Por qué este verano no debes hacer la "operación bikini"
Este año ya llegas tarde para la operación bikini. Las pérdidas rápidas de peso son un atajo peligroso. Alimentarse bien debería ser algo anual, no temporal
19 marzo, 2018 21:35Noticias relacionadas
Todos los años, quien más y quien menos se plantea e incluso llega a iniciar por estas fechas una “operación bikini” de cara al verano. Es decir, una pérdida de peso drástica y en muchas ocasiones sin sentido en apenas uno o dos meses para llegar con un “buen cuerpo” para los meses estivales, ya que es la época del año donde más se suele lucir el cuerpo (por la playa o la piscina, o simplemente porque hace más calor y se lleva menos ropa). La cuestión es que esto no solo es un error, sino que puede llegar a ser peligroso.
De la misma forma que tras las grandes festividades como Navidad la publicidad nos insta al uso de atajos para perder peso, la época de la operación bikini no es diferente: desde dietas milagro hasta batidos detox, muchas son las empresas que intentan beneficiarse económicamente del engaño de la pérdida de peso rápida, casi mágica, pero poco saludable al fin y al cabo.
Siento decepcionaros, pero este año no solo llegáis tarde a estas alturas a la operación bikini, sino que mi recomendación es que ni lo intentéis: el estilo de vida saludable debe llevarse a cabo durante todo el año, y no solo unos meses antes del verano para lucir.
Operación bikini: los peligros de las pérdidas rápidas de peso
Durante los dos o tres meses que preceden al verano, muchos individuos pretenden llevar a cabo una rápida pérdida de peso corporal sin medida, y sin sentido común. Para ello simplemente comen menos y aumentan su actividad física, sin más. Craso error. Esta fórmula ha demostrado ser inútil para paliar el problema de la obesidad.
Lo que deberíamos hacer es empezar un cambio completo de estilo de vida, pues el hecho de comer demasiado poco no suele durar demasiado, y se suele tardar muy poco en volver a la alimentación de siempre e incluso aumentar la ingesta. Además, las grandes pérdidas de peso iniciales no son de grasa como se suele creer, sino de líquido acumulado por una mala alimentación crónica.
Por otro lado, a pesar de que se logre perder peso, existe un grave peligro que afecta a cuatro de cada diez individuos que logran dar el peso: el efecto rebote. Dicho efecto, según algunos autores, es una forma de reajuste cerebral; nuestro órgano pensante interpreta que existe una falta de comida (y no que queremos lucir un mejor cuerpo), y activa mecanismos para que se quemen menos calorías al realizar ejercicio a la vez que libera hormonas que aumentan la sensación de apetito. El organismo humano es sabio, y de hecho ha creado neuronas específicas para realizar este trabajo, pero no siempre suele beneficiarnos en nuestros objetivos a largo plazo.
Si bien es cierto que este efecto rebote puede ocurrir también durante las pérdidas de peso progresivas y conscientes, es decir, mediante una adecuada dieta y a largo plazo, se sabe que es mucho más fácil que esto suceda cuando se pierde peso de forma drástica y rápida (como suele hacerse en una operación bikini típica). Además, recientes trabajos han llegado a la conclusión de que a pesar de lograr perder peso y mantener la pérdida a largo plazo, es decir, a pesar de hacerlo todo correctamente y sin prisas, el hambre jamás desaparece. Los efectos de este apetito aumentado en una pérdida de peso rápida y drástica se multiplican exponencialmente.
¿Vale la pena hacer mucho ejercicio para una operación bikini?
Aunque la respuesta a esta duda sería “depende”, la realidad es que en la población general no hay lugar a dudas: Hacer ejercicio es ineficaz para perder peso.
Cuando se nos indica que debemos aumentar nuestra actividad física, solemos pensar que con apenas media hora al día es suficiente para perder unas cuantas calorías; sin embargo, a una intensidad moderada, la media de calorías quemadas en esa media hora oscila entre las 100 kcal y 150 kcal. Para que nos hagamos una idea, un refresco azucarado de cualquier marca contiene aproximadamente esa densidad calórica.
En este caso lo que sí funcionaría seria la dieta, pero no “una dieta”, es decir, no debemos entender un cambio radical de alimentación de forma temporal. Me refiero a dieta como alimentación general, como estilo de vida a largo plazo, y no solo como forma de pérdida de peso puntual. Lo que debe motivarnos es la ganancia de salud a largo plazo, ya que la pérdida de peso será un efecto colateral y no debería ser el primer y único objetivo. No es cuestión de “hacer dieta”, sino más bien de “aprender a comer”.
Finalmente, por si a alguien le quedan dudas sobre la ineficacia del ejercicio físico, cabe destacar que los estudios han demostrado que solo en Estados Unidos el número de personas activas ha ido aumentando casi a la vez que han aumentado las cifras de obesidad, algo que también está sucediendo en los diversos países del mundo occidental.
Nos movemos más, pero eso no sirve para perder peso, aunque sí tiene otros muchos beneficios para la salud como disminuir el riesgo cardiovascular, disminuir el riesgo de sufrir demencia tipo Alzheimer, o incluso evitar trastornos psiquiátricos como la ansiedad o la depresión. Pero en cuanto a perder peso, su eficacia es limitada, ya que sí ha demostrado poder colaborar con una buena forma de alimentación, pero por sí mismo el ejercicio es inútil en la pérdida de peso.
La conclusión final es clara: si el objetivo inicial es estético, y se busca la pérdida de peso, de acuerdo. Pero a largo plazo, el objetivo primordial debería ser la salud general, el cambio consciente de estilo de vida, y no solo tener tal o cual cuerpo. Que el cambio en el estilo de vida se lleve a cabo por unos motivos u otros es indiferente, pero es un error iniciar dicho cambio con prisas y de malas formas, pues nuestro propio organismo parará en seco nuestros planes e incluso nos “castigará” por ello con algunos kilos de más.