Fue, sin duda, la pareja de la noche. La ex ángel de Victoria's Secret Gisele Bündchen (36 años) y el quarterback de los New England Patriots Tom Brady (39) se convirtieron en las verdaderas estrellas de la Super bowl por varias razones, con permiso de Lady Gaga (30).
La primera de ellas se debió al beso que protagonizaron y que nada tuvo que envidiar al que se dieron años atrás Sara Carbonero (33) e Iker Casillas (35) en la final del Mundial 2010.
Por si eso fuera poco, Bündchen se desató y acabó marcándose un efusivo y alocado baile en las gradas que acaparó todas las miradas y que tenía como objetivo celebrar el triunfo del equipo de su marido. Y eso que los Patrios daban el partido por perdido.
La remontada de última hora provocó la euforia de todos los seguidores, incluida la propia modelo, que saltaba, brincaba y se golpeaba el pecho completamente desenfrenada.
No era para menos. La victoria de los New England Patrios completaba un palmarés de cinco triunfos para Brady, que además se hizo con el cuatro galardón al jugador más valioso de la final, lo que le convierte en el quarterback más laureado de la historia.