Cuando en julio del año pasado saltó la noticia de que Haya de Jordania (46 años) se había escapado junto a sus dos hijos –Jalila (13) y Zayed (9)- de las garras de su marido, el jeque Mohamed bin Rashid al Maktum (70), emir de Dubái, la imagen de este dictador quedó fuertemente dañada. Por si esto no fuera suficiente, tiene secuestradas a dos de sus hijas, Shamsa y Latifa, que anteriormente trataron de huir del emirato sin éxito.
Tras pedir asilo político, y para evitar su extradición, el hermanastro de Haya, el rey Abdalá II de Jordania (58), le ofreció el puesto de jefa adjunta de la misión de la embajada jordana en el Reino Unido. Tras muchas inseguridades, el pasado 25 de febrero, el Alto Tribunal de Londres dio la razón a la princesa, obtuvo el divorcio y sigue viviendo en la capital británica en una inexpugnable mansión de 95 millones de euros a poca distancia del palacio de Kensington.
Con la declaración de culpabilidad del emir, este hecho sin precedentes ha puesto en la cuerda floja la relación diplomática de dos países, Inglaterra y Jordania, y de un emirato, Dubái. Tal y como me confesó Andrew Morton (67) recientemente: "El trato de Isabel II (94) hacia Haya provocará que la reina se distancie del emir. A partir de ahora, será una verdadera prueba de diplomacia para no ofender al gobernante de Dubái".
No hay que olvidar que su graciosa majestad y el emir, que también ostenta los cargos de vicepresidente y primer ministro de los Emiratos Árabes Unidos, comparten una gran afición por las carreras de caballos y el té. Por eso, sus reuniones en Ascot son siempre la comidilla internacional.
Para limpiar la imagen tan dañada que tiene en la actualidad, la pandemia del coronavirus le ha venido como anillo al dedo a Al Maktum. Consciente de su añeja amistad con Isabel II y de las penalidades que está sufriendo la sociedad, el emir ha donado 60 toneladas de material quirúrgico y de protección al sistema de salud británico, entre las que destacan batas especiales, máscaras, y diferentes objetos para proteger a sanitarios y pacientes. Tal y como confirma el portal Histoiresroyales.fr, la única intención del sátrapa de Oriente Medio es la de ofrecer "un signo de amistad para este país con el que tiene conexiones profundas y duraderas".
Esta estrategia de marketing se ha diseñado cuidadosamente. Sin embargo, para evitar posibles segundas intenciones, un portavoz de la oficina del primer ministro de los EAU confesó que "el emir está decidido a hacer todo lo posible para garantizar la seguridad de los trabajadores de la salud británicos". Gran parte del cargamento comprado en China llegó hace unos días al aeropuerto de Heathrow y en breve llegará más ayuda.
Considerado uno de los gobernantes más ricos del mundo con una fortuna cifrada en unos 13.000 millones de euros, el emir posee en Inglaterra un imperio inmobiliario valorado en algo más de 110 millones de euros. En las Highlands (Escocia) posee una propiedad de 63.000 hectáreas donde se encuentra una mansión de 58 habitaciones, tres helipuertos y un pabellón de caza de 16 habitaciones con las últimas comodidades; en el condado de Surrey posee otra imponente mansión en la que invirtió 85 millones de euros y en el condado de Suffolk (Inglaterra) compró por 50 millones de euros Dalham Hall, que con sus 13 kilómetros cuadrados le ha servido para la cría de sementales. No hay que olvidar que es propietario de Godolphin, la cuadra de equinos más importante del mundo ubicada en casi una decena de países.
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