Letizia se lo pone todo y deja claro quién es la reina
- Era una noche para brillar y para eso nada mejor que la Tiara Rusa, lo más parecido que hay en el joyero real a una corona de reina.
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"Si quieres entrar en un salón y que todo el mundo se quede en silencio, tus joyas tienen que brillar más que tus palabras", truquito de una de las grandes, Isabel II (92 años) a una Lady Di que comenzaba su andadura como princesa de Gales allá por el año 1981. Y aunque el consejo no era para ella, la reina Letizia (46) lo siguió ayer a pies juntillas en el Salón del Trono del Palacio Real.
La noche lo merecía, cena de gala en honor al presidente chino, Xi Jinping y su esposa, Peng Liyuan, que han pasado dos días en Madrid en visita de Estado. Entre las invitadas había mucha competencia empezando por la primera dama china, que es soprano de profesión y una estrella en su país, hasta la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez (43), que estaba espectacular con un modelo de terciopelo rojo y brocados firmado por el asturiano Marcos Luengo. Así que Letizia tenía que sacar toda la artillería si quería ganar la batalla en el Palacio Real. Pero nadie como ella para vencer en este tipo de contiendas.
La esposa de Felipe VI (50) tenía que parecer una reina ante los mandatarios de un país que no entiende ni de reyes, ni princesas ni de título nobiliarios y para eso necesitas una buena corona para que quede claro. Y lo más parecido que hay en España a un halo real es la llamada Tiara Rusa. Es decir, si quieres pasar desapercibida cuando te vas con tu estilista de comprar por Madrid, como ocurrió la semana pasada, te pones una coleta, un abrigo azul, zapatillas y unas buenas gafas de sol, y si quieres deslumbrar a los chinos tiras de las joyas de pasar con una buena tiara.
La reina es una mujer que mide bien sus pasos. Nunca da puntada sin hilo y sabía que este era el momento de lucir sobre su regia cabeza, por primera vez, esta corona. Esta será, probablemente, la última cena de gala del 2018 y había que dejar un buen sabor de boca.
La Tiara Rusa perteneció a la reina regente María Cristina de Austria, madre de Alfonso XIII. Su nombre le viene de los tocados tradicionales rusos, los Kokoshnick, de ahí su nombre. Está hecha en platino, perlas y diamantes. No pertenecía a las llamadas joyas de pasar que la reina Victoria Eugenia dejó a la Corona española para que las siguientes soberanas lucieran. Esta joya era propiedad de la Condesa de Barcelona, y se la prestaba en muchas ocasiones a su nuera, la reina Sofía (80). Cuando murió María de las Mercedes -esposa de Juan de Borbón, padre de Juan Carlos I (80)-, el rey emérito se la compró a su esposa y ésta la unió al lote de las piezas destinadas solo para las reinas.
Pero si a pesar de la Corona no quedaba claro quién era la reina en el salón del trono del Palacio Real, Letizia ha lucido los pendientes Chatones, dos brillantes del tamaño de una uña del dedo gordo y las pulseras gemelas, que hay quien se empeña en señalar que son de Cartier pero la reina Victoria Eugenia las compró en Bvlgari, más en concreto en el local que la firma de joyería tiene en Roma. Me llama la atención que Letizia se haya puesto las pulseras en la mano derecha, ella siempre que las lleva en la izquierda para que no le molesten para saludar, parece claro que hoy querían que brillaran con fuerza.
Para una mujer austera, a la que en su día a día no le gusta llevar más que pendientes, este miércoles por la noche la reina se lo puso todo, incluido el broche de diamantes con forma de Flor de Lis (símbolo de los Borbones) para sujetar la banda de la Orden de Carlos III.
Con semejante cantidad de quilates encima de la piel, estaba claro que el vestido no podía ser excesivo y nada como el terciopelo, y más si es negro, para resaltar el brillo de los diamantes y darle un toque chic a un look de noche.
La reina repitió un vestido firmado por Felipe Varela de manga larga y silueta lápiz que estrenó cuando en 2017 estuvieron de visita en nuestro país el presidente de Argentina, Mauricio Macri (59) y su esposa, Juliana Awada (44). La prenda, hecha a medida por su modista de cabecera y amigo, va ajustadísima, marcando bien el cuerpo de Letizia, aunque para ella nunca será un problema si cena demasiado, eso nunca pasa.
Hay algo en lo que la reina parece empeñada y cuando ella se empeña… Letizia ha vuelto a calzar unos zapatos peep toe que además de estar fuera de moda total, quedan fatal cuando al caminar el vestido deja al aire tus pies y se ven los dedos, que ayer debieron de quedarse congelados, ya que en el Palacio Real el calor no es la temperatura habitual.
Y como dicen los cuentos de las reinas que llevan corona, al final fueron felices y comieron perdices -cocinados por el chef invitado de la noche Paco Roncero- por lo menos para el presidente chino y su esposa.