Eran las cuatro menos diez de la tarde. Una hora en la que muchos españoles están en la sobremesa del almuerzo o corriendo hacia sus trabajos para empezar la segunda jornada del día. No era el caso de Georgina Rodríguez (21 años), que ya estaba en marcha en su puesto de trabajo en el córner de Prada que tiene El Corte Inglés en su centro comercial de Castellana. La novia de Cristiano Ronaldo (31) no comienza hasta las cuatro pero se ve que es de las que les gusta llegar antes al trabajo y tenerlo todo controlado antes de que la clientela llegue en masa al establecimiento.
En un primer vistazo me costó reconocerla, porque todas las dependientas que vi ocupar su puesto los días previos eran prácticamente clones. Todas con larga melena morena atada en una coleta, tono de piel tostado y perfil de modelo, además, todas deben ir vestidas enteramente de negro. Sin embargo, mientras la mayoría de sus compañeras optaban siempre por pantalón de corte recto, Georgina prefiere utilizar vestido en su jornada laboral. Iba maquillada de forma muy sutil, aunque no pude verle la cara hasta que me acerqué a los expositores y le pedí ayuda. Y es que ella, al contrario que el resto de dependientas que solían permanecer cual maniquíes en una esquina mirando al frente y esperando que alguien les preguntara, la chica de CR7 permaneció de espaldas a la puerta mientras ordenada una y otra vez los bolsos y carteras que se exhibían en el mostrador principal.
"Perdona, ¿podrías ayudarme?", le dije. Y con una sonrisa en la cara me respondió que "por supuesto". Le conté que necesitaba un bolso grande para mi madre y que aguante la rutina del día a día. Georgina me preguntó por los colores que suele vestir mi madre que justamente coinciden con los tonos que más fabrica Prada para sus bolsos o eso me dijo, ¡qué casualidad! Aunque también me puso al tanto de las nuevas tendencias: "puedes llevarle un bolso en esos colores neutros, blanco, negro o beige, pero ahora se lleva que los complementos rompan la monotonía del look", me explicó. A continuación me enseñó los bolsos de la nueva temporada que destacan por los tonos pastel, "estos conjuntan con todo", me dijo y yo, al ver el precio del producto, 2.800 euros, le pregunté por algo más asequible a la cartera de una joven recién graduada.
Sonrió y se compadeció de mí, ya que apenas nos separan tres años de edad y comprendió mi situación. "No va a haber mucha diferencia con otros que te enseñe, pero vamos a ver", me explicaba intentando buscar una solución y al mismo tiempo haciéndome ver que tendría que hacer un gran desembolso de cualquiera de las maneras. Me sacó un bolso más simple, en color negro con detalles dorados de 1.800 euros. "Este se vende muy bien y es un estilo que nunca pasa de moda", dijo, y ante su interés por comprender mi situación económica e intentar saciar mi necesidad le dije que ese podría ser el elegido.
"¿Lo tienes en granate?", le pregunté. Me dijo que no, pero que existía uno muy parecido y al mismo precio en rojo. Me lo enseñó y quedamos que entre esos dos estaba el que me llevaría a casa. Aunque, debido al dilema, le dije que prefería que viniera mi hermana a verlos conmigo otro día para escoger el definitivo. "Perfecto, sin problema", dijo de nuevo con su imperturbable sonrisa en la cara.
Antes de que se llevara los bolsos de vuelta a su lugar le pregunté por la posibilidad de reservarlos y aprovechando que la tenía pendiente de mí y con el establecimiento vacío le hice la esperada pregunta: "Perdona, eres la novia de Cristiano Ronaldo, ¿no?". Me declaré fan del jugador para ver si así ablandaba su corazón, pero solo conseguí que sacara una sonrisa, esta vez con mayor timidez que las demás que me había dedicado durante la tarde. Pero ese gesto lo decía todo.
Me despedí de ella diciéndole que al día siguiente nos veríamos para la decisión final sobre el bolso y salí del lugar. A mi salida casi choqué con dos hombres de seguridad que paseaban en pareja por el pasillo de alrededor de la zona de Prada. Me pareció curioso, y quizá pura casualidad, pero los días anteriores en los que visité el córner de la firma italiana en busca de la novia de Ronaldo solo había un guarda en las puertas de entrada al centro comercial. Sin embargo, esa tarde aparecían hombres de uniforme por todos los rincones y parecía que 'patrullaban' los exteriores del lugar de trabajo de Georgina.
Quizá no fueron solo imaginaciones mías sino que han preferido curarse en salud y evitar lo que supuso el despido de la joven en su anterior empleo en Gucci como ya adelantó EL ESPAÑOL hace más de un mes. La presión de la prensa y los curiosos que se acercaban continuamente a conocer a la nueva conquista del jugador merengue hicieron que la marca de lujo prescindiera de los servicios de Georgina debido a la incansable atención mediática que creaba alrededor del local. Así que la seguridad de El Corte Inglés ha preferido prestar algo más de atención a la zona que frecuenta la novia de Ronaldo a no contar con ella.
Y es que a Prada le viene muy bien tener entre sus filas a un 'fichaje' de ese calibre que atraiga nueva clientela. En el último año las ventas de la firma italiana han caído en Europa un 15 % respecto al curso anterior, según indica el diario Expansión, lo que supone una pérdida de 64,5 millones de euros. Por eso, cualquier estrategia de marketing que impulse las ventas es bienvenida en la marca de lujo y puede que la presencia de Georgina en su espacio de la Castellana ayude a la causa.
De bailarina a dependienta de lujo
Georgina se crió en Jaca, Huesca, pero antes de cumplir la mayoría de edad viajó a Madrid para buscar trabajo. En su lugar de origen destacó en la disciplina de la danza. Acudía a la escuela de baile clásico de la provincia y formó parte del Joven Ballet del Pirineo, pero decidió dejar su sueño de ser bailarina y adentrarse en alguna oportunidad laboral con mayor seguridad para el futuro.
A pesar de sus 21 años, quienes la conocen destacan su madurez. La joven tuvo que hacerse independiente y aprender a sobrevivir antes de lo normal debido a que sus padres no paraban de viajar por cuestiones laborales. Esa imagen de sus progenitores le otorgó la conciencia de trabajo que tiene hoy y por eso no desecha ninguna de las ofertas que llegan a sus manos, sea de azafata de eventos - como fue - o de dependienta.
Aunque las comparaciones son odiosas, lo cierto es que a la ex novia de Cristiano, la súpermodelo Irina Shayk (31), tampoco se le caían los anillos por trabajar de cualquier cosa y empezar en el peldaño más bajo del status. Irina proviene de una familia pobre, su padre, minero de profesión, apenas podía aportar ingresos al hogar y por eso la modelo y su hermana ayudaban a su madre a sembrar frutas y hortalizas en el huerto de la familia para poder alimentarse. Con esa conciencia sobre el trabajo duro y el esfuerzo, llegó a París con solo 20 años donde una agencia de modelos la descubrió e hizo posible su sueño de pisar las pasarelas.