Varios féretros aguardan a la incineración en la sala previa del Crematorio del cementerio de La Almudena.

Varios féretros aguardan a la incineración en la sala previa del Crematorio del cementerio de La Almudena. EP

Salud

El peligro desconocido de vivir cerca de un horno crematorio: de la enfermedad pulmonar obstructiva al asma

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Los vecinos de Usera están en pie de guerra contra el Ayuntamiento de Madrid por la construcción del futuro horno crematorio en la zona, perteneciente al tanatorio de la M-40. La empresa funeraria que lo gestiona consiguió la licencia el pasado agosto tras tres intentos fallidos desde 2002, el último en el 2021, cuando ya era alcalde José Luis Martínez Almeida. Desde ese momento, los vecinos se movilizaron para evitar que se lleve a cabo preocupados, entre otras cosas, por su salud.

Se ha visto que en el proceso de cremación se emiten gases y partículas, entre ellas, material particulado ultrafino (PM), que es capaz de llegar al sistema respiratorio, expone Sandra Dorado, miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Incluso, según el tamaño que tengan, pueden filtrarse al torrente sanguíneo, agrega la también responsable de área de Enfermedades Respiratorias de Origen Medioambiental (EROM) de la organización.

Dorado advierte de que en este proceso también se emiten monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno, dióxido de sulfuro y otros compuestos orgánicos volátiles. "Son los elementos que provocan la contaminación atmosférica", afirma.  Estos últimos no son muy abundantes, pero pueden incluir sustancias como el benceno y el formaldehído, que son carcinógenos humanos, detalla Carlos Baeza, miembro de EROM y neumólogo del Hospital General Universitario de Elche.

El experto añade que la composición del humo que genere el crematorio "depende también de lo que se queme". Puede diferir según el cadáver, la ropa que lleve, o incluso de si esa persona tenía elementos como coronas dentales. En este último caso, se estarían incinerando metales que luego pasarían al aire. Otro de los elementos que se puede emitir es el ozono, que es un irritante de las vías respiratorias, amplía.

La literatura científica todavía dispone de una escasa evidencia sobre el impacto que pueden generar los hornos crematorios, cuenta Baeza. No obstante, existen algunos ejemplos, cita el profesional, como es un estudio realizado en la India durante la pandemia sobre el impacto de los hornos crematorios. Gracias a él se observó un exceso de mortalidad asociada al ozono de más de uno por cada 100.000 habitantes (uno de los gases producidos por la combustión). 

A pesar de la escasez de información sobre este ámbito en específico, algunos de los contaminantes se han estudiado en otros ámbitos, como el tráfico rodado o la producción industrial, y los riesgos pueden extrapolarse, añade. Uno de esos hallazgos es que vivir a menos de 200 metros de una carretera muy transitada "aumenta de manera notable el riesgo de sufrir asma".

Esa es la distancia a la que estarán algunas viviendas del horno crematorio, incluso, hay una escuela infantil a unos 160 metros y una zona de recreo para niños enfrente, denuncia Mayte Porcela, vicepresidenta de la Asociación de Vecinos de San Fermín, uno de los barrios que componen el distrito.

Tanto Baeza como Dorado aseguran que respirar esas partículas finas continuamente puede empeorar el asma o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) así como aumentar el riesgo de sufrir cáncer o una enfermedad cardiovascular. "Al final, las partículas y los gases contaminantes son los mismos", asevera ella. 

En este sentido, los niños, junto a las personas con enfermedades crónicas y las personas mayores, forman parte de la población vulnerable, cuenta la responsable de EROM. Baeza expone que, en el primer caso, estas emisiones pueden afectar al desarrollo de los más pequeños. Les puede provocar una disminución de la capacidad pulmonar en el futuro. También tienen más riesgo de sufrir enfermedades respiratorias como el asma, más infecciones y mayores problemas del sistema inmune. "Aunque nos afecta a todos, ellos son más frágiles".

Sin riesgo cero

La legislación española contempla la cremación como una actividad potencialmente contaminadora de la atmósfera. Según la limitación establecida para controlar la degradación del medio ambiente, no pueden producir más de 10 miligramos de partículas sólidas en suspensión, ni de hidrocarburos por metro cúbico de aire. Tampoco se pueden superar los 10 miligramos por metro cúbico de compuestos clorados, sobre todo de ácido clorhídrico. 

En el caso de que estas restricciones se respetaran y se utilizaran los filtros adecuados desde la instalación para retener los contaminantes, la población estaría en parte, más a salvo, establece Dorado, de la SEPAR. No obstante, "el riesgo nunca va a ser cero. No tiene por qué pasar nada, pero es una cuestión de estadística", apunta el neumólogo del Hospital Universitario de Elche.

Hay que tener en cuenta que en la zona ya cuentan con tres estaciones de aguas residuales, una subestación de gas y un estanque de tormentas. También está próxima a la M-40 y la M-30, ambas carreteras con un gran volumen de tráfico todos los días. "Lo que no puede ser es que venga todo a parar aquí", se queja Porcero, de la Asociación de Vecinos de San Fermín.

Con el crematorio, se sumaría otra fuente de contaminación más al territorio y más riesgos para la salud, dice la neumóloga. "Desde luego, el material particulado y los gases van a ser nocivos".

Esta semana, las asociaciones vecinales han presentado en el Ayuntamiento de Madrid las 16.000 firmas que han recogido para intentar frenar el proceso. Además, este domingo tiene lugar una manifestación que llegará hasta el tanatorio de la M-40 para continuar con la lucha. "Vamos a hasta donde haga falta", sentencia Porcero.