La Dieta del Grupo Sanguíneo: Un fraude desde hace 50 años
La dieta del grupo sanguíneo se originó alrededor de 1980. Casi 50 años después, sin evidencia científica que la sustente, sigue causando estragos.
27 junio, 2018 12:34Noticias relacionadas
Con la llegada del verano, los métodos para adelgazar de forma “rápida, fácil y eficaz” se multiplican de forma exponencial con una velocidad pasmosa. Y, aunque año tras año se desmienten por activa y por pasiva casi todos estos métodos, vuelven a revivir sin apenas verse afectados por la evidencia científica.
Uno de estos métodos es la dieta del grupo sanguíneo, un método con casi 50 años de historia a sus espaldas, el cual fue nombrado por primera vez por el naturópata James L. D’Adamo en 1980 en su libro ‘One Man’s Food… is someone else’s poison‘ (aquel alimento bueno para algunos, puede ser veneno para otros). Posteriormete, su hijo Peter J D’Adamo siguió el camino trazado por su padre, mediante el libro publicado en 1996 ‘Eat Right For Your Type‘ (come de forma adecuada según tu grupo -sanguíneo-), aunque cada uno de ellos fundó centros e institutos diferentes, basados todos ellos en las mismas teorías dietéticas con más que dudosa evidencia.
En qué se basa la dieta del grupo sanguíneo
Aunque actualmente sabemos que existen muchos más tipos de sangre que los que originalmente descubrió el biólogo Karl Landsteiner en el siglo XIX, los mayoritarios siguen siendo los grupos A, B, AB y O. A estos hay que añadir alguno más raro como el grupo “Vel”, entre otros, todos ellos descubiertos en poblaciones puntuales. La división entre grupos se basa en proteínas presentes en los hematíes o glóbulos rojos, cuya mayor importancia en la actualidad es el poder recibir u otorgar transfusiones sanguíneas a cada individuo según su tipo de sangre.
Sin embargo, los defensores de la dieta del grupo sanguíneo rizaron el rizo respecto a esta división. El primero de ellos, supuestamente creador de esta dieta, fue James L D’Adamo, el cual llegó a afirmar que esta división en grupos sanguíneos era una “evolución” basada en las formas de alimentación de los individuos. Por tanto, cada individuo debía comer dependiendo del grupo sanguíneo que poseía, con el objetivo de ganar más salud y evitar diferentes enfermedades cardiometabólicas, sobre todo la obesidad o diferentes tipos de cáncer.
Dado que D’Adamo incluyó entre sus argumentos teorías evolucionistas, inicialmente tuvo buenas críticas. Y, posteriormente, su hijo aún hizo más complejo el asunto, otorgando a cada grupo unas características determinadas:
- El grupo O era cazador, por lo que le correspondería comer más carne y grasa, evitando alimentos como trigo, maíz, legumbres o lácteos. Algo similar a lo que aconseja una Dieta Paleo (guardando las distancias).
- El grupo A era el agricultor-recolector, al cuál se le prohiben precisamente carnes, pero también lácteos.
- El grupo B era el ganadero o nómada, al cuál le sentaría bien la leche, pero también debería evitar el maíz, trigo y legumbres.
- El grupo AB o grupo enigma sería una mezcla de los dos anteriores, y podría llevar una dieta mixta, moderando el consumo de carne, maíz y trigo.
Como podemos observar, la familia D’Adamo tenía unos argumentos cuanto menos simplistas en su dieta, y tan solo nombran unos escasos grupos de alimentos, llegando al punto de no saber como definir uno de los cuatro grupos mayoritarios como es el grupo AB, por lo que vaya usted a saber qué alimentos recomendarían a los grupos sanguíneos raros como el anteriormente mencionado grupo Vel.
Desmontando la dieta del grupo sanguíneo
Aunque la dieta del grupo sanguíneo posee cierta base en nutrigenómica, dado que argumenta que cada alimento sienta bien a cada grupo sanguíneo en base a la genética de los mismos, este campo aún tiene mucho que descubrir. Ciertos trabajos sí sugieren que determinados individuos se beneficiarían de un tipo de dieta u otro según sus genes, pero jamás en dichas dietas se prohibe un alimento o grupo de alimentos.
De hecho, prohibir un alimento o un grupo determinado es uno de los grandes errores de cualquier dieta milagro, y uno de los requisitos para catalogar cualquier método alimentario como “milagro”.
Cabe destacar que, dentro de estos requisitos, las dietas vegetarianas y veganas son una clara y conocida excepción, dado que en estos casos sí se “prohibe” el consumo de carne (o incluso de sus derivados en el caso de las dietas veganas), pero los motivos no suelen ser la búsqueda de la pérdida de peso, sino más bien de otra índole.
Por otro lado, no existe evidencia científica alguna que respalde las afirmaciones de la dieta del grupo sanguíneo, partiendo de la base de que llaman al grupo 0 el “grupo ancestral”, el cual sería el origen de todos los demás. Según trabajos, como el que se publicó en 2008 en Human Genetics, el grupo 0 sería una mutación entre el grupo A y B, y no el origen de ambos como defienden los creadores de esta dieta.
Por otro lado, trabajos como el que se publicó en 2013 en The American Journal of Clinical Nutrition, examinando a fondo la dieta del grupo sanguíneo, han afirmado que no existe evidencia alguna para defender este tipo de método alimentario. Posteriormente, otro trabajo publicado en 2014 en PloS ONE afirmó que seguir los consejos de este método sí habría demostrado disminuir el riesgo cardiovascular, pero independientemente del grupo de sangre que se tenga. Es decir, es aconsejable moderar el consumo de carne, maíz y trigo, pero da igual si tu grupo es O, A o B. Otro clavo más en el ataúd de la charlatanería de los D’Adamo.
Conclusiones
Como podemos observar, aunque algunas de las directrices de la dieta del grupo sanguíneo podrían tenerse en cuenta (hoy en día se sabe que moderar el consumo de carne es beneficioso para la salud, por ejemplo), no deja de ser un tipo más de dieta milagro cuando se juntan todos sus planteamientos en un mismo lugar.
Por el momento, lo más aconsejable es continuar teniendo paciencia y seguir de cerca los trabajos sobre nutrigenómica y el posible impacto que tiene la genética en la alimentación. Lo que sí sabemos es que la dieta perfecta no existe, y la hipótesis actual es que la genética individual puede tener algo que ver al respecto, pero estamos muy lejos de poder afirmarlo con total seguridad.