El sencillo truco de los huevos que evita que muchos bizcochos acaben en la basura
No hacerlo así podría hacer que tu bizcocho o cualquier otra receta que lleve varios huevos acabe en la basura antes de entrar siquiera en el horno.
14 junio, 2024 06:00- Total: 50 min
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Como alimento, el huevo es un tesoro de la naturaleza. Una fuente de proteínas de gran calidad, fácil de encontrar en prácticamente cualquier sitio y de precio económico. Como dato curioso, en 2018 la producción mundial de huevos alcanzó los 76.7 millones de toneladas, siendo China el mayor productor, con diferencia, seguido por la Unión Europea.
Si buscamos cosas negativas que podamos atribuir a los huevos, son de sobra conocidas las intoxicaciones por salmonelosis, que sin ser algo inherente a los huevos ni ser éstos los únicos causantes, sí son siempre los primeros sospechosos cuando se produce un brote.
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En general, los huevos no suponen un peligro si se manipulan correctamente y, para ello, hay varias reglas básicas.
Al estar rodeado por una cáscara opaca, saber que el huevo está en buen estado no es algo que podamos intuir por ciencia infusa, pero fijándonos en algunos detalles podemos conocer mucho sobre la edad y la calidad del huevo.
Cómo saber si los huevos están en buen estado
La primera herramienta para saber si los huevos están en buen estado es la observación, debemos revisar la cáscara para comprobar que está limpia y no presenta roturas ni fisuras. Si la cáscara está agrietada, la salmonela podría haber llegado al interior.
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Sabremos si un huevo es más o menos viejo mirando su fecha de caducidad, pero también tenemos otras maneras de comprobarlo. Sin cascar el huevo, podemos sumergirlo en agua y, si se queda en el fondo, es que se puede consumir; si flota, debemos descartarlo.
Al cascar el huevo sobre un plato, su aspecto también nos indicará su edad. Si la clara está viscosa y la yema tiene forma semiesférica, estamos ante un huevo muy fresco. Son estos huevos que, cuando vamos a batirlos, prácticamente tenemos que clavar el batidor en la yema para que se rompa porque la membrana que la recubre es elástica y resistente.
Por el contrario, si la clara se desparrama como si fuese agua y la yema presenta un aspecto aplanado con una membrana fina y frágil, se trata de un huevo viejo. Si la membrana es tan fina que la yema se rompe sin tocarla, lo mejor es descartar ese huevo.
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Ni qué decir tiene que, si al cascar el huevo, notamos olores o colores extraños, lo mejor es no jugársela y tirarlo a la basura.
La segunda herramienta de prevención y mucha gente no pone en práctica tiene que ver con la manera de cascar los huevos, son muchas las personas que cascan los huevos dándoles un golpecito sobre la encimera o sobre el borde del recipiente en el que los van a depositar. Esto puede generar un problema de contaminación cruzada y, una forma de evitarlo es poner en la encimera un trozo de papel de cocina limpio y cascar el huevo ahí.
Esto se extiende a cuando una receta nos pide separar las yemas de las claras, que nuestras abuelas siempre lo han hecho pasando la yema de una mitad a la otra de la cáscara mientras dejaban caer la clara, de manera que el huevo "lavando" la cáscara mientras cae y, de paso, llevándose cualquier bacteria. Es más seguro, si no se dispone de un separador de claras, cascar el huevo entero en un vasito y, después, pescar la yema con una cuchara o con nuestras propias manos bien limpias.
El truco de los huevos que salva a muchos bizcochos de acabar en la basura
Un pequeño gesto que salva de acabar en la basura a muchas masas de bizcocho y también a muchos huevos que aspiraban a convertirse en tortilla es no cascar los huevos directamente sobre el bol donde tenemos todos los ingredientes, sino ir cascándolos individualmente en un vaso aparte y, si están en buen estado, pasarlos al bol con el resto.
Esto aplica también a la hora de freír huevos o de incorporar un huevo para que se cuaje en pisto u otra preparación del estilo. Haciéndolo así, si nos sale un huevo que no está en buenas condiciones porque no lo hemos detectado antes, no nos contaminará el resto de la preparación. Simplemente, lo desecharemos, lavaremos bien el vaso, lo sustituiremos por otro y continuaremos con la receta.
En la receta del bizcocho de yogur de toda la vida que te proponemos a continuación, que nunca está de más recordarla porque no hace falta ni báscula y siempre sale perfecto, el propio vasito vacío de puede servir para cascar el huevo antes de introducirlo en la masa.
Ingredientes para hacer el bizcocho de yogur que ya hacía tu madre
- Yogur natural o de limón, 1 ud
- Aceite de girasol o de oliva suave, 1 medida de yogur
- Azúcar, 2 medidas de yogur
- Huevos, 3 ud
- Ralladura de 1 limón o de 1 naranja
- Harina, 3 medidas de yogur y un poco más para encamisar el molde
- Levadura, 1 sobre
- Sal, 1/4 cucharadita
- Mantequilla, cantidad suficiente para engrasar el molde
Paso 1
Precalentamos el horno a 200 ºC
Paso 2
Preparamos un molde de bizcocho forrándolo con papel de horno o untándolo con mantequilla y espolvoreando con harina.
Paso 3
En un bol batimos con las varillas un yogur con el aceite y el azúcar.
Paso 4
Añadimos los huevos que iremos cascando uno por uno en un vasito antes de echarlos.
Paso 5
Incorporamos también la ralladura de limón y continuamos batiendo.
Paso 6
A continuación añadimos la harina, la levadura y la sal y batimos hasta que quede una crema homogénea sin grumos.
Paso 7
Vertemos la masa en el molde que hemos preparado.
Paso 8
Introducimos el molde en el horno a media altura y bajamos la temperatura del horno a 180 ºC.
Paso 9
Horneamos 45 min, o hasta que al pinchar con cuchillo fino, una brocheta de madera o mismo un espagueti, éste salga limpio.