"Sueña y sigue tus sueños. Ellos saben el camino". Estas es una de las frases que cada noche Lydia Valentín (31 años), la campeona olímpica de halterofilia, se repite al dormir. Aunque ya ha pasado a ser historia de este deporte y no un mero capítulo, a esta leona aún le fata una meta por cumplir: Tokio 2020. Por eso sigue entrenando duramente en el Centro de Alto Rendimiento del Consejo Superior de Deportes de Madrid. No fue aquí donde levantó su primera pesa cuando tan sólo tenía 11 años, sino en el Club deportivo de su pueblo donde sus monitores la veían como un diamante en bruto para el atletismo o el baloncesto. "Mi primer entrenador me insistió en las pesas y probé por curiosidad. Recuerdo que me fui a entrenar con un vestido y me dijo: la próxima vez en mallas por favor", asegura Lydia Valentín, entre risas, en la revista Fuera de Serie, que se pone a la venta este sábado con Expansión.
A partir de ese momento su vida cambió. La residencia Blume le llamó para formar parte de la halteorifilia de élite y empezó a competir en los campeonatos europeos, ganando el primero de ellos con 16 años. Para aquel entonces Lydia ya estaba completamente enganchada a este deporte y a sus compañeros que son como su familia. "La gente se cree que soy la única chica que hago halterofilia, pero hay más mujeres que hombres en el equipo nacional: nueve mujeres frente a seis hombres", comenta la campeona en la misma publicación.
Ahora con 1,70 metros de estatura, 75 kilos de peso y una filosofía de vida basada en el sacrificio y en el esfuerzo para conseguir la meta, ella ha logrado llegar a la cima. Para ello ha tenido que renunciar a estar con su familia y con sus amigos en momentos concretos, como ella misma ha explicado. Eso sí, siempre que puede vuelve a casa con los suyos. En sus redes sociales suele compartir momentos divertidos de su vida privada.
Además de la halterofilia, que es su pasión, Lydia Valentín tiene otra debilidad: viajar. Es cierto que el deporte le da esta ventaja, pero también le gusta escaparse a oxigenarse por su cuenta y riesgo cuando la competición se lo permite. Por ejemplo, después de ganar el bronce en Río, la leonesa hizo una escapada a la isla de La Graciosa en Canarias. Fuera de su disciplina es una mujer sencilla, sin grandes pretensiones, que disfruta de cada uno de esos detalles que hacen importante la vida. Entre sus aficiones también está la música, la lectura y el Atlético de Madrid, equipo del que es seguidora desde su infancia.
A estas alturas todo el mundo sabe que a Lydia Valentín también le gusta la moda y verse bien. "Soy más presumida de lo normal, como mi dos hermanas y mi madre. Y físicamente me veo perfecta", afirma la deportista, que quiere volver a ser "flaquita" cuando abandone su carrera. Eso será en 2020, con 35 años. Después tiene pensado abrir un gimnasio con su nombre para transmitir su sabiduría a los demás e incluso tener su propia línea deportiva de ropa. Seguro que con el tesón que le caracteriza consigue este nuevo sueño.