En una tranquila calle del barrio barcelonés del Poble-sec, se encuentra Casa Xica, un pequeño pero innovador restaurante que este 17 de julio celebra su décimo aniversario. Fundado por los chefs Raquel Blasco y Marc Santamaría, Casa Xica se ha consolidado como un referente en la gastronomía de fusión, combinando ingredientes y técnicas de la cocina asiática con los sabores mediterráneos de Cataluña.
Este aniversario no solo marca una década de éxito, sino también una historia de perseverancia y creatividad que ha transformado un sueño en una realidad culinaria única. Un sueño que se ha cumplido después de transitar un tiempo por una pesadilla, la de las deudas y la incapacidad de salir adelante a pesar del sobreesfuerzo.
De Shanghái a Barcelona: un viaje de sabores
Raquel y Marc han ido desde el principio de la mano y no son ajenos a los desafíos del mundo gastronómico. Antes de establecerse en Barcelona, pasaron por Londres, vivieron y trabajaron en Shanghái, donde dirigieron varios restaurantes de cocina española."Uno se llamaba La Pedrera, y la fachada estaba decorada con una maqueta del mítico edificio barcelonés". Cerraron esta etapa con una vuelta por el Sudeste Asiático de tres meses y volvieron a casa. Marc por entonces tenía 27 años.
El interior de Casa Xica.
Esta experiencia fue fundamental para desarrollar la propuesta culinaria de Casa Xica, que se caracteriza por su respeto a las técnicas asiáticas y la utilización de ingredientes locales. A su regreso a Barcelona, decidieron abrir su propio restaurante, llevando consigo un bagaje cultural y gastronómico que ha sido clave en su éxito. "Barna había cambiado mucho y estuvimos dos años en Etapas" cuenta Marc sobre su evolución.
"Empezamos a probar, sacábamos platos que habíamos creado ese día" explica sobre el inicio de Casa Xica, donde "cambiábamos la carta cada tres semanas". Su primer proyecto propio en la capital catalana comenzó con Final Feliz, un traspaso que acabó no con el de los más felices finales.
Raquel, Marc, y Albert Raurich con 10 años de Casa Xica entre manos.
Llegó la pandemia y con ella una larga crisis. Barcelona fue una de las ciudades que más sufrió las restricciones de la hostelería. "Recuerdo la foto de Albert Raurich que decía 'dejadnos salir', recuerda sobre la aquellos días grises. El chef de Dos Palillos es vecino y asiduo al local. Para cubrir la deuda del traspaso montaron un catering que sigue estando en activo pero solo cosas muy seleccionadas
Una fusión única: platos que marcan la diferencia
Casa Xica se destaca por su menú innovador que ha evolucionado constantemente durante estos diez años, sumando más de 550 platos a su oferta. "Intentamos hacer comida gastronómica pero muy popular" explica una de sus artífices. Trabajan con un "menú degustación de cinco platos más postre, pero también es buena idea pedir unos cuantos platos que se puedan compartir", explica Raquel, que aunque también cocina, se ha quedado a cargo de la sala.
La despensa de Casa Xica.
"Soy cocinera de profesión, pero amo la sala. La palabra camarero está desvirtuada y por eso cuesta tanto llenar las plazas de sala porque no hay vocación. Es una pena, porque cuando ves a alguien que te da un buen servicio puede incluso justificar una mala comida" expresa la catalana.
Entre los más icónicos se encuentran los fideos de soja verde con gamba roja y tobiko, un plato que ha sido un buque insignia desde su creación en 2016. "Es un plato que nace de una forma muy espontánea que gusta mucho. Lo quitas porque te cansas, hasta que tienes que volver a ponerlo porque te los piden los clientes", explica Raquel.
Los baos de Casa Xica es uno de sus platos para el recuerdo.
También destaca el bao de doble fermentación con rabo de buey, una delicia que marcó el inicio de la tendencia de los baos artesanales en Barcelona. "Los baos los hacíamos nosotros porque no encontrábamos ninguno decente, eran todos asquerosos", asegura Marc. Estos platos, junto con otros como el tartar de calamar con ajoblanco de coco y lima y el cochinillo crujiente estilo Hong Kong, han dejado una marca imborrable en la memoria de sus comensales.
La apuesta por los vinos naturales
Un aspecto distintivo de Casa Xica es su dedicación a los vinos naturales. Desde sus inicios, Raquel y Marc han apostado por vinos libres de componentes químicos y con mínima intervención tecnológica. Esta filosofía no solo refleja su compromiso con la sostenibilidad y el trato justo a los agricultores, sino que también complementa perfectamente su propuesta gastronómica innovadora.
Joan Priego, quien se unió al equipo hace dos años, ha sido fundamental en esta dirección, posicionando a Casa Xica entre los pioneros en la oferta de vinos naturales en Barcelona.
"Soy consumidora de vino natural desde hace 20 años. Me sientan muy mal los sulfurosos y aquí la carta es 100%. Cuando bebes vino natural sin químicos añadidos al cuerpo solo le ataca el alcohol, puedes beber el doble y tener menos resaca. Además de que a nivel de sostenibilidsd tiene mucho más sentido" cuenta Raquel.
También, en Casa Xica, platos de cuchara.
Su idilio con ellos se remonta a los tiempos que frecuentaban "El Piratas Barcelona, un sitio con no más de 10 plazas. El propietario era un señor con una historia muy interesante, era 'Ravaleante' de médula. Xavi, que trabajó allí como friegaplatos (el socio inicial que se bajó del barco hace unos años) sentía curiosidad por los vinos. A raíz de ir a verle empezamos a beber buen vino y el día que abrimos Casa Xica dijimos no tiene sentido que no tuviésemos vinos naturales", confiesa.
El camino hacia el éxito: superar la adversidad
Además de triunfar con su cocina y su apuesta por los vinos naturales, el servicio, cercano y agradable, es otro de los ingredientes que les ha traído hasta donde están. "Para mí es súper importante el buen rollo, he trabajado en cocinas donde estaba permitido gritar porque estábamos muy nerviosos pero a mí eso no me va" advierte Raquel, que se mueve por su 'casa' con alegría y desparpajo, con un turbo puesto pero siempre con el freno del saber estar en la mano.
A pesar de su éxito actual, el camino no siempre fue fácil. La pareja enfrentó grandes desafíos, incluido el cierre abrupto de su proyecto paralelo, Final Feliç, que los dejó con deudas significativas. Sin embargo, Raquel y Marc supieron sobreponerse a la adversidad y consolidar Casa Xica como un referente de la cocina de fusión en Barcelona.
Hoy, celebran una década de logros con la publicación de un libro que recopila sus diez recetas más icónicas, prologado precisamente por su vecino, amigo y chef, Albert Raurich, y con un menú degustación especial que permite a los comensales disfrutar de sus platos estrella.
Cabeza de rape y vinos naturales, la fiesta de Casa Xica en la mesa.
Además, para conmemorar este 'final feliz' (aunque esto no haya acabado), Casa Xica ha lanzado un libro de recetas que no solo destaca su cocina, sino que también narra anécdotas y momentos significativos de su trayectoria. El libro incluye recetas como la cabeza de rape al pil-pil con pasta de arroz y las gyozas de hígado de bacalao con gamba y espinacas, acompañadas de fotografías y textos que capturan la esencia del restaurante.
Además, han organizado cenas a cuatro manos con otros chefs y amigos del restaurante, una serie de eventos que culminarán a finales de año. Estas celebraciones no solo honran su pasado, sino que también prometen un futuro brillante, lleno de nuevas creaciones y experiencias gastronómicas únicas.
Un futuro prometedor
Con una oferta gastronómica que sigue evolucionando y un compromiso inquebrantable con la calidad y la innovación, Casa Xica se prepara para seguir deleitando a sus comensales durante muchos años más. Raquel y Marc han demostrado que la combinación de pasión, talento y perseverancia puede transformar incluso los mayores desafíos en éxitos memorables.