Albert Rivera y Pedro Sánchez 'pactan' hasta la vestimenta
Han vestido uniforme y sólo se han diferenciado en el color de la corbata. Este código en el vestir comunica seriedad y ofrece credibilidad al acuerdo.
25 febrero, 2016 03:02Noticias relacionadas
La de este miércoles ha sido una escena política de las que pasarán a la historia de nuestro país. Albert Rivera y Pedro Sánchez, conscientes de la importancia del momento, decidieron pactar hasta la vestimenta y no sólo la investidura. Ninguno de los dos líderes, ni el socialista ni el de Ciudadanos, quería quedar por encima del otro en la firma del principio de acuerdo de Gobierno, que han protagonizado en el Congreso de los Diputados.
Una de las maneras en que nos proyectamos es a través de nuestra ropa y ambos han querido hacerlo al unísono. Por ello han elegido traje chaqueta azul oscuro, el de Sánchez tenía la solapa un poco más ancha que la de Rivera (porque es más alto y tiene más votos), la misma camisa blanca con el mismo cuello, los mismos zapatos negros de traje y el mismo estilo de corbata, sólo que Pedro ha elegido el rojo y Albert el azul.
Han predominado dos colores cargados de simbolismo. Por un lado, el blanco de la camisa que desprende pureza, y el azul del traje que transmite serenidad, sinceridad, responsabilidad. Se han peinado hacia el mismo lado, el derecho. La única diferencia es que Albert tiene el cabello más rebelde y Pedro tiene más entradas.
Nada de lo que ha sucedido hoy se ha dejado al azar. Todo estaba perfectamente orquestado. Han firmado con el mismo modelo de bolígrafo, han apoyado la mano izquierda igual, han hecho el mismo gesto con la cabeza y hacia el mismo lado. PSOE y Ciudadanos querían dar imagen de unión y lo han conseguido.
Hasta esta mañana, parecía imposible que ambos líderes llegaran a un acuerdo, sin embargo, viéndoles firmar nadie pone en duda que se entienden. El uso de un código de vestimenta uniforme como el que han elegido constituye una forma de comunicar la seriedad y presencia del acuerdo y ofrece credibilidad y confianza a los ciudadanos. Una vez más, queda patente que el marketing político es una herramienta útil que funciona.