El declive de Madonna (58 años) es puntual. Ya le ha sucedido otras veces. La ambición rubia se ha reinventado las veces que fueran necesarias tras cada tropiezo y ha sabido volver a ocupar el sitio que le correspondía en el panorama musical sin despeinarse. 

Esta vez no será diferente. Ella misma ha reconocido que atraviesa una "época de cambios" en su vida y que la superará más pronto que tarde. Mientras tanto, la diva del pop celebra su 58 cumpleaños reponiéndose de sus últimos batacazos personales y profesionales, y viajando a Cuba con su hija Lourdes, tal y como ha constatado ella misma en sus redes sociales.

Tensión familiar superada

Los sucesos que han más han marcado su estado anímico y psicológico durante los últimos meses han sido, sin duda, sus disputas con su hijo Rocco (16) que este fin de semana cumplía 16 años.

Las trifulcas legales con su ex, Guy Ritchie (47) a cuenta de la custodia del pequeño y las discusiones con éste han complicado los últimos meses de la cantante. El adolescente huyó de la casa de Madonna en navidad y se refugió en la de su padre mientras la batalla judicial proseguía en los tribunales.

Después de un enfrentamiento que se alargó durante cuatro meses, la artista y su hijo se reconciliaron y este fin de semana Madonna quiso demostrarle su amor maternal felicitándole con una tierna fotografía en sus redes sociales.

Lucha contra el tiempo

Otro de los aspectos que impiden a la cantante ser feliz es su obsesión con su aspecto físico y su edad. En los últimos años, Madonna se ha sometido en numerosas ocasiones a intervenciones quirúrgicas para rejuvenecer su aspecto. Tan acomplejada está que, incluso, ha llegado a lucir guantes para ocultar el paso del tiempo que delatan las manos.

Según varios medios americanos, la ambición rubia se ha sometido hace sólo unas semanas a un tratamiento para rellenar sus manos y que éstas parecieran mucho más suaves y juveniles. 

Resbalones musicales

Su último disco, Rebel Heart, fue su mayor fracaso en ventas de las últimas dos décadas y, pese a su posición indiscutible de reina del pop, lo cierto es que otras divas como Beyoncé (34), Rihanna (28) o Lady Gaga (30) le están tomando la delantera en la carrera por la conquista del éxito y la gloria. 

Por si esto fuera poco, su papel encima del escenario también ha sido cuestionado en los últimos tiempos. El pasado mes de marzo protagonizó un sonado escándalo después de ofrecer una performance gratuita en Melbourne, un concierto íntimo en el que, además de aparecer con cuatro horas de retraso, cuando lo hizo salió al escenario ataviada de payaso y pidió alcohol encima del escenario. "Hoy voy a hacer una cosa que nunca he hecho y es beber mientras canto. Por Jesucristo, traedme una copa", aseguró la cantante en una actuación que sus fans calificaron de "bochornosa" y "errática".

Madonna send in the clowns HD

Denuncias vecinales

Pero la música y su familia no han sido sus únicos quebraderos de cabeza en los últimos tiempos. Hace menos de un mes demandó a sus vecinos de la cooperativa de apartamentos Harperley Hall (en el barrio neoyorquino de Upper West Side) después de considerar que habían cambiado las cláusulas de convivencia que firmó en el momento de la compra en el año 2008. Al parecer, las normas del edificio estipulan que si no está la cantante en casa no puede haber visitas ni familiares residiendo en la vivienda, algo difícil de cumplir por parte de Madonna teniendo en cuenta que su trabajo le obliga a estar de gira o viajando por otros países en numerosas ocasiones.

Las trifulcas con sus vecinos venían de lejos. Tan sólo un año después de adquirir la vivienda los que vivían en el piso de arriba la demandaron por el ruido que tanto ella como sus invitados ocasionaban.

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En otras propiedades también ha vivido desavenencias con los habitantes de las casas próximas a la suya. En el Upper East Side, donde posee otra vivienda, llegó a pintar y poner señales falsas delante de su vado con el objetivo de impedir que otros vehículos pudieran aparcar frente a su garaje.

Un documental sobre su vida

La artista tendrá que encarar, además, un nuevo frente. En estos momentos se está preparando un documental llamado Emmy and the Breakfast Club sobre su vida antes de convertirse en una estrella del pop.

El trabajo ha destapado la relación íntima que mantenía con uno de sus primeros amantes: el músico neoyorquino Dan Gilroy. Corría el año 1979 y la cantante vivía por aquel entonces en una sinagoga abandonada con su hermano y el propio Gilroy. El documental verá la luz en 2017.

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