No lo puede evitar, Mireia Belmonte (25 años) parece una niña asustada. Va vestida 'cañón', como le gusta, tan amante de la moda como es, pero sus grandes ojos azul piscina transmiten pánico escénico. La cadena Lidl la ha invitado a participar en Barcelona en la campaña #Frutitour que promociona el consumo de frutas y la nadadora espera el turno de palabra con cara de miedo. Incluso se pone roja cuando la nombran. ¡Nadie diría que es campeona olímpica!
Y pese a su profunda timidez, lleva un buen tute de actos publicitarios -eventos que les llaman. Hay que rentabilizar el momento, lo sabe ella y lo sabe su entorno. No se gana una medalla de oro todos los años. "En el ámbito personal estoy realizada totalmente", admite ante un grupo de periodistas, a quienes afirma haber cumplido sus sueños. Pocos podrán decir eso en la vida.
Belmonte se esfuerza por formar parte de ese show business que suele acompañar a los deportistas de élite. Hace bromas, pregunta a quienes la interpelan, sonríe, charla. Es parte de su trabajo. Subida a unos tacones plataforma de esparto, con pantalón pitillo y camisa de seda ribeteada en 'shiny black' habla sobre sus hábitos alimenticios, sobre lo importante que es la fruta y la verdura en la dieta de los deportistas.., y lo hace como obligada, con una voz grave que suena entrecortada. Eso que Belmonte tiene tablas. Es mujer anuncio de un montón de cosas, desde el plátano de Canarias (dice que es su fruta favorita), hasta la San Miguel 0.0 y la depiladora Braun Silk-épil.
Y desde que llegó de Rio de Janeiro, hace unas semanas, ya ha protagonizado varios actos publicitarios. Ha dado entrevistas, aparece en televisión, y hace unos días participó en un triatlón con Miguel Indurain y Abel Antón, en una pachanga, que dirían en argot deportivo. Nada de entre nos por el momento. Lo que quiere ahora es descansar y todas estas campañas, dice, le permiten desconcertar. Porque no ha tenido vacaciones, lo cuenta su padre antes de que aparezca su hija en escena. "No ha podido descansar nada, tendrá que empezar a entrenar dentro de poco y no habrá descansado", dice José Belmonte, padre y representante.
"Bueno, he estado aquí en casa, unos cuatro o cinco días con la familia, y para mí eso son vacaciones de verdad", añade después ella. Entrena ocho horas al día, excepto los sábados por la mañana, que dedica de tres a cuatro horas, y los domingos por la tarde, que ejercita dos horas más. Tiene pues un fin de semana corto que exprime con ganas. "Tengo tiempo para todo", matiza, "lo único que se necesita es una buena organización, porque además estudio, mis días son muy completos".
Desde hace unos dos años Belmonte tiene novio, el piragüista asturiano Javier Hernanz, quien también participó en Río aunque con menor suerte. Esas condiciones son fundamentales para que funcione la relación a distancia: "Tener una pareja deportista es mucho más fácil porque te entiende", responde cuando se le pregunta.
Casera y tranquila, defensora de la vida sana, Mireia Belmonte es una bestia en la piscina, un animal capaz de nadar 200 metros en estilo mariposa en poco más de dos minutos (2m04,65s fue su marca). Es una de las mejores deportistas españolas de todos los tiempos, sino la mejor. Pero cuando tiene un micro delante y la presentan, parece que quiera que la trague la tierra. "¡Aquí la chica dorada!", gritan a modo de presentación. Y Belmonte, con una sonrisa forzada y la cara roja, agradece los aplausos. No lo necesita, claro que no, pero entran ganas de protegerla.