Iñaki Urdangarin (52 años) se ha despedido este miércoles de sus familiares cercanos antes de su regreso a la prisión de mujeres de Brieva, que se producirá de forma inminente, pues este jueves finaliza su permiso de seis días, el segundo desde que ingresara en el centro penitenciario el pasado 18 junio de 2018.
El marido de Cristina de Borbón (54) ha acudido a The Bost, un conocido restaurante en Vitoria, junto a su esposa, su madre, Claire Liebaert (84) y su hija menor, Irene (14), para celebrar una comida familiar en el que ha sido su último día de libertad antes de la vuelta a la prisión de Ávila donde cumple condena.
Al encuentro también acudieron algunos de los hermanos y otros parientes cercanos a Iñaki, que disfrutaron con él de una tranquila comida en el local, especializado en tapas y raciones de cocina tradicional. Se desconoce qué platos degustaron los comensales y si optaron por pedir a la carta o escogieron algunos de los menús cerrados disponibles, cuyo precio oscila entre los 30 y los 45 euros.
Urdangarin disfruta de un almuerzo en familia antes de volver a prisión
Después del almuerzo, la familia era captada abandonando el restaurante. El primero en salir era Iñaki, que se dirigía al coche junto a su madre y su mujer, un momento que Cristina aprovechó para saludar a los pocos curiosos que se enteraron de la presencia de la hija del rey emérito y esperaban su salida a las puertas del local.
Segundo permiso
Urdangarin vuelve a la prisión de Brieva apoyado por la Infanta
Se trata de la segunda vez que Iñaki Urdangarin disfruta de unos días en familia desde que fuese condenado por el caso Nóos a seis años de cárcel. El anterior permiso se produjo la pasada Navidad, cuando el exdeportista pasó cuatro días con sus familiares en Vitoria.
En aquella ocasión, se pudo ver a Urdangarin y a la infanta Cristina paseando relajadamente por las calles de la ciudad, un gesto de espontaneidad que en este segundo permiso no se ha dado en el matrimonio. De hecho, su última comida se ha producido de forma tan discreta que ni siquiera los trabajadores de los locales colindantes fueron conscientes de la visita.
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