Ni todos los ácidos son exfoliantes ni todos son para blanquear la piel: descubre las diferencias
Cuidar nuestra piel es básico, pero al hacerlo en casa por el confinamiento también hay que tener especial cuidado para no agredir la piel.
30 mayo, 2020 02:49Noticias relacionadas
Estos días de confinamiento están haciendo que nuestra piel se resienta, ya que ni es tan bueno estar todo el tiempo al sol y, de la misma manera, tampoco es bueno estar todo el tiempo en casa, donde nos exponemos más a la exposición de la luz de pantallas de ordenadores y smartphones. Cuidar nuestra piel es básico, pero al hacerlo en casa también hay que tener especial cuidado para no agredir la piel.
Especial cuidado con la desinformación, porque no todos los ácidos son exfoliantes ni todos son para blanquear la piel. La vida más allá de los alfa, los beta y los polihidroxiácidos. ¿Ácidos que no irritan? ¿Pero no son para exfoliar? Sí y no. Es decir: hay muchos tipos de ácidos, y no todos tienen la misma función ni todos son irritativos.
Hay algunos de ellos que se teme probar porque la palabra 'ácido' por sí misma incita al pánico, pero no siempre tiene que ser así y, en muchas ocasiones, ciertos ácidos se pueden convertir en aliados de, incluso, las pieles más sensibles. Hay algunos de ellos que, además, pueden servir para fortalecer pieles y llenarlas de antioxidantes que prevendrán o revertirán procesos de envejecimiento. Aquí te dejamos algunos ejemplos:
Ferúlico, el protector
Se suele acompañar de grandes compañeros de banda: el resveratrol y las vitaminas C y E. Juntos, todos ellos hacen una gran labor antioxidante y trabajan en conjunto en la despigmentación de la piel y a la hora de unificar el tono del tejido, resolviendo posibles manchas. El ácido ferúlico no actúa como exfoliante, sino como poderoso protector y, de hecho, se encuentra de forma natural protegiendo las paredes celulares de plantas como el arroz o la avena.
Hialurónico, el hidratante más conocido
Cuando alguien escucha la palabra ácido, conceptos como irritación o inflamación es lo primero que viene a la mente. Sin embargo, el hialurónico es diferente y es esencial para aportar a la piel la humedad que necesita para estar en condiciones óptimas. Es uno de los principales componentes de la matriz extracelular sobre la que se asienta la piel, importante para mantener una complexión firme y flexible. "Como curiosidad, se le conoce por su capacidad para atraer y retener más de mil veces su propio peso en agua, pudiendo incluso extraer la humedad de la atmósfera circundante y llevarla a las diferentes capas de la piel", comenta Bella Hurtado, directora técnica de Aromatherapy Associates.
Lo hay de diferentes pesos moleculares: "Las moléculas de ácido hialurónico más pequeñas pueden penetrar profundamente en la piel, elevando la humedad desde las capas inferiores. Por su parte, las moléculas más grandes se sientan en la piel como un depósito de humedad, alimentando las capas superiores y bloqueando la pérdida de agua", comenta Elisabeth San Gregorio, directora técnica de Medik8. Usados en conjunto, los diferentes pesos ayudan a distribuir la hidratación a lo largo de la totalidad de la piel, previniendo el envejecimiento por una falta de hidratación y creando un efecto de relleno cuando se aplica, porque la piel se vuelve más jugosa. P
El ácido linoleico
También conocido como Omega 6 y, más fácilmente nombrado como, grasas buenas para la piel y el organismo. No forma parte del cuerpo de forma natural y, para beneficiarse de él, hay que introducirlo a través de la dieta o de tratamientos de uso tópico. "Es un gran refuerzo para la barrera protectora de la piel y ayuda a restaurar la flexibilidad y dar luminosidad mediante una nutrición intensa", comenta Estefanía Nieto, directora técnica de la firma de lujo Omorovicza.
Por su parte, Valeria Navarro, directora técnica de la firma de alta cosmética coreana Boutijour, añade lo que sigue: "Es un ácido graso poliinsaturado cuyo déficit hace que la piel pierda de forma excesiva agua y se escame". Esto ocurre, sobre todo, en épocas de picos de estrés o de cambios hormonales como, por ejemplo, en la menopausia o durante procesos de sobrecarga laboral, siendo un principio útil tanto para prevenir como para revertir.
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