Arribes del Duero, el paraíso del vino entre España y Portugal que querrás visitar este verano
Naturaleza viva, bodegas con historia y pueblos pintorescos. Así es Arribes de Duero, la tierra de vino, queso y aceite que dibuja la línea entre España y Portugal.
6 julio, 2022 12:10El paraíso existe y está más cerca de lo que parece. Se encuentra en el oeste salmantino y zamorano, justo donde el Duero separa España y Portugal.
Allá donde se definen las depresiones geográficas que forman un conjunto de ríos y que generan una riqueza medioambiental, histórica y cultural desconocida. Un paraje enoturístico del que pocos hablan, en un intento de quedarse este tesoro solo para ellos.
Pero Las Arribes (o Los Arribes, según estemos en Salamanca o en Zamora) son un secreto a voces que merece la pena ser contado. Una tierra de vinos, de queso y de aceite, de naturaleza en estado puro y de pueblos con encanto atemporal, que la Ruta del Vino de Arribes nos invita a descubrir en cualquier momento del año. Empezando por este verano. Te damos unas cuantas opciones para organizar el viaje. ¡Arriba Arribes!
Bodegas subterráneas
Arribes del Duero es historia, tradición y cultura, todo ello regado con símbolos como la amistad, el folclore y el vino. El principal valor de esta región es, sin duda, el humano. Durante siglos, la población que ha cuidado de estas tierras ha estado dedicada a la agricultura y la ganadería. Aguerridos forjadores de esperanzas, a menudo frustradas, capaces de soportar todo tipo de inclemencias, pero salvaguardados por el elemento más unificador que existe: el vino.
El extenso territorio con forma de Parque Natural que conforma Arribes del Duero es sumamente empinado y, por lo tanto, difícil de trabajar. De ahí que fuera necesaria la construcción de bancales o terrazas con el fin de contener la tierra, nivelar el espacio y poder cultivar olivos, almendros, naranjos o vides. En estos pueblos, los guerreros de la tierra envainaron sus armas para compartir con el extranjero sus más preciados bienes; la hospitalidad sigue siendo hoy el mayor reclamo para visitar Las Arribes.
Basta con adentrarse en una de las bodegas subterráneas de Fermoselle, la ‘capital del vino’ de Arribes del Duero, para entender la importancia que este tuvo en tiempos pasados y su poder catalizador, de personas y de momentos históricos.
Solo en Fermoselle hay cerca de 1800 bodegas subterráneas excavadas desde la Edad Media y un sinfín de elementos que rememoran la presencia judía en la zona. Juan Alfonso Carbajo, responsable de Bodegas Pastrana, fue uno de los primeros en recuperar los antiguos calados para elaborar vinos con crianza. Su bodega se encuentra en el Montón de Tierra, como se conoce al barrio de bodegas del siglo XVIII que agujerean el pueblo. Primera parada obligada en nuestra ruta.
Proyectos de vida
La zona vitivinícola de Arribes del Duero presenta numerosas peculiaridades que hacen su vino diferente al de otras zonas. En primer lugar, las variedades, muchas de ellas endémicas, como la bruñal, la Doña Blanca o la singular puesta en cruz. La uva más plantada es la Juan García, aunque también se cultivan otras tintas como la rufete y la tempranillo. Los vinos elaborados con Juan García tienen una baja graduación alcohólica y muy poca acidez. Peculiaridad que los nuevos elaboradores aprecian y fomentan en sus vinos.
«Arribes del Duero es un desierto demográfico, en los 60 de aquí se fue todo el mundo. Solo algunos valientes hemos regresado para recuperar el viñedo antiguo y repoblar de viñas la región. Nosotros somos dos de ellos», explican José Manuel y Liliana, la pareja de viñadores que, desde su bodega El Hato y El Garabato, situada en Fornillos de Fermoselle, rinde pleitesía a la historia y a las tradiciones de la región a través de vinos artesanos y ecológicos, elaborados con variedades autóctonas. Vinos, como Ecléctico o Cotexa, que hablan por ellos mismos.
Aparte de la suya, apenas hay 16 bodegas en toda la denominación. 9 de ellas forman parte de la Ruta del Vino de Arribes, una de las 36 que completan las Rutas del Vino de España, y que recorre pueblos como Villarino de los Aires, Pereña de la Ribera, Vilvestre, San Felices de los Gallegos o Ahigal de los Aceiteros. Todos y cada uno de ellos piden ser recorridos.
Hacienda Zorita es la bodega más grande de la región, seguida por Bodegas Arribes Del Duero, la mayor cooperativa de la zona. Después estarían Viña Romana, Pastrana, Romanorum, Ribera de Pelazas o Quinta Las Velas. «Es una superficie muy pequeña y no es fácil trabajarla, pero el resultado merece la pena», aseguran los responsables de El Hato y El Garabato.
En Ahigal de los Aceiteros se encuentra Quinta Las Velas, la bodega con la que Enrique Robles y su mujer, Mari Carmen Márquez, se propusieron poner en valor la variedad bruñal, casi desaparecida. El suyo es otro de esos proyectos de vida que hay que conocer de cerca, una historia de pasión que comienza con la estrofa de una canción de Celtas Cortos: Una cosa es el vino y otra es el amor, pero si juntas las dos nace el amor por el vino.
«La bruñal estaba prácticamente extinguida, lo más difícil fue conseguir certificar la variedad para poder plantar más», comenta Enrique. Las señoras del pueblo les ayudan a hacer la selección de las uvas en cada vendimia. «Este pueblo es una cooperativa sin papeles», bromea. Elabora dos monovarietales, un crianza y un reserva, ambos naturales, con levaduras autóctonas y sin filtrados ni clarificados. Su apego a Las Arribes es contagioso y su generosidad, difícil de encontrar en estos tiempos.
El Peter Sisseck de Las Arribes
Thyge Jensen, «Chus» para los amigos y para los que no sabe pronunciar su nombre, es danés y llegó a Fermoselle en 2019 seducido por la rufete de la Sierra de Salamanca, para convertirse en viticultor. No sabía de vinos, pero no le faltaba esa dosis de pasión y de locura tan necesaria para quienes buscan cambiar por completo su forma de vida.
Hoy, el winemaker de Bodegas Frontio es el nuevo presidente de la Denominación de Origen Arribes. Chus elabora vinos de garaje a partir de viñedos recuperados y nuevas cepas plantadas por él mismo. Monovarietales con mucha personalidad, frescura y ligereza, como su famoso tinto Follaco o su rosado Corneo, elaborados con Juan García, o un sorprendente Orange Wine para el que emplea la uva local puesta en cruz.
Tierra de aceite y de queso
En Ahigal de los Aceiteros, además de vino, hay que probar el otro gran oro líquido de la región, el aceite. En este pueblo salmantino se encuentra la primera almazara ecológica de Las Arribes, Aceiteros del Águeda. Allí, Loli Sánchez se esfuerza por elaborar aceites más frescos y agradables en boca a partir de la recogida en verde. Y ya metidos en faena, deberemos que conducir hasta el cercano pueblo de San Felices de los Gallegos para visitar su interesante Museo del Aceite. Y su precioso castillo medieval, claro.
En Hinojosa del Duero tampoco podemos perdernos los quesos de leche cruda de oveja que Quesos Hinojosa elabora desde 1953. Felipe Hernández, tercera generación de esta empresa familiar, es uno de esos jóvenes que decidieron no marcharse del pueblo y evitar así que la artesanía y la tradición desaparecieran para siempre. Gracias a personas como él, Las Arribes son, a día de hoy, un paraíso natural pero también gastronómico.
Vistas de pájaro, un crucero ambiental y una presa de cine
180 kilómetros de cañones fluviales y una situación fronteriza alejada de los núcleos urbanos, convierten a Las Arribes en un oasis en los confines de Castilla y León. Un jardín con vistas a Portugal, cobijado entre cañones de granito y rocas metamórficas o arribes que perfilan el Duero. El lugar perfecto para desplegar las alas y sobrevolar como si fuéramos buitres leonados, cigüeñas negras, águilas perdiceras o alimoches.
Uno de los mejores sitios para empezar a mimetizarse con el entorno es el Mirador de las Barrancas, enclavado en un espolón entre el Arroyo Pisón y el Duero, en la localidad zamorana de Fariza. Y de ahí, directos al crucero ambiental de Europarques, la mejor opción para sumergirse en la riqueza paisajística y faunística de Las Arribes. Un paseo silencioso, casi místico, por el gran río, en el tramo vertical más espectacular de Arribes del Duero y Douro Valley, con salida desde la frontera de Zamora con Miranda do Douro, en Portugal.
Los amantes del cine pueden hacer su particular homenaje al Séptimo Arte en la Presa de Aldeadávila, el lugar donde hace más medio siglo se inventó la palabra «vértigo» (mentira) y donde se rodaron escenas de películas míticas (esto sí es verdad) como Doctor Zhivago (es donde comienza la historia de Yuri y Lara), La Cabina (aquí es donde acaba el pobre López Vázquez) o la más reciente Terminator 6 (no hace falta verla para saber que en esa escena la palma alguien). Conocida como el Mirador de Aldeávila o de Iberdrola, es una de las construcciones más impresionantes llevadas a cabo por el ser humano. Para una perspectiva aún más impactante, el reto es asomarse al vacío desde el nuevo Mirador del Fraile.
*Nota para ansiosos: Si ya estás buscando alojamiento en Arribes del Duero, echa un ojo al Hotel Posada Doña Urraca, en Fermoselle, y a Mesa del Conde en San Felices de los Gallegos. Una vez allí, prueba los champiñones a la plancha y el bacalao a la tranca en el Restaurante España y la hamburguesa de la raza sayaguesa ‘Bos Taurus Primigenius’ (la más antigua de Europa) en La Enoteca del Marqués, ambos en Fermoselle. Pero si quieres cocina casera de la de mojar pan, ponte en manos de Mamen en el Restaurante El Rollo, en Vilvestre.