Sofía la reina es un homenaje a la reina emérita. Su autora es Pilar de Arístegui, considerada una de las voces más representativas de la novela histórica de calidad en lengua española. Es, además, pintora, cuyas obras han ocupado puestos de honor en museos internacionales; especialista en Historia del Arte y autora de publicaciones de gran éxito en España y América Latina. A escasos días de que su nuevo libro salga a la luz, Arístegui ha concedido una entrevista a EL ESPAÑOL en la que traza un perfil documentado sobre quién es nuestra soberana consorte. Su exquisita formación y su delicado papel en la democracia, quedan reflejados en la biografía.
La obra la presentará el 2 de noviembre, día del cumpleaños de la reina emérita. La autora nos define su ejemplar como "simplemente una crónica, en la que cuento más hechos que opiniones, porque es lo que retrata a nuestra soberana. Y sobre todo, lo gloso todo en una frase final que lo expresa muy bien: "ha querido ser útil a los demás".
Pilar, ¿qué aporta usted en esa biografía de la reina doña Sofía (77 años) que no hayan aportado otros biógrafos?
Creo que aporta anécdotas inéditas que me han ido contando personas muy cercanas a su entorno y que yo agradezco en la columna de agradecimientos al final del libro. Por ejemplo, la que tuvo lugar en el Santuario de Loyola en el año 1981. Entraron los reyes con la comitiva y mi hermano Perico, que entonces era Gobernador de Guipúzcoa, cuidó de todo para que estuviera en orden. Pero al entrar en la basílica los reyes se escucha un enorme estruendo. Eran los años sangrientos de ETA. Instintivamente el rey don Juan Carlos (78) cubrió con su cuerpo a manera de escudo, a la reina. Mi hermano me lo contó así y para mí es una muestra de amor absoluto y pensé: el rey amaba mucho a la reina. La admiración del uno por el otro y la complementariedad siempre ha sido innegable.
También habla de los detalles que tenía don Juan Carlos con ella...
Sí, como ese cumpleaños de la reina en el que cumplió cuarenta. El rey organizó una cena para doña Sofía y llamó a toda su gente próxima. Cuando nadie esperaba nada más, abre unas puertas correderas del salón y... ¡aparecen todos sus amigos, sus primos alemanes! Se había ocupado, uno a uno, de llamarles a todos para que no faltaran. No me cabe la menor duda de que se amaron... Con las dificultades que hubo, de no haber habido unos fuertes lazos de amor, hubiera sido imposible el matrimonio y las enormes dificultades que atravesaron como monarcas durante la Transición. Estaban muy compenetrados.
Pero luego vinieron otros tiempos, esos que los medios vertían ríos de tinta de Corina, en los que parece que el amor se acabó...
No he querido entrar en esas historias. Ni quiero comentar esos temas. No he querido en mi libro entrar en su privacidad. Todos tenemos derecho a ella. Creo que para ese tipo de comentario hay que estar dentro y yo evidentemente no lo he estado. Mi libro se asienta sobre tres hechos fundamentales: El exilio y la educación. La comprensión, ayuda y cooperación que aprendió doña Sofía de su madre y de su padre. Y el entendimiento de la diversidad.
Muchos dicen que los ojos de la reina están tristes...
¡Que va! ¡En absoluto! Le brillan los ojos y tiene una sonrisa sincera. Habrá tenido sus problemas como todos, pero no la considero triste.
Cuéntenos: ¿La reina ha leído su libro?
No lo sé (risas). Yo he escrito este libro desde la más absoluta libertad. He tenido mucha información, pero he intentado abordarlo desde el respeto. Desde ese respeto que me inspira esta gran mujer con la que he tenido la ocasión de hablar en distintos momentos de mi vida.
Ha investigado palmo a palmo la vida de nuestra reina, ¿qué virtud recalcaría de doña Sofía?
Sin duda su involucración en obras sociales. Desde la de Concordia ayudando a su prima María Luisa de Prusia con los enfermos del Sida. Ayudó a Teresa de Calcuta, al Padre Ángel, a Mohamad Yunus, a Somali Mam. Ella es sabedora de que apoyarles ha cambiado el mundo. Es como si tuviera un rayo láser, un olfato innato para saber quién es la persona válida para que pueda revertir sus esfuerzos sobre el bien común.
¿Doña Letizia (44) debería tener un espejo en doña Sofía?
Los tiempos han cambiado y cada generación tiene su estilo. Ella ha tenido que hacer lo suyo. Pero evidentemente tiene un magnífico ejemplo en su suegra.
Es cierto que la vida de una y de otra no tuvieron nada que ver, doña Sofía se educó en el exilio...
Su núcleo familiar siempre estuvo lleno de cariño. Y pienso que ella ha intentado reproducir ese patrón con los suyos. Para ella la familia ha sido muy importante y lo sigue siendo.
Cálida y brillante
Usted la ha tratado de cerca, ¿cómo es ella?
Es atenta, cercana, si habla contigo sólo está pendiente de ti. Le brillan los ojos cuando escucha... No obstante, he intentado no aparecer más que como cronista, por eso, algunas anécdotas vividas, las cuento en tercera persona.
Usted dibuja en su obra un perfil de mujer cálida, ¿pero por qué mucha gente tiene la imagen de frialdad de la reina emérita?
Es algo que nunca he entendido porque ella es una mujer muy afectuosa. De verdad. Tal vez su talante de mujer responsable, organizada, consciente de sus deberes, haya distraído a algunos de pensar en su calidez. Ella sonríe a todo el mundo y da su momento de atención a todos. En el estreno de la ópera Goya en el Kennedy Center, ocurrió una anécdota curiosa. Una invitada estaba hablando con la reina y, cuando recibe la foto de aquel instante, se da cuenta de que detrás de doña Sofía estaba su íntimo amigo Rostropóvich... ¿Quién no se hubiera distraído saludando a un gran amigo que está detrás?: La reina. Siguió escuchándola como si no hubiera nada más importante en ese momento. Eso es de un talante cálido.
¿La virtud de ser una gran escuchadora ha sido su secreto mejor guardado?
Calla, escucha y siempre tiene la palabra oportuna. Es muy prudente. Tiene la misma energía que su madre, pero con una virtud añadida: la prudencia.
De lejos siempre vemos a la reina como la gran protagonista de nuestra democracia.
Ella siempre ha estado al lado del rey. Siempre repite que no quería nada de protagonismo y que lo suyo sólo era ayudar. En mi fuero interno, pienso que tiene que haber dado consejos a su esposo, que no es aconsejar, porque es una mujer culta, inteligente y observadora.
Siempre al lado de la infanta Cristina
¿El el peor momento vivido como mujer ha sido la causa judicial de la infanta Cristina (51)?
Ella ha estado con su hija siempre que la ha necesitado y la reina no lo ha ocultado. Bajo mi análisis creo que el peor momento de su vida fue la muerte de su padre, el rey Pablo; fue un durísimo golpe para ella. Tenían una relación maravillosa y aprendió muchísimo de él. En mi libro también toco el tema de Cristina y me parece que cada vez que su hija le ha necesitado, ha estado a su lado. Se ha puesto el mundo por montera y me parece fantástico: una hija es una hija. Puedes saber que ha cometido errores, pero eres su madre y no puedes dejar de estar a su lado.
Se han dicho cosas duras también sobre ella como que en el 23-F había un avión preparado, y que la reina se marchó con el Príncipe de Asturias fuera de España...
Eso lo ha desmentido repetidas veces, e incluso la reina se enfada... No lo trato profundamente en el libro porque no son pocos los que han vertido ríos de tinta de aquello. En ese momento recalco cómo reacciona la reina: ayudando a todo el mundo, escuchando, apoyando, ocupándose hasta de que haya café, en esa larguísima madrugada.
Felipe, el niño de sus ojos
Dicen que el rey Felipe (48) se parece mucho al padre de Doña Sofía, el rey Pablo...
También lo dice la reina. La parte reflexiva de doña Sofía la tiene el rey Felipe: los detalles, la responsabilidad, el orden, la calidez humana.
Se escribió mucho de que llevó mal que el niño de sus ojos se casase con una 'plebeya'...
Yo pienso que no. Fíjate, en su familia hay un antecedente de casamiento de la misma índole. Su tío, el rey Alejandro I se había casado con una griega que no era perteneciente a la realeza, Aspasia Manos. Yo no afirmo, pero intuyo que doña Sofía siempre respetó la decisión de su hijo.
¿Quiénes son las amigas de la reina emérita?
Ella tiene la gran suerte de tener a su hermana, Irene, y su amiga del alma Tatiana de Radziwill, que estuvo en el exilio con ella. Son leales y discretas.
¿Cómo está siendo su jubilación?
Esta gozando de sus nietos. Me congratula ver las imágenes de la suelta de tortugas en Cabrera, con ellos, y en el mar, que es otra de sus grandes pasiones...
Su libro termina con la imagen del balcón del palacio de Oriente el día de la proclamación de su hijo como rey de España.
Es bonito terminarlo ahí. Ya ha sido la proclamación en las Cortes, en ese momento apoteósico en el que el rey pide el reconocimiento para su madre, que es reina...
Dicen en estos tiempos, que un Felipe V trajo a los Borbones y un Felipe VI se los va a llevar...
Los ciudadanos son los que tendrán que analizar si la monarquía es útil. Ellos tendrán que decidir. Lo que yo tengo muy claro es que es muy útil.