La primera vez que se conocieron ella estaba llorando y él la invitó a unirse a su grupo de amigos. Estaban en la isla de Hydra (Grecia), emblema hippie de la época, y así es cómo comenzó su historia de amor. Siete años de romance, con sus altos y sus bajos, sirvieron para que Marianne Ihlen (fallecida ahora hace tres meses a causa de una leucemia) se convirtiese en la musa de Leonard Cohe. "Conmigo publicó tres libros de poemas y dos de novela. Era extremadamente creativo", dijo ella en una entrevista. Sin embargo, las infidelidades de él con otras mujeres llevó al declive de su historia de amor sin tener descendencia. "Me hubiese gustado tener un hijo suyo, pero él no quería. Nunca me lo dijo, pero yo lo intuí: yo no era judía".
Una gran grieta se interpuso entre ellos y ni la canción So Long Marianne que Cohen dedicó a su amada, sirvió para que ella volviera a su brazos. Sus vidas se separaron para siempre. En su último adiós el cantautor le dedicó de su pluma y letra unas bonitas palabras: "Bien, Marianne, hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto. Que sepas que estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás tocar la mía. Ya sabes que siempre te he amado por tu belleza y tu sabiduría pero no necesito extenderme sobre eso ya que tú lo sabes todo. Solo quiero desearte un buen viaje. Adiós, vieja amiga. Todo el amor, te veré por el camino"..
Con quien sí tuvo hijos fue con Suzanne Elrod: Adam, músico como él, y Lorca, a la que llamó así en homenaje al poeta español Federico García Lorca. Su madre les crió porque pronto se separaron. Adam declaró en más de una ocasión que a pesar de ello su padre siempre había formado parte de su vida. "Estuvo muy involucrado e hizo un esfuerzo increíble para permanecer en nuestras vidas. Cuando vivimos en el sur de Francia, mis padres no se llevaban bien y mi madre estaba viviendo con otro hombre. Fue admirable por su parte", aseguró el hijo de Cohen.
Otra Suzanne ocupó su corazón. Suzanne Verdal fue quien inspiró al cantautor con la canción que terminaría por darle fama como músico. Sin embargo su relación con ella nunca fue carnal. Eran muy bueno amigos. Tanto que incluso adivinaban los pensamientos el uno del otro sin necesidad de articular palabra. Cuando se conocieron Suzanne, que era bailarina profesional, estaba casada con uno de los mejores amigos de Cohen y se convirtió en una mujer inalcanzable. Ni siquiera cuando ésta se divorcio tuvieron contacto físico. En cambio, la profunda admiración entre ambos inspiró algunas de las letras de las canciones del intérprete.
Una de sus últimas amantes conocidas fue Kelly Lynch, su representante durante 17 años. La misma que le traicionó y le dejó en la ruina. Un año después de que que el cantautor destituyese a Lynch como su manager éste le demandó alegando que ella le había robado cinco millones de dólares de sus cuentas personales y que le estaba acosando. Mrs. Lynch me acusaba a diario de ser un drogadicto y muchas otras cosas. Por supuesto no me gustaba y sentí que mi reputación estaba siendo atacada", señaló en 2005. Ganó la batalla judicial, pero los abogados de la ex representante declararon que ella no tenía dinero para devolvérselo y Cohen nunca recuperó lo que era suyo. Tras esta tormentosa relación se vio obligado, con 70 años, a volver a los escenarios para poner en orden sus finanzas.
Hay más nombres y más mujeres, pero ellas fueron quienes realmente marcaron la vida y la obra del artista en la que el amor fue una constante. Sin embargo, a los 82 años de edad Cohen murió solo y sin una compañera a la que coger de la mano en el final de sus días. Y es que como reza uno de sus poemas "Nunca se me dio bien amarte… vas a sentirte mucho mejor cuando cortes conmigo para siempre. Nunca se medio bien amarte".