"¿Por qué esperé tanto?", se preguntaba Quique Jiménez (39 años), conocido televisivamente bajo el alias de Torito, cuando por fin se atrevió a desvelar a sus padres su condición sexual. Ocurrió hace casi 14 años, tras evitar continuamente un encuentro con sus progenitores y tener que asumir que tendría que contarles su secreto.
El reportero más carismático de la pequeña pantalla acaba de publicar su autobiografía, Ácido, en la que revela detalles de su infancia o de sus inicios en el mundo audiovisual, aunque lo más revelador se encuentra en los capítulos finales en los que se desnuda en el terreno más personal y habla de la paternidad junto a su marido y las dificultades que vivió por 'salir del armario' ante su familia.
Para el menorquín fue un auténtico drama enfrentarse a sus padres, aunque era consciente de que tarde o temprano tendría que hacerlo. En aquel entonces Torito era colaborador del programa Vitamina N, un espació que arrasó en la cadena autonómica de Cataluña, y que ponía como excusa cada vez que veía la mínima posibilidad de que hubiera un encuentro con sus padres: "Era un propósito de vital importancia desplazarme hasta allí para contarles una cuestión transcendental para mi porvenir, pero el miedo a moverme en arenas tan movedizas y desconocidas dimanaba que cuando había una minúscula oportunidad de viajar, plegase velas en busca de una excusa aparente."
Siempre adoró a sus padres y de hecho, su biografía está repleta de halagos a la educación que le profesaron a él y a su hermana y al amor que recibió desde su infancia. La relación entre Torito y sus progenitores mantuvo un estrecho lazo incluso cuando voló de la isla a la península para ponerse a trabajar en televisión y mantenían el contacto constantemente. Por eso, el propio reportero no oculta en el libro el complicado dilema interior que vivió al esconderles tal secreto: "Tenía un cómputo demasiado prorrogado con mis padres, después de todo lo que había batallado a mi favor no se merecían que les siguiera ocultando algo tan sólido para mí. Sentía que les estaba defraudando [...] Ya no les cogía sus llamadas [...] tal vez por vergüenza de no disponer de las agallas y la entereza necesaria para darles una merecida descripción".
Pero al fin, meses de después, tuvo que dar el paso. "Vinieron a Barcelona a visitarme y me sinceré", pero intentó alargarlo lo máximo posible una vez más. Llevó a sus padres a un restaurante y horas más tarde cuando ya estaban en casa vio la ocasión de contárselo aunque de forma muy peculiar: "Le dije a mi madre que no me encontraba muy bien, que por favor viniera a mi cama porque quería hacerla partícipe de algo". Se sinceró primero con Pilar, su progenitora, quien se preocupó en un primer momento al ver el misterio que le daba su hijo al asunto: "Mamá hace demasiado tiempo que tengo que contarte algo, siento no haber tenido el arrojo para habértelo dicho antes", empezó a contarle Torito entre sollozos. "¿Qué te pasa, Quito? ¿Por qué lloras? Me estás preocupando [...] Si tienes un problema con las drogas, nosotros te ayudaremos a salir de eso y curarte.", a lo que rápidamente el menorquín respondió: "Mamá, no soy drogadicto, soy homosexual".
Ante la contundente respuesta, su madre contestó con la ternura y la aceptación que Torito jamás había imaginado que recibiría: "Pero hijo, no tienes que sollozar por eso, no es una enfermedad. No te permito que derrames ni una lágrima por ser gay". Su hermana y su padre lo aceptaron de idéntico modo, "aquí estamos para todo lo que necesites". El televisivo Quique plasma en su autobiografía lo afortunado que se siente de tener una familia como la suya: "No modificaron ni una sola coma de cariño hacia mí, aunque se sintieron condenados por no haber intuido absolutamente nada".
Los hombres de su vida
Como si fuera cosa del destino, su marido y su hijo aparecieron en la vida de Torito el mismo día con diez años de diferencia. Un 24 de noviembre de 2006 se alojó en un hotel de Sevilla soltero y una casualidad quiso que saliera con pareja: "Entré en la habitación y había unas maletas y de repente del baño salió un tío... Los dos tenemos el mismo apellido y se ve que el hotel traspapeló las entradas de 'los señores Jiménez' y nos dieron la misma habitación...Yo me flipé en el mismo momento, pero a él le costó más porque nunca había estado con un hombre... Así que él se enamoró de la persona", explicaba en una entrevista hace unos días.
Después de ese inesperado encuentro su relación siguió adelante hasta que se consolidó de tal forma que Torito tenía claro que era el hombre de su vida y con quien quería dar el paso más importante hacia su futuro: "Desde que me percaté de que había un ser en este planeta que iba a proclamarse como mi marido, tuve más claro que el agua que era el individuo idóneo con el que me gustaría iniciar un proceso de paternidad. Tuve la ventura de converger con alguien que tenía mis análogos arquetipos de pareja y familia homoparental. Nos podrán considerar una pareja gay conservadora, pero son lo ideales que tenemos: un hijo siempre ha sido nuestra aventajada prioridad".
Tras casarse en 2011 y asentar sus carreras, decidieron ser padres. Investigaron y dudaron entre adoptar o elegir el embarazo subrogado y finalmente optaron por la segunda debido a una cuestión de tiempo. Lo llevaron a cabo mediante una clínica americana que les iba informando de cada paso. En unos meses lograron 'quedarse embarazados' y cuando ya se cumplió la semana ocho de gestación y todo marchaba sobre ruedas, los futuros padres no podían contener la emoción. "Nos hallábamos dichosos, pero la prudencia hizo que no lo dijésemos a nadie, ni a las familias", pero ese día en el programa Qué tiempo tan feliz en el que trabajaba Torito acudía de invitado Ricky Martin, quien ya utilizó el mismo método para ser padre y fue el primero en enterarse de la paternidad del reportero. "Un fugaz impulso congénito hizo que entrase en el camerino de Ricky y le contara que estaba empezando el proceso".
Sin embargo, veinte minutos antes de entrar en directo Torito recibió un mensaje de la clínica en el que le anunciaban que habían perdido al bebé que esperaban. No se vinieron abajo y lo volvieron a intentar. Varios meses después volvían a lograrlo. Esta vez sí, el niño llegó y algo antes de lo previsto: "Todo estaba más que planificado para que nuestro heredero naciera el 28 de noviembre. Decidimos volar a Los Ángeles unos días antes del alumbramiento para solemnizar nuestro singular aniversario de yunta, ya que se cumplía una década del primer encuentro con mi marido".
Celebraron la especial fecha comiendo en un restaurante y entre plato y plato se les ocurrió preguntar a la clínica cómo iba todo, cuando de repente les dijeron que su hijo estaba a punto de nacer: "Era 23 de noviembre, víspera de Acción de Gracias por lo que no hubo manera de conseguir un billete de avión al aeropuerto más cercano de la clínica... Mi marido y yo resolvimos alquilar un vehículo...condujimos de día y de noche, sin parar, unas quince horas en total. Justo cuando por fin comparecimos en la planta de maternidad, nació nuestro hijo, como si hubiera estado esperándonos para festejar fusionados nuestro aniversario como pareja, germinó el mismo día, pero diez años después".
Nathan nació justo para ver a sus padres, pero horas después le detectaron bilirrubina alta y tuvo que pasar 12 horas en la incubadora, lo que supuso un incremento en el coste para sus padres de 7600 euros, aparte del presupuesto ya cerrado que tenían por el proceso del embarazo subrogado. Sin embargo, a pesar de los obstáculos que el matrimonio ha encontrado en el camino, los han ido superando todos y hoy forman una familia homoparental de portada de revista.