El diario EL ESPAÑOL se acerca hasta el Hotel Palace, en pleno centro de Madrid, para charlar con dos actores muy conocidos del panorama televisivo, Luis Merlo (50 años) y Antonio Molero (48). La puerta principal del lugar se encuentra abarrotada de periodistas y gente trajeada, parecía, en un primer momento, demasiado barullo para la promoción de una obra de teatro, pero después se desveló el misterio: en el mismo hotel se concentraba la cúpula del Partido Popular para uno de sus desayunos con la prensa. Era de esperar dado que el establecimiento se encuentra en frente del Congreso.
Pero nuestros protagonistas, Merlo y Molero, no son menos que los que ejercen la política y de hecho los dos actores han conseguido algo que todavía los populares no han conseguido: la mayoría absoluta de éxito entre quienes van a ver su trabajo. Sentados en los cómodos sofás del lujoso comedor del Palace esperaban los artistas dispuestos a responder a todo, y además, con una sonrisa amable en sus caras.
"Acaban de estar en Bilbao..." EL ESPAÑOL inicia las primeras palabras de la pregunta y Luis Merlo corta la frase con un "no, no, que empiece él", dice dirigiéndose a Molero, y su compañero explica "es que tiene incontinencia verbal y prefiere que empiece yo porque si no no me deja, él sabe cómo es y se está reprimiendo". A lo que el protagonista responde: "Estoy educándome en lo que sé que hago mal; así que te va a contestar él de salida y luego yo con todo el rollo". Pues volvamos a empezar.
Acaban de llegar muy exitosos de Bilbao de estar con esta nueva obra de teatro, El test, ¿cuál fue su sensación?
A. - Por allí siempre se cumplen las expectativas, son muchos años yendo a fiestas y haciendo la Semana Grande allí, Luis todavía más años, y la verdad que una ciudad que te acoge como Bilbao, que acoge el teatro como parte fundamental de las fiestas es una cosa rara, debería ser la norma, pero no lo es ni mucho menos.
¿Qué les aporta de novedoso este proyecto en su larga trayectoria encima de las tablas?
A. - Una aventura nueva, gente con la que no he trabajado nunca y a la que admiro. Y poder subirme al escenario una vez más a entretener al público, que está muy necesitado de entretenimiento, solamente con eso me vale. Pero si entrara a valorar la función en concreto, es maravillosa, y se tocan temas que interesan muchísimo al espectador: como el dinero, la amistad, el tiempo, el futuro...todo ese tipo de cosas que la gente se identifica con un chasquido de dedos.
L. - Yo siempre repito el mismo argumento hasta la saciedad: el humor siempre es inteligente, la gracia, no. Gracia puede hacernos un niño de meses, un cachorro pequeñito. El humor inteligente es reirte y que poco a poco vaya calando de esa risa una reflexión y además que derive de una única frase que sea algo inquietante, como es el dinero. Por eso la oferta de El Test consiste en una pregunta, como un juego con el que el público empatiza. Y, aunque no venga a cuento, para mí es importante decir una cosa: he recuperado la sensación de lo que es tener compañeros en esta profesión. Soy un actor que por circunstancias, compromisos....me he encontrado con mucha gente en el trabajo que juegan a ser compañeros y luego salen a hacer sus áreas sin contar contigo. En esta obra no hay áreas, aquí somos cuatro cogidos de la mano. Eso es volver a confiar en lo que significa el decir "no soy un solista, por lo tanto dependo de gente que acabo de descubrir y decir 'allá vamos'". Me ha hecho renovar una afición, que estaba desgastada quizá por el trabajo, me había quitado la capacidad de sorpresa. He hecho las paces con esa parte de mi trabajo. Porque en este equipo solo se ha sembrado bienestar.
Tal y como expone el dilema de la obra, ustedes qué escogerían: ¿100 mil euros ahora o un millón de aquí a 10 años?
A. - El dilema precisamente es que uno mismo puede tener las dos opiniones de un día para otro. Es decir, me preguntas que si quiero hoy 100 mil en mano y te digo que sí, pero las circunstancias cambian cada día, tanto a nivel personal como a nivel económico, incluso filosófico. Por eso hay tanto alboroto en el público, porque la gente piensa "yo qué sé qué haría".
L. - Hay reacciones muy participativas por parte del público, que es algo que yo no había vivido nunca. Pero hay una cosa, y es que todo ser humano daría desde el corazón una respuesta y desde la cabeza otra. Las emociones tienden a ser impacientes, la cabeza te frena y te hace razonar. Entonces la reflexión sobre la respuesta a esa pregunta va caminando por la obra y el público sigue el hilo y va cambiando de opinión con él.
Precisamente la obra presenta problemas humanos complejos y cómo llegamos a la autodestrucción, ¿alguna vez han sentido que se estaban autodestruyendo?
L. - Yo creo que 'la verdad' es muy difícil. A lo largo de la amistad uno cree que ha acumulado más sinceridad de la que en realidad ha acumulado. Es inevitable. Cuando una amistad ha evolucionado desde la juventud a la madurez, y cuando llegas a las 50 inevitablemente sabes que hay cosas que solo vas a compartir contigo mismo. Todo el que diga lo contrario, miente. Por lo menos esa es mi conclusión. La sinceridad es un elemento del que poco a poco nos vamos olvidando en las relaciones de amistad y de repente se produce una situación límite que saca esa sinceridad descarnada, que refleja muy bien esta obra.
Hablando de autodestrucción... ¿qué opinan del panorama político?
A. - Una de las formas de autodestrucción es social. A finales de los 70 surge el Punk con el lema 'No future', este es un lema que ellos deciden, se lo apropian con un envoltorio de estética y de música. Pues ahora estamos exactamente en la misma situación pero sin música y sin diversión.
L. - Me encanta. No te lo robo porque sabes que el plagio tiene que acabar en asesinato.
A. - Exacto, pues nos han robado el futuro. Es una sensación de que ha sido un expolio general, mundial. Y eso a la hora de plantear una situación de inmediatez económica o algo a largo plazo, hay gente que ni se lo piensa, y aparece el 'pájaro en mano' a la mínima.
Vayamos a temas más alegres, ¿qué les gusta hacer fuera del teatro?
A. - Se lo preguntas a Leonardo Dantés (dice irónico, refiriéndose a Merlo)
L. - Yo me he convertido en el ser más aburrido de la tierra. Me quedo en casa, y admiro mucho a los espectadores que van al teatro y salen de casa. Y es que las opciones de ocio, de viajar por el mundo desde casa son inmensas. Leo mucho, mucho sobre teatro por la productora de mi hermano. Tengo una vida en ese sentido muy normalita. Pero también tuve la vida que por edad me tocó, como la de los 80, la de la Movida Madrileña, pero llegó el tiempo en el que yo me dedico a sentirme realizado.
A. - Yo tampoco soy nada extravagante.
L. - Afortunadamente. Es que ya es ridículo, a esta edad y en este siglo, ser extravagante, lo que hay que hacer es que nunca muera la curiosidad.
A. - Hago lo que puede hacer cualquier persona a nivel de ocio, salir a hacer un poco de deporte, pintar, que también me gusta...pero no hago nada que os pueda sorprender.
¿Echan de menos, en su caso Antonio, el ambiente familiar en la ficción, como en Los Serrano o Médico de Familia, o en su caso, Luis, las comunidades de vecinos, que por cierto vuelve próximamente a La que se avecina?
L. - He vuelto en la mejor de las maneras, porque Alberto Caballero (productor de LQSA) se reinventa continuamente y su hermana Laura dirige desde la frescura. Tengo una sensación de lo que me está pasando en el teatro y en la televisión, a nivel humano, de bienestar. Para mí después de lo que he vivido, romper patrones establecidos, bajar a los infiernos... ahora viene el bienestar, que a mí no me lo da el dinero, no puedo admirar a alguien solo porque tenga dinero. Yo creo que hoy en día, a nivel mundial, hay que robar muchísimo, porque si robas poco estás condenado a pagarlo muy caro, en cambio si robas muchísimo quedas indemne. Así que si vais a robar, ya sabéis.
A. - Cuando haces un personaje en la tele se echa de menos, aunque parezca mentira, el ajetreo diario. Ahora voy a empezar a hacer Amar es para siempre, he empezado a grabar y ya está otra vez la maquinaria en marcha.
¿Cómo se cuidan? ¿Practican algún deporte? Sabemos que usted, Luis, estuvo el año pasado entrenando con el 'personal trainer de los famosos', Iván Perujo.
L. - Sí, estuve con él, pero yo lo que hago es Bikram Yoga, desde hace mucho tiempo.
A. - Yo hago running. No me presento a muchas carreras, que cada mes prácticamente hay una, pero lo hago siempre que puedo.
¿Si no hubieran sido actores, qué les hubiera gustado ser?
A. - Yo creo que hubiese sido siempre algo relacionado con el mundo de la creatividad. Porque yo creo que el que le va el cerebro por ahí, al final va a hacer algo de ese tipo. Pero no soy de los que dicen "si no fuera actor, no sé qué sería", pues cualquier otra cosa 'chico', si tampoco somos tan importantes.
L. - Yo siempre he dicho que lo que hubiera querido ser es millonario de cuna y huérfano, por supuesto. Pero no siendo esto posible me hubiera gustado que mi pasión no me hubiera hecho abandonar mis estudios. Pero saciar mi curiosidad es el momento vital que más me gusta. La vocación por el espectáculo me vino muy joven. De hecho grabé un disco con 9 años, éramos un dúo y se vendieron dos discos, uno lo compró mi madre y el otro la madre de mi compañero. Entonces ya estaba yo metido en este mundillo. Me formé como actor, que en ese momento el acceso era muy elitista y estudié con algunos de los más grandes de esa época. Yo sí he hecho de todo en esta profesión pero por vocación, desde montar el decorado hasta subir al escenario. Cuando hay exceso de deseo hay exceso de caos, y eso me pasó a mí.
¿De las parejas que han tenido en la ficción, quién es con el que han tenido mayor complicidad y con quién menos?
A. - Uy, eso no se puede decir.
L. - ¡Eso cómo se va a contar! Yo lo que puedo decir es que los mejores compañeros son los que han trabajado conmigo y los peores compañeros son los que han trabajado 'conmigo' pero solos, sin contar conmigo. Y los hay, de los dos tipos.
A. - Yo te puedo decir lo mismo, no te voy a decir nombres, pero los hay. Aunque no tiene porqué coincidir que, como dice Luis, los que 'trabajan solos' encima del escenario, que ni te miran ni a los ojos, no tiene que ver con que sea alguien muy conocido o no; a veces gente que es muy muy importante es hípergenerosa, y eso te puedo asegurar que es así. Cada uno tiene su manera de trabajar, pero encontrarte con alguien que sabe y que entiende este trabajo como "si tú estás bien, yo voy a estar bien" eso es maravilloso.
Ya nos han contado un poco sus planes de futuro...
L. - Antonio está con la serie Amar es para siempre, yo estoy recién incorporado a La que se avecina. Y ahora seguir con la obra y ver que el éxito de Bilbao no haya sido un espejismo y se repita. Salir a disfrutar con la sensación de que al público le ha gustado. Porque el teatro se ha concebido para eso, para pasar un buen rato y evadirnos de los problemas diarios.