Durante la última semana, dos de los mayores gigantes tecnológicos han desplegado su nuevo arsenal ante los anhelantes ojos de sus respectivos fanáticos. Con sus apuestas más recientes, presentadas durante sendos eventos, Apple y Microsoft han demostrado que continúan plantándose cara sin miedo a que sus novedades se presenten como claras alternativas a los dispositivos del contrario.
Las comparaciones son inevitables: la estrella de la temporada, el nuevo all in one (todo en uno) Surface Studio de Microsoft, ha llegado para plantarles cara a los tradicionales iMac, hasta ahora instrumento predilecto de los diseñadores, animadores y otros profesionales creativos. El juguete de los de Redmond, sin embargo, ofrece novedades que los de la manzana mordida nunca se hubieran planteado para los inamovibles hermanos mayores de la firma.
La compañía que fundó Bill Gates quiere así diferenciarse de su rival, ofreciendo una herramienta aún más especializada que el ordenador de sobremesa de Apple, que continúa basando la comunicación en los tradicionales ratón y teclado. Este último solo ha añadido una novedad en este sentido a los nuevos MacBook Pro, ahora provistos de una Touch Bar, el primer panel táctil de los de la manzana mordida más allá del trackpad.
Esta barra digital, fabricada con tecnología OLED, se sitúa en la parte superior del teclado y ofrece al usuario distintas posibilidades en función del programa que utilice en cada momento. Incluye opciones para previsualizar fotos y vídeos, las herramientas propias de programas de edición de imagen y audio e incluso un sistema de reconocimiento de huella digital al integrar el Touch ID.
¿Más de los mismo?
Pero en Cupertino parecen empeñados en mantener sus modelos prácticamente inamovibles. Aparte de las nuevas características técnicas de las actualizadas versiones de sus dos estrellas, el MacBook y el MacBook Pro, no se han decidido a sumarse a la moda de los modelos convertibles (mitad portátil, mitad tableta) a la que sí se ha apuntado Microsoft, entre otros grandes fabricantes.
La pantalla del Surface Book, como la del hermano mayor de la familia Surface, es desmontable y puede colocarse de cara al usuario o dirigida a otra persona, además de plegarse completamente sobre el teclado. A diferencia de los retoños de Apple, la superficie es táctil y sobre ella se puede trabajar con el lápiz digital de Microsoft.
En lo que respecta a la resolución de pantalla, los de Redmond también aprueban, superando con nota a Apple. Mientras que el Book de los primeros cuenta con 3000 x 2000, las cifras del segundo son algo menores, de 2880 x 1800. En otros campos, también hay palpables diferencias: tanto el MacBook Pro como el Surface Book cuentan con 16 GB de RAM y tienen un procesador Intel Core i7 de sexta generación, aunque el primero es configurable a 2,9GHz.
En cuanto al almacenamiento, Apple gana la partida con discos de hasta 2TB, frente a los de un solo tera de los de Redmond. Y en el terreno de la batería, las 16 horas de longevidad del portátil de Microsoft superan a la decena de la que presumen los dispositivos de Apple.
Microsoft se ha volcado también en el software. Su nuevo modelo de 2 en 1 viene provisto de Windows 10 Pro, para el que tiene preparado una actualización (la Creators Update) que abrirá la puerta a la creación de contenidos en 3D y la integración de la realidad virtual y la mixta el próximo año.
Los MacBook, por su parte, tienen instalado el sistema operativo macOS Sierra en el que está presente Siri, el asistente virtual de los iPhone. Apple no ha eliminado las conexiones para los auriculares, como hizo en los iPhone 7, y ha dotado a los dispositivos de hasta cuatro puertos Thunderbolt para USB.
Aquellos que vean el precio como un factor determinante han de saber que no van a encontrarse con cifras reducidas. Sea cual sea el portátil elegido, tendrán que rascarse el bolsillo para llevarse a casa o bien un Surface, cuya versión más cara ronda los 3.000 euros, o un MacBook Pro de más de 2.500 euros.
Las verdaderas tabletas
A pesar de que Microsoft parece haberle dado cierto aspecto de tableta a todos sus nuevos dispositivos, los que más se acercan a este formato son los Surface Book Pro 4, con una pantalla de 12,3 pulgadas y resolución de 2736 x 1824 píxeles que pierden la partida frente a las 12,9 pulgadas y resolución de 2732 x 2048 de los iPad.
Sin embargo, Apple pierde estrepitosamente en lo que respecta al almacenamiento: la memoria interna de 1 TB de los Pro dejan en evidencia los 128 GB de las tabletas de Apple. Ambos dispositivos empatan con cámaras de ocho megapíxeles, pero el Pro 4 dispone además de una secundaria de cinco (también por debajo de la de 1,5 de la manzana mordida).
A pesar de que la cuota de mercado de las tabletas de Apple supera enormemente a los Surface Pro 4, lo cierto es que la llegada de las nuevas apuestas de Microsoft coincide con una caída de un 7 % de las ventas de los iPad en el último trimestre.
De aquí en adelante, a los dos grandes fabricantes solo les queda esperar la respuesta de sus seguidores y de los que cambien de tercio, seducidos por las novedades del otro. Durante el próximo año, conoceremos los frutos de esta guerra tecnológica entre la confianza de Apple en su tradicional línea y la apuesta de Microsoft por el riesgo y la innovación.
Dejando a un lado su cuidada estética, la finísima (solo tiene 12,5 milímetros de espesor) pantalla táctil de 28 pulgadas del Surface Studio se adapta a diferentes posiciones para facilitar el trabajo sobre ella. Añade, además, la posibilidad de dibujar directamente en la superficie con el denominado Surface Pen y una nueva herramienta de interacción, el Surface Dial, una rueda háptica para hacer scroll que Microsoft comercializa individualmente. Los usuarios pueden utilizarla en otros productos Surface, el Pro 4 y el Book.