Kurt J. Zalto: "Una copa puede hacer vibrar igual al vino y a la persona"
La prestigiosa firma alemana de copas de lujo Josephinen llega a España de la mano del artesano vidriero con más talento de nuestro tiempo.
21 septiembre, 2020 11:48Noticias relacionadas
Es el diseñador de copas más revolucionario del momento. Un visionario que parte de la tradición de una familia vidriera con casi dos siglos de historia a sus espaldas, para dar vida a los exclusivos diseños soplados a mano que se rifan los mejores chefs del mundo.
“Lo que más me gusta de Josephinen es que comparte mi forma de entender la artesanía del vidrio. Mi objetivo es dar continuidad a las cosas bellas del pasado. El futuro no me preocupa”. Con estas palabras explica el diseñador austríaco Kurt J. Zalto, prestigioso vidriero reconocido a nivel internacional, su trabajo para esta ilustre empresa de copas de alta gama.
Como uno de los grandes talentos del vidrio de nuestro tiempo, todo un idealista de la cristalería fina, Zalto bebe del admirable pasado de esta casa fundada en 1842 en la región histórica de Silesia (hoy casi enteramente Polonia), considerada una de las fábricas de vidrio más importantes del mundo. Fue él mismo quien relanzó Josephinen Hütte en 2019 después de que la casa sobreviviera a décadas de cierres y visicitudes, entre ellas la Segunda Guerra Mundial. Durante el conflico bélico la fábrica tan sólo paró su producción dos semanas y al acabar la contienda quedó escindida en dos secciones: la polaca en Silesia y la alemana en el Schwäbisch Gmünd.
Se trata pues de una compañía histórica, famosa entonces por sus vidrios de colores y pionera en la elaboración de copas de diseño, hechas a mano y sopladas a boca por artesanos expertos, que hoy en día produce exclusivas obras maestras para deleite de algunos de los mejores restaurantes del mundo. Una firma que llega a España en mitad de la pandemia para tratar de convencer, entre otros, a los hermanos Roca.
Cocinillas: ¿Por qué España y por qué ahora?
Kurt J. Zalto: “España es un país grande e importante, con una inmensa cultura del vino. Es un mercado fundamental para nosotros. Aquí hasta en los pueblos más pequeños se puede encontrar un restaurante de alto nivel. Ya en enero tuvimos las primeras reuniones y queríamos hacer el lanzamiento en mayo pero no fue posible por el Covid. Hemos tenido que aplazarlo una y otra vez, y al final hemos decidido arrancar a pesar de todo”.
“El momento más adecuado no llega nunca o resulta que ha estado aquí siempre. Todos los días hay un dueño de un restaurante pensando en adquirir copas”, añade Philippe Eberlé, Director General de Primeras Marcas, la distribuidora que ha hecho posible la llegada de Josephinen a España. “Estamos muy orgullosos de que una de las fábricas de vidrio más destacadas del mundo, que cuenta con un auténtico virtuoso como es Kurt J. Zalto, llegue de nuestra mano”.
Cocinillas: ¿Qué ha de tener la copa de vino perfecta?
Kurt J. Zalto: “Si algo prevalece a lo largo de los años es que la copa de vino debe ser muy fina, debe ser bella, pero también debe cumplir bien su funcionalidad. Y estos aspectos son los que tenemos en cuenta a la hora de diseñarlas. Nuestras copas están dirigidas a un sector de alta gama que consume vinos de gran calidad. Y ahí hay una demanda de copas estéticamente bonitas pero que cumplan bien su función. Que permitan al vino realzar sus aromas y desplegar todo su sabor. Pienso que todos los grandes restaurantes, sólo por respeto al cliente, necesitan unas buenas copas”.
Con Zalto al frente, la casa vidriera ha alcanzado sus más altas copas de creatividad. Cada copa Josephine es producida a mano y soplada a boca hasta lograr una ligereza y elegancia difíciles de igualar. Basta tenerlas en la mano para maravillarse con una ligereza de 84 gramos que parece dar solidez al aire, y que envuelve y desata todos los aromas del vino mejor que cualquier otra creación que la marca hubiera realizado antes.
Para su elaboración, el diseñador austríaco calculó la finísima -casi etérea- forma de cada copa hasta el último detalle, incluyendo una doble curva que combina forma y funcionalidad con suma inteligencia. El objetivo, nos cuenta, es acariciar el paladar mientras el vino despliega todo su potencial de aromas y sabores. Un placer para el olfato y el gusto, pero también para la vista y el tacto. Y si nos ponemos, incluso para el oído. “Esta copa puede hace vibrar por igual al vino y a la persona”, apunta Kurt J. Zalto.
Cocinillas: ¿Qué aporta el soplado artesanal en la degustación de un vino?
Kurt J. Zalto: “El vidrio de las copas sopladas es distinto al de las copas elaboradas de manera convencional en una fábrica. La composición de los materiales, el trabajo artesanal, el calor aplicado y después el frío que conlleva el proceso… Todo esto afecta a la porosidad del resultado final e incluso al sonido. Esta es la gran diferencia con los vasos industriales. La ventaja de nuestras creaciones se aprecia también en la estructura microscópica de la superficie. Estas copas tienen una textura porosa que hace que el vino se quede pegado durante más tiempo a las paredes, y con ello también el aroma”.
“Pero claro, esto puede ser muy positivo o muy negativo. Si el vino es malo, en estas copas se apreciarán más sus defectos”, matiza, con acierto, Philippe Eberlé.
4 copas para 4 vinos
Cada copa Josephine es como una escultura. La proporción entre altura y diámetro, el contorno del cáliz, el cono de la base que termina en punta en el tallo: nada es casual en su diseño. Todas estas particularidades, asegura Zalto, buscan estimular y sublimar nuestros sentidos. Las descubrimos:
Josephine Nº 1: Pensada para el vino blanco, consigue enardecer (y mantener fríos) desde los vinos jóvenes hasta los más complejos, también los espumosos sofisticados, sin dejar de ser sencilla.
Josephine Nº 2: La más versátil y eficaz. Por algo se la conoce como ‘la universal’. Una copa capaz de hacer que cualquier vino, blanco o tinto, e incluso la cerveza, alcancen su desarrollo más óptimo. La todoterreno que todos deberíamos tener en casa.
Josephine Nº 3: Sus voluptuosas curvas son una analogía visual del voluminoso cuerpo de los grandes vinos para los que ha sido diseñada. Tintos o blancos. El acabado en punta del cono de la base favorece el complejo juego de colores y subraya la riqueza de matices del contenido.
Josephine Nº 4: Diseñada para mantener la burbuja de champanes y espumosos por más tiempo y de forma concentrada para que el buqué llegue a la nariz con la tensión adecuada.