Casi veinte años después de su cierre, el semanario El Caso ha servido como fuente de inspiración para una serie de televisión en TVE. El tabloide sensacionalista, que siempre estará ligado a nuestra historia por relatar en sus páginas la historia más negra de nuestro país, contaba en sus páginas crímenes y episodios trágicos más desagradables y escandalosas de la sociedad española de posguerra. Pero no sólo eso.
Este periódico que esquivaba la censura franquista, pero que avergonzaba a una gran parte de la profesión, también se especializó en crónica social. Y así, a través de sus páginas, también los españoles también podían enterarse de lo último acontecido en la vida de los famosos sin ningún tipo de cortapisas.Una de sus portadas más llamativas tuvo como protagonista a Camilo Sesto.
Allá por octubre de 1987, el periódico abría toda página con la noticia de que “Camilo Sesto se muere”. “El SIDA podría ser el culpable”, decía en el antetítulo. “Una grave y misterio enfermedad le obligó a suspender su gira por los Estados Unidos. Médicos y enfermeros le vigilan día y noche en su mansión de Los Ángeles”, continuaba. Ya en páginas interiores, el periódico afirmaba que “oficialmente lo que se nos ha dicho es que Camilo padece de hepatitis”. No obstante, continuaban con su relato morboso afirmando que “todos los expertos consultados por este periódico dicen que nadie que padezca hepatitis desmejora tan rápidamente y de modo tan agudo como el cantante hispano”.
“La opinión pública en general y sus seguidores en particular merecen una explicación que termine con tanto misterio. ¿Está enfermo y grave Camilo Sesto? ¿De qué? ¿Es el SIDA el mal que aqueja al querido cantante? Si es así, bueno sería reconocerlo de una vez para desdramatizar la situación”, defendía David Olalquiaga. La respuesta del cantante, obviamente, no se hizo esperar y tras declarar a los medios que “no estoy bien salud, pero no tengo SIDA”, interpuso una demanda contra el medio en la que reclamaba 25 millones de pesetas al amparo de la ley de Protección del Derecho al Honor.
Camilo Sesto exponían en la demanda que aquella información, pese a ser rigurosamente falsa, provocó un grave quebranto en su honor, ya que esa enfermedad "puede ser calificada al día de hoy, desde una perspectiva del sentir social, como una enfermedad infamante" ( ... ) que puede producir "un vacío en torno al artista y un aislamiento respecto del mismo de su público".
Finalmente, el juez de primera instancia número 16 de Madrid, Rafael Gómez Chaparro, condenó a Joaquín Abad, director del semanario al periodista David Olarquiaga y a la empresa editora de la publicación, Edial S.A., al pago de una indemnización conjunta de dos millones de pesetas por intromisión en el honor del cantante.
Isabel Preysler y Disneylandia
Curiosamente por aquellas fechas El Caso entrevistaba a Rappel, el famoso vidente que ha vuelto a las portadas de los medios por su participación en Gran Hermano VIP. “Rappel es uno de los (si no el que más) echadores de cartas y videntes más populares de todos los tiempos”, escribía el diario. Entre otras predicciones, el vidente decía que en aquel año (1987) las cartas predecían que “haría esa comedia musical que tanto le viene pidiendo que haga. Pero, en sus manos le vi un hijo… ¡Un hijo varón!”. Unas predicciones completamente desacertadas.
Aquella comedia nunca llegó. El hijo varón, tampoco.También contaba que Moncho Borrajo tenía proyectos de boda con una mujer que no es del mundo del espectáculo, una divorciada. Algo bastante curioso teniendo en cuenta que el humorista es homosexual. “Se echó a reír. Pero me dijo que de ser cierto lo de su boda, yo sería su madrina”, explicaba Rappel.
En aquel número, El Caso además contaba cómo el abogado Matías Cortés e Isabel Preysler proyectaban comprar unos terrenos por mil millones de pesetas y vendérselos al Estado por diez mil millones, para la ubicación de Disneylandia. “Pese al fracaso del plan Disney, la relación de Matías Cortés con Isabel Preysler se ha consolidado, y de ahora en adelante serán buenos compañeros. Hay importantes intereses económicos de por medio. Materia más que suficiente para el siguiente capítulo de esta gran crónica negra contemporánea”, escribía.