Todo lo que la duquesa de Cambridge (35 años) toca se convierte en oro. No ocurre lo mismo con su homóloga Letizia (44), a quien las alabanzas no le llueven precisamente, sobre todo en lo que a estilismos se refiere. Los últimos viajes al extranjero de ambas así lo corroboran. Mientras que en el caso de la esposa de Guillermo de Inglaterra (34) los elogios la han acompañado de forma unánime convirtiéndola en icono de estilo europeo por excelencia, en el de la mujer del rey Felipe (48) las críticas se han hecho palpables en algunas de sus elecciones.
Una de las culpables del éxito constante de Middleton es su estilista Natasha Archer. Desde hace casi dos años, se encarga de seleccionar, con la connivencia de la duquesa, los modelos que luce ésta en cada uno de sus actos públicos.
El toque de Archer se ha notado desde entonces y ha tenido como resultado un estilo más atrevido acorde con la naturalidad y espontaneidad que caracteriza a la duquesa, a la que se ve mucho más rejuvenecida gracias en parte a esos cortes modernos que le otorgan además un aire más sofisticado. Tanto es así que sus vestidos acaban por agotarse en pocas horas en las webs de las respectivas firmas.
Uno de los modelos más alabados de su visita a Canadá esta semana -viaje que acababa este sábado- ha sido precisamente el primero que lució a su llegada al país: el vestido azul de la diseñadora Jenny Packhman, que complementó perfectamente con uno de esos tocados que sólo alguien como ella es capaz de lucir con elegancia y sin barroquismo. Como guiño a Canadá, se colocó un broche con la típica forma de hoja de arce.
Alexander McQueen es otro de los sastres fetiche cuyos trajes guarda la duquesa de Cambridge en su armario. Así, recurrió a un vestido blanco con estampado geométrico rojo y complementos en el mismo color. El modelo fue uno de los más valorados y recordaba a uno de los contados aciertos que tuvo la reina Letizia la pasada semana en su viaje a Nueva York.
El de la royal patria llevaba la firma de Carolina Herrera. Confeccionado en manga larga y color blanco, el estampado rojo era en este caso floral.
Si bien es cierto que todos los estilismos de la duquesa de Cambridge se han granjeado opiniones positivas, el que se ha llevado la palma ha sido el vestido rojo de Preen con escote asimétrico, inspirado en los años 40 y valorado en cerca de 1.500 euros. La elección del peinado y los complementos -con la hoja de arce de nuevo- fue igualmente crucial para conseguir un look de lo más acertado.
Todo lo contrario que la opción de Letizia para la recepción ofrecida por el matrimonio Obama en Estados Unidos. El vestido negro bordado con corte babydoll de Felipe Varela (48) le daba un aire gótico que quedaba lejos de favorecerla. El peinado -un moño tirante que le sumaba años- tampoco fue el más acertado.
Sin embargo, Kate volvió a acertar hasta cuando optó por el estilo informal y la camisa de cuadros. Paraguas en mano, trech beige, jersey azul y botas de cuero de 550 euros fueron los complementos que eligió para pasear por la calle durante esos fríos y lluviosos días.
El fichaje simultáneo de las estilistas
Si la duquesa de Cambridge incorporó a Natasha Archer a su equipo hace año y medio, la reina Letizia hizo lo propio con Eva Fernández por las mismas fechas.
En la primavera del año pasado, la estilista fue fichada por la reina como asesora en Palacio, aunque en realidad no figura como tal sobre el papel y en numerosas ocasiones Letizia ha rechazado que tuviera estilista, pero su misión es la de ejercer de filtro entre las diversas firmas de moda y la esposa del rey Felipe.
Antes de entrar a Zarzuela, Fernández trabajó en la revista Cosmopolitan como estilista senior.
Con todo, y pese a haber entrado a trabajar en sendos palacios al mismo tiempo, lo cierto es que entre las dos empleadas, igual que entre las dos royals, existen diferencias notables en lo que a preferencias estilísticas se refiere.
La espontaneidad de Kate
Pero el estilo no es lo único que separa a Letizia de su homóloga británica. La duquesa de Cambridge gusta no sólo a sus compatriotas, sino al resto del planeta, que admiran la naturalidad y espontaneidad de la esposa de Guillermo, así como su dulzura y continua sonrisa.
En esto también le han ayudado sus hijos. Este viernes, de hecho, los pequeños George (3) y Charlotte (1) acapararon todos los flashes logrando eclipsar incluso a sus propios padres. Una fiesta infantil fue el escenario en el que los hijos de Guillermo de Inglaterra se desenvolvieran con total normalidad y cautivaran a todos los presentes.
La actitud informal, desenfadada, alegre y espontánea de Kate, que volvió a acertar en su estilismo con un sencillo vestido hueso de Chloe, choca con el encorsetamiento y rigidez del caso español. Durante el último posado oficial de este verano en los jardines de Marivent, ni Leonor (10) ni Sofía (9) -en una de sus contadas apariciones públicas- se salieron de lo pautado.