la esclerosis múltiple. También han servido para describir nuevas enfermedades raras, como sucedió con la conocida como encefalopatía de Celia.

Muestras de los cerebros almacenados en botes con formol.

Muestras de los cerebros almacenados en botes con formol. Sara Fernández

La más beneficiada es el alzhéimer. Aunque Rábano sospecha que su incidencia ha decrecido porque en el mundo desarrollado cada vez existe un mayor nivel educativo, y la alfabetización es el segundo factor de riesgo, por detrás de la edad. Aun así, en la mayoría de las donaciones que reciben identifican esta enfermedad neurodegenerativa.

De hecho, la Fundación CIEN, dependiente del Instituto de Salud Carlos III y respaldada por la Fundación Reina Sofía, publicó recientemente un estudio en el que demostraron que los niveles en sangre de la proteína fibrilar glial ácida (GFAP, por sus siglas en inglés) se asocian con una mayor progresión de la enfermedad.

Este trabajo se realizó a partir de los datos de una cohorte de pacientes con demencia del Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía, que se encuentra en el mismo complejo que el Banco de Tejidos CIEN, a la que llevan realizando un seguimiento desde 2007. "Son nuestros cerebros más valiosos", asegura Rábano, ya que no sólo cuentan con ellos, sino que también tienen muestras de sangre o genéticas.

Imagen de un corte histológico del cerebro después de ser digitalizado.

Imagen de un corte histológico del cerebro después de ser digitalizado. Sara Fernández

Cómo es el proceso

Hace unos años, tomaron la decisión de digitalizar las muestras de tejido cerebral. Aunque son conscientes de que no será una tarea fácil, éste no es más que el último paso de un proceso que comienza con una llamada al teléfono de Rábano, disponible las 24 horas de los 365 días.

Parece acostumbrado a que en cualquier momento pueda recibir un aviso. Y eso que el último se produjo el pasado sábado a las dos de la madrugada. Por norma general, lo hace una sola persona. Confiesa, eso sí, que él no suele llevar a cabo las extracciones.

Han conseguido establecerse en una media de unas cuatro horas desde que se produce el fallecimiento hasta que el cerebro está en el congelador. "Eso hace que el tejido sea de una calidad buenísima para la investigación". Aunque las muestras se podrían extraer 12 horas después de la muerte.

Rábano recuerda que en alguna ocasión han tenido que trasladar a un fallecido desde Cáceres, ya que en Extremadura no hay ningún banco. Y es que la donación de cerebros no entiende de horarios, pero sí de 'fronteras'.

El patólogo Alberto Rábano observa un cerebro humano en el Banco de Tejidos de la Fundación CIEN.

El patólogo Alberto Rábano observa un cerebro humano en el Banco de Tejidos de la Fundación CIEN. Sara Fernández

En la actualidad, hay un total de 16 bancos de cerebros en España. No se trata únicamente de que haya comunidades que tengan, sino que en algunos casos parece insuficiente. Rábano pone el ejemplo de Andalucía, donde hay un solo centro para las ocho provincias.

"Mi experiencia me dice que todo lo que utilizamos es superbarato, la tecnología es muy artesanal", comenta con incredulidad. Pese a ello, "a día de hoy no se puede decir que en cualquier punto del país alguien fallece y puede donar su cerebro".

Desde el punto de vista legal, sí que sería posible. Pero la crisis producida por la enfermedad de las vacas locas demostró que sería "disparatado" montar un programa de donación centralizado. En aquel entonces, Rábano trabajaba para el Banco de Cerebros del Hospital Universitario Fundación Alcorcón y recibían "cadáveres de todo el país".

Cada vez más centenarios

Aquella vivencia le marcó, al igual que su periodo como residente. Coincidió con unos años en los que "nadie quería hacer autopsias" a las personas que fallecían a causa del SIDA. "He vivido varias pandemias. A mí siempre me ha ido la marcha con este tipo de cosas", bromea.

Ahora, unas de esas "cosas" que más parece llamarle la atención es la de que cada vez reciben más cerebros de lo que en inglés se conoce como oldest old (los más viejos de los más viejos, en español). Habrá quien pueda pensar que en estos casos la donación carece de interés. Es justo lo contrario: "El cerebro de los que llegan a los 100 funciona de una forma diferente, es muy interesante".

Recientemente, han tenido donaciones de control de algún centenario y han podido comprobar cómo el cerebro "permanece prácticamente intacto, con muy poquitas lesiones".

Quién sabe si en un futuro cerebros como el de Isabel o el del propio Rábano (es donante de Murcia porque no ha querido "dar la lata aquí") servirán "para algo". Lo que sí parece más claro es cómo no será de ayuda: "Sin donación de cerebros, no se va a llegar a una cura para el alzhéimer", concluye el patólogo.