Será una ceremonia íntima, privada y sin más asistentes que familia. Aunque no al completo. La viuda, solo diez de los trece hermanos y unos sesenta nietos se volverán a encontrar este miércoles 7 de septiembre en una misa de recuerdo por el primer aniversario del fallecimiento del empresario jerezano José María Ruiz Mateos. Los herederos de Nueva Rumasa aseguran que "sobreviven como pueden" a la difícil situación empresarial que les legó el patriarca.
El empresario nacido en Rota falleció en el hospital de El Puerto de Santa María, localidad gaditana que frecuentaba cada verano, después de sufrir una caída en su chalet de Vista Hermosa, una lujosa urbanización. El máximo responsable de Rumasa, que llegó a tener a su cargo a más de 65.000 empleados y un conglomerado de más de 230 empresas, se rompió la cadera y, tras pasar por quirófano, contrajo una neumonía de la que no se recuperó.
A lo largo del primer año sin el patriarca, la familia "lo ha pasado muy mal", asegura su viuda, Teresa Rivero, que se agarra a la religión para atravesar estos difíciles momentos. "Vivimos en paz gracias a la fe que tenemos", explica al teléfono desde su chalet de Vista Hermosa. "Ahora estamos arruinados", concreta.
Para el aniversario del fallecimiento de su marido se rodeará de sus hijos, como ha venido haciendo puntualmente a lo largo de este verano. Aunque no todos podrán participar del servicio religioso con el que la familia honrará a José María Ruiz Mateos, dos de sus trece hijos, Álvaro y Javier, están ingresados en la prisión de Navalcarnero, condenados a dos años y nueve meses por un delito de fraude fiscal. Tampoco irá Begoña Ruiz-Mateos, separada de sus doce hermanos a cuenta de la denuncia que en 2012 presentó acusando a sus hermanos de unos supuestos delitos de estafa, administración desleal, insolvencia punible y blanqueo de capitales. "Es una bruja", critica Rivero; "y él [su esposo, Antonio Biondini] una mala persona".
"Somos una familia que ha sufrido mucho", asegura José María Ruiz-Mateos Rivero, hijo del empresario. “La nuestra es la historia de un proyecto empresarial que se trunca, para todos, incluido para nosotros”, añade el que fuera gerente de Nueva Rumasa, licenciado en Económicas y casado con Cristina Figueroa, sobrina del artista Raphael. Después de la caída del entramado societario que dirigía junto con sus hermanos y bajo la tutela de su padre, asesora a empresas de alimentación.
Dos misas para una familia
"Eso que dice que vendo lechugas es falso", afirma en relación a las declaraciones que realizó su cuñado, el italiano Antonio Biondini –marido de Begoña– a EL ESPAÑOL. Las palabras del empresario romano, dedicado a los negocios inmobiliarios y financieros, han causado malestar en el seno de la familia. "Vino a pegar el braguetazo, llegó sin nada y quiso meterse en la sociedad ganándose la confianza de mi padre", añade. "Es una persona mala", puntualiza Teresa Rivero.
Lejos de la tesis de Biondini, “la familia está muy unida”, confirma José María júnior, que detalla cómo la expropiación de Rumasa ejecutada por el entonces ministro de Economía y Hacienda, el socialista Miguel Boyer, supuso un punto de inflexión en la familia. "Eso le obligó a hacer las cosas como todos saben, con una exposición pública que todavía arrastramos", explica.
"Mi padre era el dueño y señor, el mandamás. Y eso no lo digo yo, lo dice la Audiencia Nacional. Los hijos solo lo acompañábamos”, confirma José María. "Y si nos pedía que firmásemos algo, nosotros lo hacíamos; eran decisiones de él, no nuestras", añade. "Y con los pagarés, exactamente igual", subraya.
"Nosotros no somos culpables", insiste José María júnior. "Hay sentencias absolutorias demoledoras que demuestran por más de una treintena de declaraciones que el administrador era José María Ruiz-Mateos y Jiménez de Tejada", concreta. "Y que absuelve a mis hermanos, quienes aunque ostentaban cargos no tenían poder de decisión", amplía.
Dos misas para una familia
Lejos de su familia, Begoña Ruiz-Mateos, ya prepara la que será su misa de recuerdo a su padre. Será en la parroquia de Nuestra Señora de la O de Rota, el 7 de septiembre a las ocho de la tarde y ante la virgen del Rosario, a la que su padre tenía una fuerte devoción. “Quería estar en su aniversario cerca de él”, explica a EL ESPAÑOL.
En el columbario del templo está enterrado José María Ruiz Mateos, junto con sus padres y hermanos. Y en la localidad ya está Begoña, que ultima los detalles de la firma de la escritura de la casa museo Ruiz Mateos, donde nació el empresario, que volverá a sus manos después de una operación de ocho meses en la que ha participado su marido Antonio Biondini.
El italiano explicaba en su entrevista con EL ESPAÑOL cómo el matrimonio quiere así rendir un homenaje al patriarca de la familia, con el que –aseguran– estaban muy unidos. Ahora están solos, alejados de su madre y de sus doce hermanos. “Me he distanciado porque no tolero que por culpa de mis hermanos, la gente piense que mi padre fue un ladrón”, explica. “Para mí han terminado hasta que no reconozcan su culpa y exoneren a mi padre”, añade, quien reconoce que “su padre ha sido un ejemplo impresionante” para ella.
Tras el anuncio de la recompra de la casa en la que nació Ruiz Mateos por parte de Begoña, su hermano José María se pregunta: “¿Dé dónde van a sacar el dinero? Porque nosotros no tenemos la posibilidad de comprar una casa”. “¿De dónde va a sacar los fondos? Cuando su madre y sus hermanos no tiene para llegar a final de mes”, insiste al tiempo que asegura que no va a tolerar lecciones de alguien que “llegó a España con una mano delante y otra detrás, sin oficio ni beneficio”. “Él ha tomado represalias contra la familia y no sabemos por qué”, cuestiona José María júnior.
La otra parte recuerda. “Dimos un millón de euros y gracias a mí compraron Clesa y Cacaolat”, defiende el italiano, que admite que no cuenta con el aprecio de una familia que recordará a su patriarca rezando, pero por separado.