En todas las familias 'cuecen habas'. También en las que, por protocolo, han de guardar las formas de cara a la opinión pública. En éstas, de hecho, las judías hierven con más fuerza que en el resto. Y si no, que se lo digan a los Borbones, los Grimaldi, los Bernadotte o los Glücksburgo. Todas han tenido (o tienen) un denominador común: un yerno real que les da más de un disgusto, llegando en ocasiones a hacer tambalear por momentos los cimientos de la institución.
Al menos en la Casa Real noruega los Glücksburgo respiran, desde este fin de semana, algo más tranquilos después del comunicado oficial que anunciaba el fin del matrimonio entre la primogénita del rey Harald (79 años), Marta Luisa de Noruega (44), y Ari Behn (43), después de casi tres lustros de unión y tres hijos en común.
Una ristra de polémicas
Los escándalos han perseguido a Ari Behn desde antes incluso de su matrimonio con la hermana de Haakon de Noruega (43). Su reputación de chico malo venía definida por sus coqueteos públicos con las drogas (llegó a participar en un documental junto a unas prostitutas que esnifaban cocaína), por disfrazarse de drag queen en una noche de fiesta por Barcelona, por protagonizar un reality show, por sus cuestionables amistades o por su querencia por los ambientes homosexuales, entre otros muchos escándalos.
Quizá una de las más sonadas fue la que tuvo lugar a finales del año pasado, cuando fue cazado durante una fiesta tonteando con una conocida bloguera, hasta el punto de hundir su cabeza entre los pechos de la famosa en cuestión. Este hecho avergonzó y decepcionó a Harald y su esposa, que no encontraron la forma de justificar el comportamiento díscolo del marido de su hija, al que los medios del país llegaron a apodar 'el yerno del infierno'.
Las tiranteces con su familia política eran de sobra conocidas, sobre todo después de sus polémicas declaraciones en televisión con opiniones políticamente incorrectas, como cuando confesó sus inclinaciones políticas, cuando reconoció que su relación con Marta Luisa era "abierta" o cuando se pronunció a favor de los talibanes. El propio Harald salió al paso para desmarcarse, pero en el fondo no sabía dónde meterse. Y eso que Marta Luisa ya no era 'alteza real' después de casarse con un plebeyo como Ari, pero el bochorno no se lo quitaba nadie.
La trayectoria de Ari Behn no queda ahí. En 2013 tuvo una ocurrencia de lo más estrafalaria: vestirse como un mendigo y deambular por las calles de Londres pidiendo limosna. Lo hizo con dos objetivos: por un lado, protestar contra la prensa noruega que le acusa de ser un mantenido y vivir como un marajá, y aprovechar para hacer propaganda de su marca de vino, Mandala, y de una exposición de sus cuadros.
"Soy patológicamente desafiante"
Ari Behn, cuya familia también es peculiar (sus padres se divorciaron, se casaron con terceras personas y en la boda de su hijo con Marta Luisa retomaron su relación y volvieron a contraer matrimonio), ha asumido con resignación y serenidad su nueva etapa tras el divorcio. Es más, el excéntrico yerno tenía claro que esto podía pasar.
"Tarde o temprano voy a ser expulsado de la casa", declaraba recientemente en una entrevista. "Soy patológicamente desafiante. He cometido muchos errores. Sé que creo problemas y a menudo termino en situaciones comprometedoras y en peleas estúpidas. Es difícil vivir conmigo", ha reconocido Behn, al tiempo que confesaba su afición a la ginebra y que sufre de depresiones crónicas.
Iñaki Urdangarin, el 'yerno ideal'
Si en Noruega ha sido Ari Behn el que ha dado más quebraderos de cabeza a la Familia Real, en España la réplica la da Iñaki Urdangarin (48). El que fuera yerno ideal contribuyó a que don Juan Carlos (78) viviera en 2012 su annus horribilis, azuzado -además de por sus propias polémicas- por las del marido de su hija Cristina (51). La imputación del ex jugador de balonmano en el Caso Nóos marcó un punto de inflexión convirtiéndose en el mayor escándalo que ha vivido la Monarquía Española.
Ver a una infanta de España y a su marido sentados en el banquillo de los acusados es una imagen que a la Corona le ha costado (y aún le cuesta) superar. Los negocios del ex duque de Palma han traído a los Borbones por el camino de la amargura, como también lo ha hizo en su día Ernesto de Hannover (62).
Ernesto de Hannover, incorregible y rebelde
El ex marido de Carolina de Mónaco (59) acumula un largo historial de incidentes a sus espaldas, que obviamente influyeron negativamente en la imagen pública de los Grimaldi. Aún resuenan los ecos de su sonada ausencia en la iglesia el día del enlace de los entonces príncipes de Asturias, Felipe 48) y Letizia (43), debido a la fuerte resaca tras una noche de juerga en la madrileña discoteca Gabanna.
No ha sido el único suceso de este tipo. Eternas noches en los bares, agresiones a turistas durante sus vacaciones en Ibiza, conducción temeraria (hasta el punto de protagonizar sonados altercados con paparazzi y circular a más de 200 kilómetros por hora) y ocurrencias como la de orinar en la pared del pabellón turco de la muestra universal Hannover 2000 completan el currículum de un hombre que incluso llegó a ausentarse del funeral de su suegro Rainiero y de la boda de su cuñado, el príncipe Alberto de Mónaco. Su querencia por el alcohol ha tenido mucho que ver con todas estas polémicas.
Chris O'Neill, el 'Urdangarin sueco'
En el reino de Ikea también existen los disgustos por parte de un yerno real. El rey Carlos Gustavo (70) acumula alegría tras alegría y muchas de ellas proceden del marido de su pequeña Magdalena de Suecia (34). Los medios de comunicación del país han destapado en alguna ocasión la "desconocida fortuna familiar" que el padre de O'Neill dejó a sus cuatro hijos y que al parecer fueron depositados en un paraíso fiscal. Además, los escándalos financieros le han perseguido de tal forma que la sombra de la sospecha de supuestas irregularidades se ha cernido sobre él y sus negocios.
El pasado año, para más inri, la prensa local insinuó que el cuñado de Victoria de Suecia (39) tenía problemas con la bebida, una afición que compartiría, de ser cierta, con la mayor parte de estos yernos díscolos de las Familias Reales europeas.