De sus veranos en Fresno de Caracena, un pueblito de la provincia de Soria en el que se crió su abuelo, Helena Rakosnik Tomé recuerda los olores. "Aquella luz, el olor a enebro y a membrillo, el que se colocaba entren las sábanas para darles buen olor", ha comentado la esposa de Artur Mas en alguna ocasión. "Él era mi raíz, éramos tan cómplices...", añade quien descubrió "la dureza de la vida" con la muerte de su querido abuelo. Los Mas Rakosnik mantienen la casa familia de don Rufo Tomé en la localidad, a la que van cada vez menos, sobre todo desde que el ex presidente de la Generalitat se metiera a defensor del proceso independentista.
Esta semana, Mas ha sido el protagonista de la actualidad política catalana: desde el lunes se le juzga en Barcelona por haber organizado el referéndum del 9 de noviembre. Y cada mañana su mujer le acompañaba cogida de su brazo. Es su más fuerte apoyo.
Algunos responsables de la Generalitat pidieron a los funcionarios que se tomaran el día libre el pasado lunes para acompañar a Mas, Joana Ortega e Irene Rigau en el juicio al que se someten como responsables de organizar un referéndum ilegal. No hay números de cuántos siguieron el consejo, pero sí sabemos que al menos una dejó de ir a su puesto de trabajo. Helena Rakosnik trabaja en Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) y esta semana ha pedido permiso para estar al lado de su marido.
La familia es lo más importante para esta barcelonesa de padre catalán de origen checo y madre francesa de padres españoles. Ha dado algunas entrevistas a lo largo de su historia, sobre todo cuando era la primera dama catalana, y siempre destacó su labor al frente de los suyos. Maestra de formación, empezó a trabajar en la Administración pública hace 37 años. Y allí sigue, ahora en el equipo encargado de coordinar los autobuses turísticos de la ciudad, entidad que depende del Ayuntamiento dirigido por Ada Colau.
Mas, rapado y con bigote
La pareja se conoció en 1979, en la boda de una amigo de Mas. Rakosnik era la prima de la novia y ambos se sentaron en la misma mesa. Relata la periodista Carme Novell en Artur Mas, biografía de un delfín, que fue casi un flechazo. Arturo y Marilén, así se hacían llamar entonces, eran dos amantes de la pesca y pasaron la noche hablando de sus aficiones. Él llevaba la cabeza rapada y bigote porque estaba haciendo la mili y a ella le gustó su físico.
Tan compenetrados les vieron que les entregaron el ramo de la novia. Hasta ahora. Se casaron en 1982, tuvieron tres hijos (Artur, Patricia y Albert) y ya son abuelos de dos gemelas (hijas de Patricia) a las que dedican gran parte de su tiempo.
La familia Rakosnik (sólo hay 70 Rakosnik censados en España, según el Instituto Nacional de Estadística) es conocida en Barcelona, sobre todo en la zona alta y noble. El apellido Rakosnik ya aparece en la sección Ecos de Sociedad de La Vanguardia en la década de los años 20 del siglo pasado. La ex primera dama estudió en el colegio Betania Patmos, uno de los mejores de la ciudad, un privado concertado donde siguen estudiando gran parte de los descendientes de la saga Rakosnik.
Ella, no obstante, prefirió para sus hijos la Escuela Aula, trilingüe y privada, donde estudió su marido. En su época de escolar, todos conocían a Rakosnik como Marilén, un nombre que mutó primero a Elena (sin hache) y después a Helena (como su madre, nacida en Narbona de padres exiliados; él soriano -Tomé- y ella murciana -García-).
Una empresa familiar solvente
Los orígenes del apellido Rakosnik (su padre era hijo de barcelonés y segoviana) provienen de Chequia. Fue su tatarabuelo, botánico, quien se trasladó a España para estudiar las palmeras de Elche. Parte de esa familia se trasladó a Barcelona, donde se ha dedicado al sector del cartón con empresas como Cartonajes Rakosnik -extinguida en 2013- cuyo último volumen de ventas superaba los 30 millones de euros.
Además, la familia cuenta con Lito Enna (impresión), y Emilio Rakosnik, padre de Helena, diversificó el negocio al adentrarse en 2002 en el mundo inmobiliario con la sociedad inmobiliaria Locedi, destinada al alquiler y venta de bienes inmuebles, extinguida en 2013. Todas las empresas cuentan (o contaban) con la misma sede social, situada en la calle Cuzco de Barcelona.
Nunca Helena Rakosnik se había manifestado en favor de la independencia de Cataluña hasta hace unos años, como muchos de los miembros de la extinta Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). La ex primera dama catalana, que se pronunciaba como catalanista, empezó a militar en CDC en 2006, cuando su marido era el jefe de la oposición en el Parlament.
Cuando llegaron los cambios ideológicos al partido también lo hicieron en casa de los Mas Rakosnik. Y ahora, años después, Helena se ha convertido en el más firme apoyo de su marido, algo que compagina con la casa, el trabajo y sus aficiones.
Ficha cada mañana en TMB, donde trabaja hasta las 15 o las 16, depende del día, y después dedica la tarde a sus amigos -en su círculo se cuentan miembros de CDC como Xavier Trias y su mujer, Puri Arraut, también independentistas conversos-. Le gusta ir al gimnasio, donde combina cardio (zumba) con máquinas. Rakosnik es una gran aficionada a la moda, diseña sus propias joyas, que después luce como complementos, y antes era fácil verla en desfiles de moda.
Decimos antes porque desde que fue abuela, hace poco más de un año, su verdadera pasión son sus nietas, Gala y Helena. Momentos felices que contrastan con los duros días en los que a Rakosnik le detectaron un cáncer de mama y tuvo que ser tratada con radioterapia.
De aquellos sustos y estas alegrías se repone el matrimonio en Fornells, Menorca, donde la familia de Mas ya pasaba los veranos hace décadas. El agosto pasado, Mas fue noticia por cambiar Menorca por Formentera en unas lujosas vacaciones en yate y avión privado por la pequeña de Las Pitiusas. Sí, también pescaron.
De Soria a la Costa Brava
La familia suele combinar sus escapadas a Baleares con estancias en la Costa Brava e inviernos en La Cerdanya, donde tienen una casa y disfrutan del esquí. Antes, además, pasaban algunos días en la casa de don Rufo, el abuelo soriano de Rakosnik. Pero hace un tiempo que no se les ve por allí. Y eso que para la esposa de Artur Mas es un lugar clave en su vida.
"¡Mis recuerdos infantiles más bellos e intensos están ligados a los veranos con mi abuelo, en un pueblecito de Soria! Aquella luz, el olor del enebro y del membrillo en los armarios... Prensábamos nosotros la uva, recogíamos la miel, la fruta, las flores... Mi abuelo me inoculó el amor a la naturaleza", dijo en una entrevista en 2003. La memoria se compone de recuerdos y cada cuál escoge, cuando puede, los que más le gustan.