Caterina, la ceramista catalana que crea la vajilla que se rifan los chefs Estrella Michelin: de técnica japonesa
Cocineros como Martin Berasategui o Matsuhisa sólo sirven algunas de sus mejores creaciones reconocidas por la guía en los platos de Caterina Roma.
9 mayo, 2024 06:00Caterina Roma tiene una de esas vidas que parecen sacadas de otro mundo. Dejó todo por el arte y se fue a vivir a Púbol, un pueblecito del Ampurdán catalán, en una casa de ensueño donde las ideas siempre tienen que ser buenas. Y es que Púbol no es cualquier sitio, porque justo enfrente de su casa taller está el famoso Palacio de Gala que Dalí le regaló para cumplir una promesa de amor.
El Palacio conserva todavía muchos de los muebles que Dalí realizó para el reino de Gala. Guarda la esencia de una mujer que fue clave en el desarrollo del genio catalán. Mucho más allá de una simple musa.
La finca donde Caterina trabaja respira esa misma paz que Gala buscaba en este palacio. Cuenta con un taller enorme, un jardín en altura y una planta entera donde muestra lo que sale de sus manos y de sus hornos. De hecho, una de las peculiaridades del arte de esta catalana es que nace directamente del fuego y de su potencial.
Pero demás, Caterina es una de las artistas más cotizadas por los cocineros estrella Michelin de Barcelona y del resto del mundo para confiarle el lugar donde posar sus mejores creaciones.
"Cuando empecé, seleccioné los restaurantes con los que quería trabajar y les mandé muestras de mi trabajo. Enseguida obtuve respuesta, y comencé con Koy Shunka y Lasarte, en Barcelona", explica la propia ceramista.
No es de extrañar que la respuesta de Matsushisa (el chef de Koy Shunka, con una estrella Michelin) o de Martin Berasategui (responsable de Lasarte, tres estrellas Michelin) fuera inmediata porque la vajilla de Caterina Roma está a la altura de estas creaciones culinarias tanto por su belleza como por la finura de sus terminaciones o la originalidad de sus piezas.
A estos dos restaurantes le siguieron Fifty Seconds, el local con una estrella Michelin en Lisboa; Bianc con dos estrellas en Hamburgo; o el Sport Hotel Hermitage, el hotel de lujo de Andorra que se caracteriza por el buen gusto de toda su decoración e interiorismo.
"La primera vez que me entrevisté con Hideki Matsuhisa, de Koy Shunka, me explicó que, en Japón, el trabajo entre chef y ceramista es muy estrecho y suele durar toda la vida. Llevo más de 10 años trabajando con él, y ahora estamos creando nuevas colecciones para el proyecto de remodelación de su restaurante estrella en Barcelona, que promete ser una nueva experiencia gastronómica del más puro refinamiento japonés", aclara Caterina Roma dando las claves de lo que significa su arte para uno de los templos japoneses en la Ciudad Condal.
La técnica que utiliza esta artista para sus creaciones viene directamente de Japón donde el tiempo y la exclusividad de las piezas vale su peso en oro. Caterina Roma trabaja con arcillas salvajes que encuentra en el monte y que sólo ella sabe dónde están y con porcelanas que van directamente al fuego durante horas.
Concretamente, crea piezas únicas que se cuecen en un horno de leña durante días y noches, en una lengua de fuego que se alarga más de 10 metros. Después, se sella herméticamente para que las piezas acaben de cocerse dentro del magma mientras que la acumulación de ceniza volatizada forma gruesas costras que se funden creando texturas, colores y paisajes diferentes sin necesidad de utilizar esmaltes.
Pura naturaleza. Pura unicidad porque, como reconoce la propia artista, nunca está 100% segura de cómo va a quedar lo que entra en un horno que tiene en mitad del bosque, ya que la reacción de cada una de las piezas es casi individual, imprime una personalidad propia.
Algunos de sus trabajos incluso se agrietan para lo que Caterina recurre al kintsugi, reparar en pan de oro lo que se ha abierto, porque las cicatrices también son personales.
De hecho, de esa prueba y error en los hornos es como surgió Trepat, que es como llama a la colección de vajillas que trae de cabeza a los mejores chefs del mundo. "Nació por la necesidad de dar entidad a las colecciones de piezas de carácter utilitario que iban tomando forma, más allá de la pieza única que ya trabajaba".
Además, es muy especial para ella porque ha utilizado su apellido materno, Trepat, para darle nombre que es también un tipo de uva tinta antigua, autóctona de Cataluña, con la que se elaboran vinos muy artesanales, y que le pareció la forma perfecta de conectar con la gastronomía más exquisita de España.
Su ritual de trabajo entronca mucho con la filosofía japonesa en la que tan importante es la comida como la vajilla que se usa para dotar de mayor sabor al propio plato. Así que, con Caterina, el cocinero manda. "Normalmente el chef elige el material, el acabado y define sus necesidades, la idea y sensaciones que quiere transmitir con una preparación en particular, y a partir de ahí se diseñan las muestras".
La artista, que reconoce que vive ahora mismo un momento de mucha madurez en su arte, arranca con estos encargos uno de los procesos de taller más interesantes puesto que le permiten experimentar o imaginar todas las posibilidades creativas, "sin olvidar la función y las características ligadas al uso".
"Es un diálogo que se crea entre el chef y el artesano, que luego se repite todos los días en el restaurante: convirtiéndose en un diálogo entre la vajilla y la preparación. Y cuando son piezas únicas, como en el caso de las cristalizaciones, se crea un paisaje distinto cada vez". Algo a la altura de los mejores cocineros para que sea apreciado por los clientes que buscan lo único sobre el plato y también en él.