Es un problema endémico del tejido empresarial español, que se repite a lo largo de años o, incluso, décadas. España necesita reindustrializarse, aumentar el peso del sector industrial en la economía y acortar el diferencial con el resto de países europeos.
Pero, ¿hay solución? ¿Y han servido de algo las medidas más recientes para acercarnos a nuestros vecinos comunitarios? Sí, hay solución y en los últimos años se han recortado mínimamente distancias, pero aún no es suficiente, a tenor de lo que afirma un centenar de altos directivos encuestados por la consultora KPMG.
En cuanto al peso del sector, si en el conjunto de la UE, el valor añadido bruto que genera la industria (es decir, su peso en el conjunto de la economía) es del 18,9%, en España, alcanza el 17,5%. Unas cifras que no están excesivamente lejos de los que sucedía antes de la crisis económica.
Para solucionar los problemas hay que definirlos y los directivos encuestados tienen claro cuáles son los cinco principales retos a los que tienen que hacer frente para conseguir ser más competitivos y subir escalones en el ránking industrial europeo: que los costes de la energía no sean tan altos, acelerar la baja inversión en I+D, cambiar el marco de regulación en el que se mueve la industria, así como el modelo educativo,y elevar pequeño tamaño de muchas empresas.
En cuanto a la energía, el estudio El camino hacia la reindustrialización. El reto de forjar una industria competitiva señala que las empresas españolas pagan la quinta electricidad y el cuarto gas más caros de toda la Unión Europea. ¿Por qué? Por el bajo nivel de penetración de las redes de gas natural, el desarrollo excesivo de energías renovables poco maduras, la inclusión en la tarifa de distribución de un exceso de cargos ligados a impuestos y subvenciones o la falta de interconexión con Europa, como factores principales.
El problema de la inversión en I+D
Tampoco el problema de la reducida inversión en Investigación y Desarrollo es nuevo. De hecho, el informe se remite a datos de 2013. Ese año, el peso de la I+D en España respecto al PIB cayó al 1,24% (frente al 1,27% del año anterior). “Se trata de unas cifras muy alejadas de las de la media comunitaria que, en ese año, se mantuvo en el 2,03%, o de las de algunos de los países del entorno como Alemania (2,83%) o Francia (2,24%)”, indica la consultora. Pese a estos datos, el 45% de los directivos encuestados considera que su sector industrial es igual de competitivo que sus competidores de la zona euro. Con China, sin embargo, el porcentaje desciende al 36%.
Junto con la I+D, cuando se habla de los retos de la industria española siempre surge la necesidad de mejorar la competitividad, que cueste menos producir y se pueda vender más barato. Sin embargo, la consultora recuerda cómo la propia Comisión Europea (en el informe Reindustrialising Europe) afirma que desde el comienzo de la crisis, España ha hecho progresos considerables en compensar las pérdidas del pasado en cuanto a precios y competitividad en costes, pero no por la mayor especialización o el mejor uso de la tecnología, sino por un descenso en la producción y en el número de trabajadores durante la crisis, impulsado por la reducción de los márgenes. En este sentido, el 37% de los encuestados cree que sus empresas son más competitivas en costes que sus rivales europeos y el el 41% cree que está en igualdad de condiciones.
Los directivos no detallan qué cambios necesitan en el marco de regulación de sus respectivos sectores para poder ganar terreno a sus competidores foráneos, tampoco cómo modificarían el sistema educativo para lograr acortar la brecha entre las necesidades de la empresa y la formación de los estudiante. En cambio, sí valoran si las medidas llevadas a cabo por el último Gobierno de Mariano Rajoy han sido eficaces a la hora de hacer sus empresas más competitivas. El 74% cree que la Agenda para el fortalecimiento del sector industrial en España, aprobada en julio de 2014, era necesaria pero no ha sido suficiente.
Las exportaciones del sector industrial, por ejemplo, crecieron a un ritmo del 9% entre 2009 y 2013 pero siguen muy centradas en el resto de la Unión Europea al que se dirige el 68% de todo lo que España vende fuera. Entre las medidas para mejorar la diversificación de mercados que figuraban en la Agenda que elaboró el Ministerio de Industria estaba mejorar los esfuerzos diplomáticos y la concesión de avales, entre otras. Sin embargo, sólo uno de cada dos directivos encuestados considera que estas medidas han sido eficaces a lo hora de impulsar su salida al exterior.
Tampoco ven eficaces las propuestas para impulsar nuevos mecanismos de financiación. Los directivos españoles siguen tirando, como única opción, de la financiación bancaria, seguida de las subvenciones y ayudas públicas y, en tercer lugar, de las líneas del ICO.
Los directivos encuestados sí dan por superada la crisis económica y son optimistas de cara a futuro, aunque no todos los sectores lo sean en la misma medida. Más de la mitad, el 56% cree que su sector evolucionará positivamente en el próximo año y un 38% cree que seguirá igual. Sólo un 3% considera que evolucionará de forma negativa. Por sectores, el más optimista es la industria del automóvil, por delante de las empresas de consumo y las vinculadas al sector químico.