Era el enlace más esperado de la temporada en Sotogrande. Ponía, además, el broche de oro al torneo de polo que cada año reúne a decenas de celebrities y que este año además ha contado con un invitado de excepción: el rey Juan Carlos (78), encargado de entregar la copa.
Por eso se especulaba con la posibilidad de que, ya que se encontraba en la zona, pudiera acudir a la boda de la heredera Paola Zóbel y el polista argentino Santiago Laborde, que tenía lugar este martes por la tarde en medio de cierto secretismo mediático.
Un día antes, tuvo lugar una fiesta pre-boda en el asador Cancha II del Ayala Cuadras, restaurante de la familia. Allí los asistentes disfrutaron de una velada llena de música y luces.
Pese a que los invitados y los novios se dejaron ver en las inmediaciones de la iglesia de Nuestra Señora de la Merced, lo cierto es que de puertas para dentro reinó el hermetismo mediático. Nada de invitados conocidos que pudieran eclipsar a los protagonistas -se esperaba a Isabel Preysler (65) y compañía- ni de fotografías en el interior del templo. Eso sí, algunos de los invitados tuvieron a bien recoger momentos de la ceremonia en sus redes sociales, gracias a los cuales las mentes ávidas de información pudieron satisfacer su curiosidad.
Pudieron ver, por ejemplo, la gran alfombra verde el pasillo al altar, por donde pasó una sonriente novia del brazo de su padre, Ignacio Zóbel. Paola lucía un vestido blanco con manga corta y cinturón drapeado, que le daba cierta apariencia romántica. La gran cantidad de adornos florales supusieron un soplo de aire fresco en medio de las altas temperaturas típicas del mes de agosto.
La sencillez y la discreción fueron las dos notas predominantes de un enlace, al que acudieron 200 invitados (entre ellos miembros de la alta sociedad filipina), y que se esperaba más ostentoso por dos razones. En primer lugar, por la condición de la novia, nieta del fundador de Sotogrande. En segundo lugar (y no menos importante) por la fortuna familiar estimada en más de 800 millones de euros, según la revista Forbes. No en vano el padre de la novia figura en el puesto 21 de la lista.
Tras la ceremonia eclesiástica, la fiesta continuó hasta altas horas de la madrugada en el Ayala Polo Club, donde se trasladaron los recién casados en un vehículo desde la puerta trasera de la iglesia, en un gesto que parecía más típico de una estrella de Hollywood.
Una vez en el lugar donde iba a celebrarse el banquete, los novios e invitados disfrutaron de las delicias del chef Dani García, que llegó tras un cóctel especializado en cocina asiática.