Carne

Salchichas al vino blanco, receta para principiantes con la que rebañarás el plato

Las salchichas al vino o salchichas encebolladas en salsa de vino blanco son un clásico de comida viejuna que siguen estando de toma pan y moja.

17 enero, 2019 21:29

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En esta ocasión vamos a optar por lo sencillo y vamos a preparar una receta muy simple de las que hemos comido en casa toda la vida: unas estupendas salchichas frescas de cerdo al vino, preparadas con muchas cebollita y una salsa de vino blanco muy aromática y deliciosa.

Ingredientes

  • Salchichas frescas de cerdo o salchichas de carnicería, 8
  • Cebollas, 2
  • Vino blanco, 200 ml
  • Tomate, 1
  • Harina, 15 g
  • Laurel, 1 hoja
  • Un vaso de caldo de carne
  • Sal
  • Aceite de oliva virgen extra

No nos entretengamos más y vamos directamente con la receta paso a paso de estas salchichas al vino. ¡Tomad buena nota!

Cómo hacer unas salchichas al vino

01: Doramos las salchichas frescas o de carnicero

Una vez tengamos en nuestro poder las mejores salchichas frescas (también llamadas de carnicero) que tengamos a nuestra disposición debemos dorarlas antes de guisarlas en la salsa, con el encebollado y con el vino blanco.

Añadimos en una cazuela ancha un par de cucharadas de aceite de oliva virgen extra y la ponemos a fuego medio-alto, hasta que el aceite esté bien caliente. Una vez llegado ese momento, añadimos las salchichas frescas y dejamos que se marquen y doren bien por todo su contorno manteniendo el fuego intenso.

Una vez las salchichas frescas estén bien marcadas y hayan cogido una bonita coloración las podemos retirar del fuego de la cazuela y reservar para más adelante.

02: Pochamos la cebolla cortada en juliana

Por otro lado, pelamos las cebollas y las cortamos en dos mitades. Una vez tengamos una base lisa con la que apoyar la cebolla, cortamos las cebollas en juliana para obtener así unas tiras muy finas.

Añadimos la cebolla en juliana a la misma sartén donde hemos dorado las salchichas frescas y añadimos un poco más de aceite de oliva virgen extra si fuera necesario. Pochamos la cebolla a fuego medio-bajo, hasta que vaya perdiendo consistencia y suelte sus azúcares a la vez que va cogiendo cada vez más y más coloración.

Una vez la cebolla esté bien pochada, la salamos ligeramente. Añadimos la sal ahora y no antes porque si salamos al principio la acción de la sal favorecerá que la cebolla suelte demasiada agua al inicio de la cocción, con lo que la cebolla no se rehogará bien sino que se cocerá en parte.

03: Añadimos el vino blanco y formamos la salsa

Una vez tengamos el encebollado listo es el momento de añadir la harina y de cocinarla bien unos instantes con la cebolla, para que no nos deje ese sabor a crudo una vez las salchichas al vino estén guisadas. A continuación agregamos el vino blanco y subimos el fuego para que el alcohol se evapore rápidamente. Rallamos también el tomate y lo añadimos a la cazuela con el vino blanco y el encebollado. Reducimos hasta que el fondo quede bien concentrado y prácticamente sin humedad, teniendo la precaución de remover constantemente para que no se nos queme.

Cuando haya reducido el vino y el tomate, añadimos la hoja de laurel y caldo de carne, un vaso aproximadamente.

04: Terminamos de guisar nuestras salchichas al vino

Llevamos la salsa a ebullición. Una vez comience a hervir incorporamos de nuevo las salchichas frescas que hemos marcado al principio de la receta. Rectificamos de sal y cocinamos las salchichas al vino unos 10 minutos, no más.

Si la salsa resulta excesivamente espesa siempre podemos añadir un poco más de caldo, mientras que si queda demasiado líquida la podemos reducir a fuego alegre hasta que adquiera la consistencia deseada.

05: Servimos las salchichas al vino

Servimos nuestras salchichas al vino, en este caso acompañadas de arroz, una receta de las de toda la vida sabrosa, rica y sencilla.

Resultado final

Para la elaboración de unas buenas salchichas frescas o de carnicero se utiliza carne, grasa animal, sal, especias y la tripa de cerdo en la que se embute la mezcla y en la que da forma a las salchichas. Como en todos los embutidos, ya sean frescos o curados, la garantía de excepcionalidad del producto viene dada por el equilibrio: la utilización de una carne de calidad con una proporción adecuada de materia grasa que aporte jugosidad a las salchichas y el uso de especias justo para que las salchichas frescas queden bien condimentadas sin resultar sosas ni excesivamente especiadas.

Por todo ello, y como cada carnicero hace su mezcla genuina y particular, no siempre es fácil encontrar unas buenas salchichas frescas o de carnicero. Por este simple motivo os aconsejo que cuando tengáis la suerte de encontrar unas salchichas realmente buenas, sabrosas y jugosas, no las dejéis escapar. Aunque parezca mentira debido a que se trata de un producto bastante económico, la realidad es que puede haber una gran diferencia entre una salchicha bien confeccionada a una del montón aunque los precios sean muy similares. Eso sí, como norma general yo optaría por adquirir las salchichas frescas directamente a nuestro carnicero, donde tengamos constancia de que están hechas artesanalmente y con el empeño y el mimo que ello supone.

A la hora de ponernos a preparar salchichas al vino lo más frecuente es utilizar las salchichas frescas enteras, tal y como las hemos preparado en la receta que nos ocupa. Sin embargo, si queréis servir el plato como aperitivo para picotear con los colegas o en una visita inesperada podéis cortar las salchichas en trozos (en tres por ejemplo) y así obtener una fuente de salchichas al vino ‘de bocado’, que podréis sacar a la mesa con unos palillos y unas rebanadas de pan para que cada uno vaya comiendo sirviéndose él mismo de ahí.

De todos modos, no hay duda de que también resulta una receta estupenda como plato principal. Como guarnición de estas salchichas al vino podéis preparar desde arroz blanco, como es mi caso, a unas patatas fritas, un puré de patatas, una pasta o cualquier cosa que se os ocurra. En definitiva, estas salchichas al vino son una receta muy socorrida que puede preparar hasta el más torpe con ingredientes de andar por cada y que requiere de tan poco tiempo que la tendrás terminada antes de que te des cuenta. Y, además, con el sabor de las recetas de toda la vida. No se puede pedir más.