Llegaron al mundo a comienzos de los 80 para popularizarse en la década posterior de la mano del inolvidable Windows 95. Aunque algunas de sus características les granjearon mala fama -un minuto de silencio por Clippy y todos esos montajes cutres hechos con Paint-, lo cierto es que el tiempo ha pasado y ellos siguen ocupando el trono de la ofimática como si nada. Excel y Word, como herramientas estrella del paquete Office, y el programa para editar imágenes que acompaña a Windows desde su versión 1.0 siguen siendo los reyes.
Quizá lo más sorprendente no es que el gigante fundado por Bill Gates haya logrado mantener a sus joyas de la corona en lo más alto del escalafón informático, sin importar que hayan pasado décadas desde su lanzamiento, sino que lo haya hecho a pesar de tratarse de ‘software’ propietario (y caro). Sin ir más lejos, una suscripción anual de Office 365 cuesta 99 euros al año, mientras que comprar la licencia de la última versión del paquete ofimático supone un desembolso de 149 euros.
Más allá de las versiones piratas que pululan por los ordenadores de medio mundo, lo cierto es que tanto Office como el eterno Paint (que, si bien no implica un desembolso, acompaña al sistema operativo de Microsoft cuya última versión ya cuesta 135 euros) gozan de una popularidad que parece eterna e imbatible. No importa que haya alternativas igual de válidas y gratuitas: Office cuenta con más de 1.000 millones de usuarios y ya hay una cantidad similar de equipos con Microsoft Windows instalado, de los cuales más de 400 millones corresponden a la última versión.
Obviamente, tras estas exitosas cifras se encuentran los acuerdos que la compañía mantiene con un sinfín de fabricantes para que sus ordenadores vayan equipados de serie con su sistema operativo. Por si esto fuera poco, los de Redmond están haciendo lo propio para llevar sus apps y su Office a teléfonos móviles y tabletas.
Si bien este movimiento estratégico al que Microsoft está más que acostumbrado influye para que Word, Paint, Excel y compañía sean los líderes en sus respectivos mercados, no se trata del único movimiento de la compañía para conseguirlo. Sin ir más lejos, en los últimos días hemos podido comprobar cómo el gigante que capitanea Satya Nadella trabaja en la modernización de sus herramientas de toda la vida para que puedan seguir soportando los envites de la competencia.
Para empezar, el clásico Paint, que ha visto la vida pasar casi sin cambios desde 1985, tiene los días contados. En su lugar llegará Paint 3D, con el que Microsoft lleva su editor de imágenes al siglo XXI: con él se podrán crear imágenes tridimensionales de forma sencilla y, además, con la tecnología necesaria, permitirá escanear objetos de la vida real para llevarlos a la pantalla en un abrir y cerrar de ojos.
Por si esto, o el hecho de poder crear emojis, fuera poco, Microsoft ha decidido alimentar su propio ecosistema: todos los objetos tridimensionales creados en su inminente Paint 3D podrán ser llevados a Minecraft. Así, los sucesores de Gates ya se han asegurado de que el renovado editor de imágenes tenga un buen número de usuarios desde el primer momento. No en vano, el juego ha vendido más de 100 millones de copias a lo largo de su historia y sus muchísimos fans querrán probar las nuevas posibilidades de la ya no tan clásica herramienta.
Se espera que este lavado de cara de Paint llegue en los próximos meses, a comienzos de 2017. Sin embargo, no será la única novedad que se incluya junto a la actualización de Windows 10 que la compañía anunció hace solo unos días. De hecho, también afectará a Excel y Word, aunque lo hará algo más tarde.
Se espera que a lo largo del próximo año también llegue una actualización a las herramientas que, en principio, son las más serias de Microsoft (de hecho, las hojas de cálculo parecen vivir encasilladas en el ámbito corporativo). El plato fuerte de esta renovación también tendrá tres dimensiones: las mismas posibilidades que llegan de la mano de Paint 3D aterrizarán después en Excel y Word. Gráficos e imágenes en 3D para renovarse o arriesgarse a morir.
Además, Microsoft también parece estar dispuesta a aliarse con su más directo competidor, Apple, para ofrecerles lo último a los usuarios que combinan la manzana mordida con las virtudes de Office. Así, en la reciente keynote de los de Cupertino se pudo comprobar que ambos gigantes trabajan juntos para hacer compatible el software de unos con la flamante Touch Bar de los otros: Excel y compañía se llevarán bien con la barra táctil de los MacBook Pro.
¿Y las alternativas?
Entre las estrategias corporativas para copar el mercado y los recientes esfuerzos para que los treintañeros de Microsoft pasen por el taller para algo más que chapa y pintura, en la otra esquina del cuadrilátero hay algunas opciones (gratuitas) que podrían haberle hecho la competencia a Office y compañía y que, sin embargo, han fracasado en su propósito.
El más claro ejemplo es el de Open Office. Si bien este fue el primer paquete ofimático gratuito del mercado y ha rivalizado con los productos de Microsoft durante las últimas tres décadas, todo parece apuntar a que su modelo gratuito ha fracasado. “No somos gente suficiente y, por primera vez, existe una posibilidad seria de echar el cierre”, advertía hace tan solo unas semanas el vicepresidente de Apache, Dennis Hamilton, en una carta.
En paralelo a la versión de Apache, la comunidad de Open Office creó, años más tarde, el famoso LibreOffice. Si bien ofrece casi lo mismo que las caras herramientas de Microsoft, la esperada caída del primero no permite augurar un muy feliz futuro para el segundo. Las alternativas gratuitas al gigante de Redmond parecen estar a punto de desfallecer en su propósito de plantar cara al gigante, que ha visto cómo la posible competencia ha terminado deshaciéndose como un azucarillo (Drive y su apuesta por la nube al margen).
Con permiso de Google y Apple, los viejos Excel, Word, Paint seguirán siendo los reyes en los próximos años.