La piel sensible puede afectar a cualquier tipo de piel (seca, mixta o grasa). Según explica la doctora Arantxa Arana, dermatóloga de la Clínica Dra. Pérez Sevilla, "una piel sensible es aquella que reacciona de manera excesiva, más fuerte o más rápidamente a un factor externo o interno que generalmente es bien tolerado por una piel normal. Las personas con piel sensible sienten sensaciones desagradables en su cara, con o sin enrojecimiento. Estos síntomas pueden incluir hormigueo, tensión, sensaciones de calor o incluso ardor y ocasionalmente picor. Además, no suelen tolerar muchos productos cosméticos".
¿Qué factores pueden desencadenar la sensibilidad cutánea?
Cambios bruscos de temperatura: entre los factores externos se incluyen el calor, el frío y el viento. Se debe a que estos factores causan cambios bruscos de temperatura que desencadenan la liberación de histamina. Esto provoca molestas sensaciones de picor, y hace que los vasos sanguíneos se dilaten, dando como resultado el enrojecimiento.
Contaminación: las finísimas partículas llamadas PM 2,5 (básicamente hollín) se adhieren a la superficie de la piel, donde se desencadena una reacción en cadena de estrés oxidativo. Esta reacción deteriora la función de barrera protectora, lo que provoca sequedad y un aumento adicional de la sensibilidad de la piel a los irritantes externos.
Luz solar: la radiación ultravioleta provoca un estrés oxidativo y la inflamación de la piel, lo que puede provocar los desagradables síntomas asociados a la piel sensible.
Comida picante: la sustancia llamada capsaicina que encontramos en la comida picante puede activar los receptores de irritación de la piel, por lo que muchas personas también experimentan rubor y enrojecimiento de la piel después de ingerir este tipo de alimentos.
Alcohol: es otra de las causas de la sensibilidad de la piel debido a dos importantes factores: en primer lugar, provoca la dilatación de los vasos sanguíneos de la piel, lo que produce rubor y enrojecimiento. En segundo lugar, actúa como diurético (una sustancia que expulsa el agua de tu cuerpo), lo que provoca la sequedad de la piel, haciéndola más vulnerable a las agresiones externas.
Estrés: para algunas personas, el estrés y las emociones intensas pueden ser un desencadenante de la piel sensible. Cuando te alteras, las terminaciones nerviosas de la piel empiezan a emitir señales de dolor y los vasos sanguíneos del rostro y el cuello se dilatan, provocando un rubor visible y haciendo que la cara y el cuello experimenten ardor.
La doctora Arantxa Arana recomienda una rutina diaria en tres pasos para cuidar la piel sensible: "Primero limpiar el rostro con un producto de higiene sin jabón. Las texturas más usuales son la leche desmaquillante y el agua micelar, que no necesita aclarado".
A continuación, "calmar la piel con agua termal, puesto que posee propiedades calmantes, hidratantes y antioxidantes, especialmente beneficiosas para estas pieles. Además, prepara la piel para que los tratamientos sean más eficaces", continua explicando la experta.
Y finalmente, tratar la piel con un producto que la calme y le devuelva todo su confort. Durante el día se recomienda utilizar una crema hidratante con protección solar. Además, es recomendable utilizar una mascarilla hidratante un par de veces por semana para reforzar el cuidado diario".
Las pieles sensibles deben evitar el uso de "tónicos, ya que son productos que suelen contener alcohol, y exfoliantes, porque la exfoliación puede irritar aún más la piel. Hay que evitar el uso de productos que impliquen un masaje agresivo o tener que frotar", explica la dermatóloga de la Clínica Dra. Pérez Sevilla. Cuanto más minimalistas sean las fórmulas de los cosméticos, mejor.
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