"Trabajo no. Con todo el respeto por los que trabajan, ahora tengo cosas por hacer relacionadas con mi figura y seguramente con la moda". Pocos pueden presumir a los 22 años de no querer trabajar. Ni querer, ni necesitarlo. Elettra Miura Lamborghini, nieta del fundador de la lujosa marca de coches, es una de las pocas que puede. Y lo hace.
Provocativa, escandalosa, vanidosa, explosiva, auténtica. La joven Lamborghini hizo estas declaraciones antes de que se estrenara uno de los tantos realities en los que ha participado (en Italia es todo un personaje al que llaman la Parsi Hilton italiana, algo que ella desprecia porque se dice mejor que Hilton). Dentro de poco, su cara, desconocida para la mayoría en España, pasará a sonarles a muchos: entra en Gran Hermano VIP.
Muchos seguirán sin saber quién es, claro, pero otros descubrirán a una auténtica provocadora, una rica heredera que se vanagloria de ello y que lleva una loca carrera hacia ninguna parte. Suele aparecer medio desnuda en todas las fotografías que cuelga en su cuenta de instagram, presume de culo, de pecho, de piernas, de tatuajes... y es difícil encontrar una en la que salga un poco tapada. Ha aparecido desnuda en varias publicaciones (en marzo en Playboy) y enseña sus tatuajes y piercings con devoción (lleva la cintura grapada).
Busca la sorpresa e incluso el escándalo en las entrevistas que concede -dice que no tiene amigos pobres porque no entenderían su vida y se ríe de quienes la critican-. La alfombra roja y la televisión son su trampolín, las redes sociales su medio y la fama su objetivo. Curioso en estos tiempos, cuando parece que quienes llenan esos programas son personajes necesitados de dinero. Ella está necesitada de otra cosa. Quién sabe de qué. Acaso ni ella.
Elettra forma parte de una de las familias más ricas de Italia. Es hija de Tonino Lamboghini, uno de los tres descendientes de Ferruccio, fundador de la marca que lleva su nombre. Tonino, padre de cinco hijos, también se dedica a la empresa familiar, en concreto a la sección de relojes de lujo marca Lamborghini. Curiosamente Elettra Miura es la única de sus hermanos en cuyo nombre aparece una referencia explícita a la empresa de su abuelo.
El fundador de la marca de coches era un amante de los toros, animales que consideraba sinónimo de fuerza. Y el miura, para Ferruccio, era el toro más fuerte de todos. Fíjense en que la imagen de Lamborghini es precisamente un toro. Un miura, para ser más precisos. Su famosa nieta se llama Elettra Miura.
Acorralado por la crisis del petróleo y un grave descenso de ventas, Ferruccio Lamborghini vendió (por una cantidad millonaria) su parte de la empresa en 1974 a Georges. Henri Rossetti y René Leimer. A los cuatro años, en 1978, la empresa entraba en bancarrota, lo que aprovecharon los hermanos Mimram para comprarla. Inyectaron una gran cantidad de dinero y la reflotaron para venderla de nuevo, esta vez a Chrysler. En 1993, Tommy Suharto, hijo menor del dictador de Indonesia, compraba la empresa. Y finalmente en 1998, Audi, filial de Volkswagen, se hacía con Lamborghini.
Al vender su participación, Ferruccio, originario de una familia de agricultores (empezó fabricando tractores), volvió a su la finca para crear su propia marca de vinos, llamada The Blood of the Miura. La firma produce más de 800.000 botellas al año además de ser un museo de coches.
Tonino ha contado muchas historias y detalles de su familia en varias biografías que ha escrito. Una de ellas, además, está dedicada a sus hijos: Ferruccio Lamborghini, la historia oficial.
"Debéis estar orgullosos del apellido que lleváis, famoso por el abuelo, un hombre libre de condicionamientos, rico en intuiciones, voluntad y deseo de realizarse a sí mismo para distinguirse de su entorno", escribe Tonino en la dedicatoria. "Para vosotros en una herencia moral, ligera pero con la consciencia de que pertenecéis por ello a una historia que continúa en el mundo y que, como una buena inyección de gasolina, os permitirá recorrer una larga carretera".
Parece que gasolina no le falta a Eletttra para recorrer lo que haga falta. Y seguramente ese empeño del abuelo de distinguirse de los que le rodeaban es el mismo que tiene su nieta. Porque lejos de ser una rica de manual, pija, cursi y pendiente del qué dirán, Elettra vive la vida a lo loco, dice que disfruta de cada momento y no, no piensa trabajar. Ni falta que le hace.