La historia de Château d'Yquem 1806, el vino robado en Atrio que es único en el mundo
La noche del pasado martes, Toño Pérez y José Polo, propietarios del restaurante Atrio sufrían un robo sin precedentes en el que fueron sustraídas 45 botellas de valor incalculable.
28 octubre, 2021 19:44Noticias relacionadas
Hay historias que preferiríamos no tener que contar nunca. Y no hablamos de la del Château d'Yquem 1806, uno de los vinos más especiales del planeta, sino de la que desgraciadamente han tenido que vivir esta semana Toño Pérez y José Polo del restaurante Atrio en Cáceres. El pasado martes fueron sustraídas 45 botellas de vino de su bodega, una de las más valoradas del mundo, entre los que se encuentra el Château d'Yquem 1806.
Toño y José son dos de los profesionales de la hostelería más respetados de España. Su buen hacer, una cocina excelente, una de las mejores salas del país y el ser los mejor considerados por su trato y hospitalidad, los convierten en un auténtico referente. Atrio es, sin lugar a duda, uno de los mejores restaurantes y hoteles que existen, uno de esos lugares de peregrinaje al que todos debemos asistir.
La increíble historia del Château d'Yquem de Atrio
Corría el año 2000 cuando Toño Pérez y José Polo adquirieron una colección de botellas antiguas en Christie's, la prestigiosa casa de subastas londinense. Entre las botellas adquiridas, una destacaba por encima del resto, se trataba de una botella de Chateau d'Yquem del año 1806, un exclusivo vino dulce de la región de Sauternes en la zona más meridional de Burdeos que es uno de los más antiguos de la historia del vino y el único calificado como Premier Grand Cru Classé Supérieur.
Los propietarios de Atrio regresaron a su Cáceres natal felices con la adquisición, pero un desafortunado percance cuando llegaron las botellas estuvo a punto de destruir el tesoro que estaba a punto de entrar a formar parte de su impresionante bodega, una de las más importantes de nuestro país.
Resulta que, en los comienzos del siglo XIX, las botellas se fabricaban a mano de forma totalmente artesanal por lo que los tamaños no estaban estandarizados y justo la botella de 1806 era un poco más grande que el resto de las botellas del lote. Esto hizo que al cerrar la caja de madera en la que iban a guardarla, la botella recibiese un golpe y se rompiese por el cuello, aunque por suerte, la botella estaba envuelta en plástico y el preciado líquido que contenía no llegó a derramarse por completo.
Y aquí, según nos relataban Toño y Jose, empezó una aventura digna de película de acción para conseguir salvar el vino. Lo primero, contactar con la bodega, desde la que Madame Garbey, jefa de Enología en Yquem, les indicó la necesidad de trasvasar el vino de forma urgente a una botella nueva, limpia y seca evitando a toda costa que el contenido de la botella rota entrase en contacto con el tapón de la botella nueva.
Para no correr riesgos, Toño y Jose no dudaron en coger el coche y hacer un viaje relámpago desde Cáceres hasta la bodega en Burdeos donde la propia enóloga realizó el trasvase para el que les cedió una botella similar de su propia colección, aunque esta nueva botella era algo más grande y se optó por rellenar el espacio vacío con unas bolitas de vidrio que son esas pequeñas perlitas que se veían en la botella etiquetada con la firma de la enóloga certificando la recuperación del vino original.
Así pues, tras recorchar la botella en el château, el chef y el sumiller de Atrio regresaron a casa con esta nueva botella y con la antigua rota que también se exhibía en la bodega.
Una botella histórica que siempre estará en la memoria
Una botella que se ofrecía en la carta de vinos de Atrio por un precio de 310.000 euros y bajo responsabilidad del cliente, pero que en realidad tenía un valor incalculable ya que su presencia en la bodega de este restaurante con dos estrellas Michelín era parte de la historia de la gastronomía española.
No ha sido la única botella robada, en Atrio se custodiaban más botellas de la misma bodega que databan del siglo XIX y que también han sido sustraídas.
Se pueden robar objetos materiales, pero lo que nunca desaparecerá es la historia que dejan detrás. Una huella que se marca en el sentimiento es algo que jamás se podrá borrar. Eso queda para siempre y pertenece a Toño, a José, a todo el equipo y aquellos que hemos tenido la suerte de ser un pedacito de Atrio. Eso nunca podrá desaparecer.