Jacqueline Sauvage, condenada por quitar la vida a su marido.

Jacqueline Sauvage, condenada por quitar la vida a su marido. Efe

El Estilo

La mujer que emocionó a François Hollande tras matar a su marido maltratador

El presidente francés ha reducido la pena de cárcel a Jacqueline Sauvage y abierto así el debate sobre el respeto al poder judicial.

2 febrero, 2016 02:12
París

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Este domingo, el presidente de Francia otorgaba la gracia presidencial a Jacqueline Sauvage, de 68 años, que en 2012 asesinó a su marido con tres tiros de fusil tras sufrir más de cuatro décadas de malos tratos y abusos sexuales. Hollande reduce así la pena inicial de diez años a dos años y cuatro meses, permitiendo además que Sauvage acceda a la libertad condicional en los próximos meses. Este indulto presidencial no cuestiona en modo alguno la culpabilidad de la mujer, cuyo mediatizado caso la ha convertido, para unos, en un icono de la lucha feminista. Para otros, en una burla a la justicia.

LA MEDIATIZACIÓN DEL CASO

El 28 de octubre de 2014, liberada tras haber cumplido once meses de prisión preventiva, Jacqueline Sauvage se enfrenta a la acusación de asesinato con premeditación. Aunque en un principio se pedía para ella una pena de entre 12 y 14 años, tras tres días de vista, Sauvage es condenada a diez años en un penal por el Tribunal de Orléans, que descarta el agravante de premeditación en el asesinato, aunque tampoco acepta la legítima defensa proclamada por Sauvage ya que en el momento preciso de los hechos, su marido le daba la espalda y no la estaba acosando. La acusada decide entonces recurrir esta decisión, tomada por un primer jurado conformado por tres magistrados y seis ciudadanos.

El pasado 5 de diciembre, más de un año después del primer veredicto, un tribunal de Blois formado esta vez por tres magistrados y nueve ciudadanos delibera durante más de cinco horas sobre la pena impuesta a Sauvage. El diagnóstico no varía: la acusada debe cumplir diez años de prisión por el asesinato de su marido. Desde ese mismo instante, personalidades de todo tinte político se posicionan del lado de la mujer, (desde el líder del partido Frente de Izquierdas Jean-Luc Mélénchon hasta varias diputadas de Los Republicanos (el partido conservador de Nicolas Sarkozy) pasando por la alcaldesa socialista de París, Anne Hidalgo).

Todos han alegado durante semanas el infierno vivido por Sauvage a lo largo de cuarenta y siete años de matrimonio. Una petición en Change.org rogando a Hollande su compasión ante el caso Sauvage explicaba la vida de Jacqueline, recordaba que 118 mujeres murieron a manos de sus parejas en 2014 y recogía más de 435.000 firmas a favor del indulto presidencial.

La movilización ciudadana en torno a este juicio reprobaba la dureza de la pena, considerando que el veredicto no tenía en cuenta los malos tratos y las vejaciones sexuales de los que la acusada era víctima día tras día. A este respecto, los dos tribunales que se pronunciaron sobre el caso en 2014 y 2016 respectivamente, y que en ningún caso cuestionaron la violencia conyugal, contaban con un único parte médico de malos tratos, y con los testimonios de familiares y vecinos de Jacqueline.

En el entorno de la mujer, la violencia de Norbert Marot -que así se llamaba su marido- se presenta desde el comienzo como una evidencia por todos conocida. De hecho, las tres hijas de Sauvage defenderían ante ambos tribunales haber sido víctimas de abusos sexuales y repetidas violaciones durante su infancia por parte de su padre, que también forzaba a Jacqueline Sauvage a mantener relaciones sexuales. Un testimonio que, si bien ha contribuido a aumentar la empatía de la opinión pública hacia el caso Sauvage, no ha logrado, a ojos de los magistrados, justificar la comisión de este asesinato.

En Francia, la legítima defensa está recogida en el artículo 122-5 del Código Penal, y reza: “No será penalmente responsable la persona que, ante un atentado injustificado hacia ella misma u otro, lleve a cabo en el mismo momento un acto surgido de la necesidad de la legítima defensa, salvo si existe una desproporción entre los medios de defensa empleados y la gravedad del atentado”.

LOS HECHOS

Aquel 10 de septiembre de 2012, en Selle-sur-le-Bied, un pueblo de mil habitantes al noreste de Orleans, Jacqueline vive una de las últimas disputas con su marido, con quien vive aislada del resto de sus familiares desde los 15 años. Esta vez, el enfrentamiento gira en torno a su único hijo varón, Pascal, que trabaja para la empresa familiar de transportes y acaba de anunciar al padre su dimisión. Éste no responde al teléfono. Tanto el padre como la madre lo ignoran, pero Pascal llevaba muerto varias horas y aparecería ahorcado en su domicilio esa misma noche. Los Sauvage explicarían este hecho como una prueba más del terror que Norbert Marot ejercía sobre los miembros de su familia.

En sus múltiples declaraciones, Jacqueline Sauvage no ha variado su versión de los hechos. Tras el último enfrentamiento con su marido, a la una y media del mediodía, la mujer toma varios somníferos Stillnox y se acuesta. Sauvage defiende haberse despertado a las cuatro de la tarde, con el ruido de la puerta y los gritos de su marido. “Levántate, inútil, y hazme la sopa”. Después, varios puñetazos y patadas que terminarían rompiéndole el labio. Tanto el maltratador como la homicida eran cazadores, por lo que la presencia del fusil y el manejo del mismo no sorprenden a los dos tribunales que la juzgaron culpable de asesinato.

¿LEGÍTIMA DEFENSA O NO?

En cambio, sí sorprendería y sería decisivo para tirar por tierra el argumento de legítima defensa la revelación sobre la hora en la que la acusada estima haber cometido el crimen. Jacqueline asegura que alrededor de las cuatro de la tarde, recién levantada y tras sufrir la última paliza por parte de su marido, cargó el fusil de la habitación y disparó a éste, que se hallaba de espaldas sentado en la terraza. Los testimonios de los vecinos del pueblo, conocedores de la violencia del marido y defensores desde el primer momento de la causa de Jacqueline Sauvage, atestiguarían no haber escuchado los tres disparos hasta las siete de la tarde.

Jacqueline explicaría en sus primeras declaraciones que el somnífero que había consumido antes de la siesta ejercía en ella un impacto de agresividad, alegando que este mismo medicamento estarba detrás de sus imprecisiones temporales en torno al crimen. Aunque en un primer momento, tras las pruebas médicas, se descartó la existencia de Stillnox en la sangre de Sauvage, expertos en toxicología explicarían que tras varias horas la presencia de este somnífero tiende a desaparecer, mientras sus efectos continúan.

La acusada llegó a detallar que durante años, su marido la maltrataba “unas tres o cuatro veces por semana”, aunque en el momento de los hechos el ritmo se había calmado. “Últimamente solo me pegaba una vez al mes”, explicó a los policías que se personaron en su casa, y a los que no opuso resistencia. La legítima defensa no fue aceptada por ninguno de los tribunales, que consideraron que los tres disparos fueron asestados por la espalda, y en un momento en el que Sauvage no temía por su vida de manera inmediata, como sí ocurrió en el caso de Alexandra Lange, referente francés en la lucha de Sauvage por lograr la legítima defensa. Lange mató a su marido con un cuchillo cuando éste intentaba estrangularla en julio de 2012, tras doce años de violencia continuada.

LA DECISIÓN DE HOLLANDE

El indulto parcial del presidente, un poder heredado por el presidente de la República del Antiguo Régimen, no ha sido visto con buenos ojos por especialistas en Derecho, que ven en su reciente uso una violación de la separación de poderes y un cuestionamiento del poder judicial. Tal es el caso de Celine Parisot, secretaria general de la Unión Sindical de Magistrados, que no ha tardado en expresar su desacuerdo en la cadena francesa BMFTV, lamentando que se utilice una herramienta “propia de un rey todopoderoso en un proceso judicial que nada tiene de criticable”.

Por su parte, ante el clamor casi unánime de la opinión pública y desoyendo la crítica del poder judicial, el presidente de la república emitió un comunicado este domingo confirmando que su decisión era fruto de “una situación humana excepcional”. Según asegura el entorno de jefe de Ejecutivo a la agencia France Presse, Hollande se ha decantado por la reducción de la pena y no por el indulto para mostrar su respeto por la autoridad judicial, sin desoír los recovecos personales de la historia de Sauvage transmitidos por sus hijas y sus abogadas en sus respectivas visitas al Elíseo la pasada semana.