Estos últimos años hemos cambiado nuestras costumbre para proteger el medio ambiente separando los residuos y su posterior reciclaje, reutilizando las bolsas plásticas para la compra diaria o sustituyéndolas por bolsas de tela, no dejando el grifo abierto sin necesidad, incluso reciclando el aceite de nuestras freidoras. Lo último que han pensado para paliar el efecto invernadero es crear un impuesto sobre la carne, y no es algo nuevo, pero ya clama al cielo.
El efecto invernadero
El sol ha calentado durante millones de años la tierra y ese calor se va desprendiendo poco a poco, pues bien, el llamado efecto invernadero es el fenómeno por el que la tierra no puede desprenderse de esa energía por culpa de algunos gases que hay en la atmósfera. Los gases relacionados con este efecto son:
- El vapor de agua que no está influida directamente por la acción del hombre.
- CO2, que supone el 70% de los gases, debido al uso de combustibles fósiles para procesos industriales y medios de transporte.
- Óxido nitroso (N2O) contribuye en un 6%, también utilizado en aerosoles.
- Hidrocarburos (HFC) por el uso de los PFC.
- Metano, que contribuye en este problema con un 24%, se genera a partir del tratamiento de aguas residuales, al aumento masivo de crianza de rumiantes como alimento, fertilizantes agrícolas, incineradoras de residuos, etc.
El impuesto sobre la carne
Hay unos 3.600 millones de rumiantes, mayormente ovejas, vacas y cabras, que generan un enorme volumen de metano a través de sus procesos digestivos, eso conlleva el empeoramiento del efecto invernadero. Pues bien, un grupo de investigadores de Estados Unidos, Australia, Alemania y Reino Unido propusieron tal impuesto en el año 2008 para hacer caer el consumo de carne y por lo tanto de rumiantes. Hay que tener en cuenta que entre enero y julio de 2013, cada habitante ingirió carne por un equivalente a 116,60 kilos anuales, cuando el año anterior esa cifra se situó en 107 kilos. Esos datos dan como conclusión que ya no se come por necesidad sino por consumismo.
Otra alternativa que pensaron fue en cambiar la alimentación de los rumiantes, que fueran alimentados por hierba (ya que buena parte son alimentados por piensos) y tratar de manera diferente los residuos de estos animales. Pero temiendo que todo esto no sería cumplido han optado por el impuesto, el cuál aún no está claro cuando se va a implantar pero está previsto antes del 2020.
Lo que no queda claro es el fin de este impuesto, si lo hacen para disminuir el efecto invernadero, aumentar las arcas o para mejorar la alimentación de la gente, ya que al no poder pagar el precio de la carne tendrían que complementar su alimentación con más verduras y hortalizas.
Por supuesto la implantación de un impuesto sobre la carne con la excusa del metano encarecería este alimento y todos los derivados de la cría de rumiantes. El calentamiento global y el mal trato que estamos dando en muchos casos a nuestro planeta son preocupantes, pero da la impresión que se usan como excusa para aumentar los impuestos y ganar así más dinero. ¿Es realmente la solución para acabar con el problema? ¿Por qué no vemos acciones que realmente sean útiles en lugar de ver como nuestros bolsillos son cada vez más castigados?
Ya veremos qué ocurre finalmente con este impuesto sobre la carne, pero desde luego la pinta no es buena, y parece lejos de ser una solución a un problema que no está ni bien definido.