No han sido necesarios los casi 20 años que tardó el artista Antonio López (80 años) en retratar a la Familia Real española. Sólo han bastado seis meses para que la princesa Leonor (11) tuviera su primer retrato oficial. Claro que no ha sido López el encargado de firmar la obra, sino el pintor Ricardo Sanz (57). "López tiene otro ritmo, es inconformista y modifica constantemente su obra. Yo soy más rápido porque me canso pronto de las obras", justifica este último en conversación con EL ESPAÑOL.
Sanz se ha convertido en el pintor de cámara, al plasmar sobre lienzo a los miembros de la Primera Familia. No en vano en los años 80 retrató a la reina Sofía (78) y volvió a repetir experiencia real cuando Zarzuela le encargó el primer retrato oficial de los entonces príncipes de Asturias justo después de su boda.
El cuadro de Leonor, en el que también aparece su padre, ha sido uno de los regalos que ha recibido la princesa de Asturias coincidiendo con su undécimo cumpleaños. Realizado en carboncillo y óleo, mide 1,90 por 1,20, casi a tamaño natural. Eso sí, el regalo no decorará la habitación de la royal sino la sala de conferencias del club Siglo XXI, del que es presidente uno de los mejores amigos de su abuelo.
Precisamente esa estancia estaba presidida hasta ahora por un retrato del rey Juan Carlos (78) con su hijo Felipe. "Ya era hora de cambiarlo y por eso encargamos esa labor a uno de los mejores retratistas como es Ricardo", reconoce Gerardo Seeliger.
Fundador de la firma Seeliger y Conde -en la que trabajó un tiempo Esperanza Aguirre (64)- Seeliger conoció al rey Juan Carlos en los Juegos Olímpicos de 1972. Desde entonces ha compartido regatas con la Familia Real y ha mantenido una estrecha relación con el monarca emérito.
Precisamente Seeliger y Sanz han mantenido un contacto constante y directo con la Casa Real durante la elaboración del cuadro. Pese a que ambos se muestran prudentes al respecto, lo cierto es que según ha podido saber este medio tanto Felipe VI como su primogénita han tenido varios encuentros con el pintor para poder llevar a cabo la obra.
"Están satisfechos con el resultado, les ha encantado y yo pretendo invitarles para que próximamente puedan pasarse por esta sala para que puedan disfrutarlo en directo", confiesa Seeliger a EL ESPAÑOL.
Por su parte, Sanz reconoce que pintar retratos, "y más siendo de quien son", supone una responsabilidad añadida, aunque aclara que en ningún caso las exigencias le han venido dadas de Zarzuela, sino que ha sido una "presión autoimpuesta".
Lo que sí ha querido plasmar el pintor es la personalidad de padre e hija. "Procuro entrar en su carácter, destacar los rasgos que yo intuyo de la persona a la que estoy retratando, aunque el trabajo final es del que observa", asegura Sanz. Así, del padre ha extraído la serenidad y la responsabilidad, mientras que de la futura reina, a la que Sanz estaría encantado de volver a retratar, ha resaltado su sencillez y la importancia de quien, un paso por delante de su padre, constituye el futuro de la monarquía.