Para justificar la decadencia de su carrera y los errores –drogas, escándalos sexuales…– que la llevaron de depresión en depresión hasta el psiquiátrico, María Schneider se aferró a la "violación moral" que sufrió por parte de Marlon Brando y Bernardo Bertolucci (75 años). Ambos, cómplices de una trampa para que la actriz no interpretara sino que "sintiera" la humillación de una agresión sexual en El último tango en París, pergeñaron la secuencia de la mantequilla sin avisarla, viéndose sorprendida por una reacción violenta que dio paso a una de las secuencias más famosas e icónicas de la Historia del Cine. No hubo violación, hubo simulación de la violación, con tal realismo que impactó a los espectadores. Pero también a la protagonista. Nunca sabremos si de haber sido de otra manera el momento hubiera logrado el mismo resultado, pero la sombra de aquella macabra idea –que el cineasta justificó por razones artísticas– planeó desde entonces entre el director y sus actores.
Brando estuvo casi 20 años sin dirigirle la palabra y María nunca se lo perdonó: "El acto era fingido, sí, pero las lágrimas era reales. Aunque no fuera consciente de ello, Bertolucci me destrozó la vida. Y esa película destrozó mi carrera", declaró a propósito de la polémica.
Según ella, la angustia de ese recuerdo la persiguió en cada rodaje, temiendo ser engañada de nuevo para ser víctima de otro juego sexual. Esa fue, inicialmente, una de las razones que adujo para abandonar Calígula, retrato erótico-obsesivo de la orgía de poder del emperador romano, dirigido por Tinto Brass y con innumerables secuencias de desnudo integral. María se negó a rodar sin ropa, sufrió una crisis y fue ingresada en un centro psiquiátrico. Meses después abandonó todos los proyectos y se refugió en Suecia.
Podría haber sido Ese oscuro objeto del deseo pero Buñuel, que se había quedado prendado de su belleza, no se sintió en absoluto seducido por su talento, despidiéndola a los pocos días de haber comenzado el rodaje. María, que iba a encarnar a Conchita, protagonista de un viaje a los infiernos de la pasión, fue finalmente sustituida por Ángela Molina y Carole Bouquet. La idea de contar con dos actrices en lugar de una fue, tal vez, una idea que rondara al cineasta mientras preparaba el proyecto, pero la decisión de despedirla dio pie a la leyenda de malditismo que ya la acompañaría hasta su muerte aunque, por el camino, le permitiera un guiño autobiográfico en Los actores, de Bertrand Blier, retrato de una estrella marcada por la tragedia.
Los 70 fueron una década convulsa para la actriz. Fue ingresada por sobredosis de cocaína y heroína en varias ocasiones, protagonizó un revuelo al reconocer abiertamente su bisexualidad (en 1974, siendo una de las más precoces salidas del armario dentro del star system), el deterioro físico se hizo patente y poco quedaba de su belleza cuando lograra la nominación al César por Toda una mujer, de Daniel Duval, retrato de una prostituta de los bajos fondos.
Detestaba que le recordaran que era la hija no reconocida del actor Daniel Gelin, del que renegaba, y al que sólo vio tres veces en su vida. Con una carrera desigual, con más portadas por sus escándalos que por sus estrenos, falleció a los 58 años víctima de un cáncer.
Debido a su apretada agenda de estrella de Hollywood –y por un problema familiar que luego recordaremos–, Marlon Brando apenas participó en la promoción de la película El último tango en París. Bertolucci, con el que había mantenido una sincera amistad, le llamaba de vez en cuando para comentarle las novedades y el actor fue, poco a poco, dejando de contestar al teléfono. Solo retomaron el contacto cuando Christian Brando fuera acusado del asesinato del novio de Cheyenne, su hermana. El crimen protagonizado por los hijos del actor se convertiría en el suceso que cambió su vida y abocó su carrera al desastre.
En su momento fue el actor mejor pagado del mundo por Superman y el divo capaz de convertir el rodaje de Apocalipsis Now en una pesadilla. Escarmentados por los sucedido esta obra maestra que arruinó a Coppola y causó un infarto a Martin Sheen, los productores de El padrino rechazaron la idea de que encarnara a Don Vito Corleone, papel inicialmente previsto para sir Laurence Olivier. Pero Brando se presentó al casting, esperó su turnó y logró que le aceptaran tras incluir en su contrato una cláusula de despido sin indemnización si su actitud causaba algún retraso. Para ello, el estudio le puso un asistente cuya misión consistía en reportar cualquier incidente… No lo hubo. Salvo cuando el actor ganó el Oscar, para lo que contrató a una actriz de origen indio–y vestida como tal– para que lo recogiera por él.
Las anécdotas de Marlon Brando en su vida y en sus películas son interminables. Tuvo una infancia difícil, marcada por los abusos y una madre con interminables crisis por trastorno bipolar. Mujeriego como pocos (tal vez sólo superado por Jack Nicholson o Warren Beatty), tuvo 11 hijos de diferentes esposas. Como actor del Método, vivía el personaje hasta un punto enfermizo, pero sus caprichos y sus salidas de tono le convirtieron en una persona non grata entre los directores y compañeros. Solo el éxito de sus trabajos calmaba a los estudios. Cuando su estrella comenzó a declinar por el terrible crimen cometido por su hijo, así como su deterioro físico y su actitud prepotente, acabaron por sentenciar su carrera.
La decadencia comenzó el 16 de mayo de 1990, la noche en que Cheyenne mató al novio de su hermana, y padre del bebé que ella esperaba. Pero la desgracia se había estado fraguando mucho antes.
Fue, precisamente, durante el rodaje de El último tango en París. Brando y Anna Kashfi luchaban en los juzgados por la custodia del pequeño Christian, que por entonces tenía 13 años. La madre llegó a pagar una recompensa a un grupo de hippies para que lo secuestraran y se lo entregaran. Todo se complicó, el chaval sufrió abusos sexuales y enfermó de neumonía tras ser abandonado en el desierto. Brando se quedó con la custodia. Pero algo se había quebrado ya en Christian, que acabó siendo un adolescente alcoholizado y drogadicto.
En el rodaje en Tahití de Motín a bordo, Brando conocería a la exótica Tarita Teriipaia, con quien tendría dos hijos, Teihotu y Cheyenne. La pareja no funcionó porque ella prefería la vida tranquila de la isla y él seguía con su carrera en Hollywood. Además, Tarita tuvo un hijo con otro hombre, fruto de una relación durante una de las largas separaciones que vivían, y Brando jamás pudo superarlo.
A través de la banda de su hermano Teihotu, Cheyenne conoció a Dag, un músico de personalidad agresiva del que se enamora y con el que parte a Estados Unidos. Una noche de tantas en que ambos discutían, Cheyenne llamó a Christina para pedirle ayuda y éste acabó matándole.
El proceso fue largo, siendo cada paso retrasmitido por la prensa sensacionalista. El actor tuvo que vender incluso su mansión para hacerse cargo de los ingentes gastos del bufete de abogados así como de la fianza. Michael Jackson incluso le ofreció un millón de dólares. El proceso sacó a la relucir todas la miserias de la familia, sus problemas emocionales, sus conflictos autodestructivos, la carencia de amor en el seno de un hogar millonario pero emocionalmente desestructurado.
Christian fue condenado a diez años de cárcel y Cheyenne se suicidó ahorcándose en su casa. Abandonado por la industria y ajeno al mundo, la estrella falleció el 1 de julio de 2004. Cuatro años más tarde, Christian murió de una neumonía. El caso Brando no pudo terminar peor….