Llevaba unos meses casi escondida, apartada de los focos y de la primera línea mediática, aunque Corinna Zu Sayn-Wittgenstein (52 años) seguía trabajando discretamente con las mismas personalidades influyentes con las que solía hacerlo antes de que saltara por los aires el escándalo Botsuana. No le gusta conceder entrevistas ni verse en las portadas de los periódicos, pero lo cierto es que lo ha vuelto a hacer. La alemana, conocida por su amistad entrañable con el rey Juan Carlos (79), se ha abierto en canal para la revista francesa Point de Vue y ha desvelado detalles de su vida hasta ahora desconocidos, incluso su opinión sobre la repercusión que tuvo en su momento su relación con el monarca emérito.
Corinna se toma muy en serio su trabajo. También su vida privada. Siempre ha hecho gala de una gran discreción, incluso cuando su nombre copó titulares tras descubrirse que ella acompañaba al monarca emérito en su lujosa cacería en Botsuana. Aunque, eso sí, habla sin tapujos sobre aquella polémica. "Es un episodio que asumo, pero que se amplifica y se utiliza de una manera inadecuada. Es una visibilidad que no quería y lo que he hecho es usar todo esto para hacer algo positivo y enfocarlo hacia la filantropía. Estas actividades ocupan el 50% de mi tiempo. El otro 50% lo ocupo con mis actividades comerciales".
En la actualidad, trabaja con la Familia Real de Mónaco y de Oriente Medio. Además es miembro de la Clinton Global Initiative y está volcada con Naked Heart, la fundación de la modelo Natalia Vodianova (35).
"Conozco al príncipe Alberto (59) desde 1984. Fue gracias a Ira von Füstenberg (77), que se llevaba muy bien tanto con mis padres como con Rainiero. Cuando le conocí yo era muy joven. Luego le he acompañado a él y a su pareja en sus movimientos. Compartimos una confianza mutua que requiere discreción. Para mí la cualidad más importante en la vida es la lealtad sin titubeos", sentencia rotunda.
Una infancia entre hombres y manías curiosas
La consultora alemana no tiene reparos en revelar detalles de su pasado. "Pasé mi infancia rodeada de hombres. En mi familia solo hay chicos (...). Ahora me aceptan en lugares y reuniones en las que normalmente no se permite la entrada de mujeres, sobre todo en Oriente Medio. Aprendí a respetar el código. Nunca miré a un hombre a los ojos y aprendí a vestirme de forma adecuada".
"Mi vestuario es bastante ilustrativo. Organizo mis trajes por países según ese código de vestimenta: Arabia Saudí, Jordania, Europa... y así sucesivamente", confiesa abiertamente sin temor alguno a reconocer sus manías más curiosas.
Pero no es la única directriz que sigue Corinna cuando tiene que emprender un nuevo proyecto en un país concreto. Su preparación va más allá. "Mi viaje en el avión transcurre entre la lectura de la prensa local, la familiarización con el idioma del país de destino y la elección de platos locales. El vuelo me permite hacer una especie de traslado intelectual para estar completamente presente cuando llego al lugar en cuestión", explica.
Sus hijos y sus estudios
En la actualidad mantiene una excelente relación de afecto con sus dos exmaridos, con los que tiene sendos hijos. Una de sus mayores preocupaciones es, de hecho, su educación. "Deseo transmitirles valor para enfrentar el mundo de hoy y la disciplina de cada momento para llevar a cabo sus ambiciones. Quiero que vivan su pasión. Creo que voy por buen camino y estoy muy orgullosa de ellos", desgrana a la citada publicación. La mayor, Anastasia (25), estudia en la Universidad de Columbia y está comprometida. El pequeño, Alexander (15), creó su propia fundación en Kenia, toca el piano, sabe pilotar aviones y es un apasionado de la cocina como su madre.
Además de la gastronomía, la consultora tiene otros hobbies. Gran amante de la caza, el esquí, los deportes acuáticos y el buceo, pocos saben que fue miembro del equipo alemán junior de patinaje artístico y que, tras estudiar relaciones internacionales en Ginebra, se especializó en conflictos religiosos en Oriente Medio, algo que le ha resultado muy útil en su trabajo. Su tesis, de hecho, versó sobre la influencia de las organizaciones terroristas en las decisiones de la ONU.
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Corinna es una mujer de mundo. No en vano creció entre Alemania y Brasil. "Durante mis años de juventud viajé mucho y descubrí mundo gracias a mi padre, que dirigía una compañía aérea. Mi padre me presentó a mucha gente y yo estaba casi todo el tiempo con los adultos. Él y mi madre eran muy abiertos y tolerantes. Nos inculcaron grandes valores y nos dieron una gran educación que me permitió estudiar cinco idiomas", explica con orgullo.
Desaparecida hasta ahora
La alemana ha permanecido en el ostracismo mediático en los últimos meses. La última vez que se dejó ver y oír fue el pasado mes de noviembre en Zimbabue, casi el mismo lugar en el que tuvo lugar el controvertido safari de Botsuana en 2012 que marcó un punto de inflexión en la monarquía del rey Juan Carlos. Corinna regresó al lugar del crimen para presidir un concurso de belleza.
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Meses antes, la consultora había abierto de par en par las puertas de su casa londinense de 11 millones de euros a la misma revista francesa que ahora vuelve a entrevistarla. Aunque ella reside la mayor parte del tiempo en Mónaco, viaja a menudo a Reino Unido por razones profesionales. Aquí cuenta con una casa en pleno centro de la capital de 240 metros cuadrados.