La escoliosis de Mireia Belmonte es bien conocida a estas alturas: su madre la llevó a nadar con tres años y medio a una piscina de Barcelona para ayudar a corregir la desviación de su por entonces pequeña espalda. “Empezó con un cursillo de verano”, cuenta su madre, Paqui García, en conversación con este periódico. “Después fue todo muy bien, bastante fácil, nunca se quejaba de tener que ir a la piscina. No hemos tenido el clásico problema de ‘no quiero ir’. Y eso que los demás niños se quedaban en el parque jugando y ella tenía que ir a nadar”.
Curiosamente, la campeona olímpica de 200 metros mariposa presentaba facultades naturales en otras disciplinas. Su hermano jugaba al tenis, y como la madre no podía dividirse en dos la llevaba a ella también. “En el club decían que tenía mucha potencia en el brazo y era muy buena, pero a ella no le llenaba mucho”. Sin embargo, había otra disciplina (tiro olímpico, otra actividad de su hermano) donde destacaba de forma más clara. “También la querían coger, porque tenía una puntería fabulosa. Pero era demasiado pequeña, así que hicieron una excepción y adelantaron la edad de ingreso. Todavía tengo los papeles guardados con las dianas. ¡Pero cómo puede ser, si la escopeta es más grande que tú!”, pensábamos nosotros.
“No es la más talentosa”
La asombrosa carrera de Mireia se ha cimentado sobre la constancia y la claridad respecto a sus propósitos. Su entrenador, el francés Fred Vergnoux, admite que “en el equipo español que ha venido a Río hay gente con más talento… Mireia no es la más talentosa, lo ha conseguido todo con trabajo, ganas y pasión. No hay nada de casualidad en sus logros”. Sobre los tres rasgos definitorios de su pupila, Vergnoux da una respuesta inmediata: “Trabajo, trabajo y trabajo”.
“Mireia llegaba muy cansada por la noche del colegio y la piscina, así que se levantaba temprano para estudiar y hacer los deberes, ella solita. Nadie tenía que ir a despertarla”, recuerda su madre. Todavía hoy, dice, tiene una jornada intensísima: “No para prácticamente… Es entrenar, entrenar y entrenar, y luego estudiar [Relaciones Públicas y Publicidad]. Mi hija come porque tiene que comer [...] Últimamente no la hemos visto ni una vez por semana, ha estado muy concentrada en sus cosas”.
Según su familia, las principales virtudes de Belmonte son “la fuerza, la tenacidad y su hambre de trabajar y triunfar. Lo tiene innato. En realidad todo vino rodado; ella empezó a competir, vio que ganaba, y fue una evolución muy normal. No ha habido imposiciones o abandono de todo lo demás, no dejó nada”. Aunque nunca hay ganancias absolutas. “Si estás metido en un deporte tan absorbente te pierdes parte de tu infancia, jugar con los amigos, y también parte de tu adolescencia”, concede Paqui. “Ella solo se juntaba con sus amigos los domingos”. Una vida espartana: “Cenar y acostarse, cenar y acostarse… Si quieres llegar arriba, tiene que ser así”.
"Un camino muy largo"
Esta opinión es compartida por el máximo dirigente de la natación española, Fernando Carpena, quien en una charla con EL ESPAÑOL afirma ante todo que el talento existe en la natación, como en cualquier otro deporte, “pero por sí solo es un concepto muy genérico: existe el talento físico y el talento mental. Hay gente que se tira al agua y haciendo lo mismo que otros avanza más, se hunde menos”. “Es absolutamente cierto que hay nadadores con más talento en España”, prosigue el dirigente, “pero hacen falta ambos: si no, no llegas. Mireia es un ejemplo de trabajo, superación, sacrificio, determinación, superación y tener claro el objetivo. Es casi imposible, si no, superar el cansancio terrible del entrenamiento exhaustivo”.
Carpena elude la palabra “infierno”, que es lo que le prometió Vergnoux a la nadadora cuando alcanzó la plata en Londres, con 21 años, y comprendió que quería añadir el término ‘campeona olímpica’ a su biografía. La plata no era suficiente. Mireia vivió ese “infierno” y tuvo una reincidente lesión de hombros que pudo apartarla incluso de Río 2016. “Hay gente con muchísimo talento que no llega”, aclara el presidente federativo. “Mireia claro que tiene (si no no sería campeona olímpica), pero ha logrado el equilibrio. Otros no tienen sus virtudes, pero sí más talento, y no llegan. Para ser campeón olímpico hay que tener talento, por supuesto, pero el factor fundamental es tenerlo muy claro… Porque es un camino muy largo. De todas formas, dicho todo esto, recordemos que fue campeona del mundo júnior hace diez años”.
Gemma Mengual, cuatro veces campeona europea de natación sincronizada y doble medallista de plata en Pekín 2008, aclara que pese a ser un deporte de entrenamiento y esfuerzo, “el talento existe indudablemente en la natación... Hay niños y niñas que los ves de pequeños y ya por la forma de nadar que tienen revelan un estilo innato, una flotabilidad innata… A veces es la forma de las piernas. Y hay otras niñas que lo consiguen todo a base de trabajo”.
Mireia Belmonte, dueña de la mitad de las medallas ganadas por España en la historia del olimpismo, se acerca a los 26 años, la edad de la transición en un nadador: a medida que se pierde la explosividad de la juventud, cambia el comportamiento en el agua, suelen ser más rentables las carreras de distancias largas. Sus tres predecesoras en el trono olímpico de los 200 mariposa lograron el oro a los 20, 19 y 21 años. La nadadora catalana anunció nada más ganar el diploma olímpico en los 800 metros libres (fue cuarta, récord de España incluido) su intención de participar en los Juegos de Tokio 2020. Puede asegurarse que no competirá en seis pruebas, como en Río, y sería una heroicidad repetir su oro en una carrera tan dura como los 200 mariposa. “Ella no ha cambiado, sigue siendo la Mireia de Pekín”, asegura su madre, “pero evidentemente esa maduración, al cumplir años, se da en todos los órdenes de la vida”.
El detalle de su extraordinaria puntería con la escopeta cuando era una niña con escoliosis ilustra la personalidad de una mujer que el 10 de agosto, al salir de la piscina, dijo: “Ya tengo todo lo que había soñado, y me ha venido muy rápido”. Paqui, su madre, dice haberse dado cuenta de su determinación “desde que era pequeñita. Ella decía ‘esto es así’ y tenía que ser así. A nadar la llevé yo, evidentemente, pero ella siempre ha querido ser la primera, nunca la segunda”.