En plena resaca del Día Internacional de la Mujer conocemos la noticia de que el histórico Embassy cerrará por siempre sus puertas a finales de mes. Inaugurado por una mujer de carácter que hace 86 años rompió la hegemonía de los hombres, el lugar está lejos de ser una simple cafetería. El local situado en el madrileño Paseo de la Castellana esconde una increíble historia en la que no faltan espías, estrellas de Hollywood, fuertes dosis de alcohol servidas en finas teteras de porcelana e incluso un pasadizo secreto que se convirtió en el aliado perfecto de los judíos perseguidos por el Nazismo.
Una irlandesa de buena posición llamada Margaret Kearney Taylor abrió sus puertas en 1931. Hoy lo regenta María Teresa Sarmiento Blanch, una mujer que 'heredó' el buen gusto y la clase de su antecesora y que ha visto pasar por su local tantos rostros famosos como los que vio Taylor.
Donde en los últimos tiempos se han sentado Miguel Bosé, Viggo Mortensen, Carmen Lomana o el futbolista Xabi Alonso, hace alrededor de medio siglo se sentaban Cantinflas, el humorista gráfico Forges o Miguel de la Quadra-Salcedo. Los camareros del lugar tampoco olvidan la simpatía del Gladiator del cine estadounidense, Russell Crowe, que les visitó poco antes de recibir el Óscar. Y es que Hollywood ha estado a menudo representada en las 16 mesas que tiene el Embassy, porque Pierce Brosnan, John Travolta y Harrison Ford también han caído rendidos a sus 'tés especiales', nombre por el que se pedían las bebidas alcohólicas camufladas en inocentes teteras.
El único secreto del Embassy no solo se esconde en sus teteras y es que lo que ocurría tras las puertas del local se quedaba entre sus cuatro paredes y en la mente de los trabajadores del lugar. Una de esas anécdotas que solo pueden ocurrir en sitios tan de alto standing como Embassy es la que se recoge en un artículo de Vanity Fair y que implica a varios políticos y un maletín con cuatro millones de pesetas. El jugoso botín tuvo que ser custodiado por uno de los camareros a un cliente de confianza del cual no ha trascendido su nombre. Y es que sucesos así estaban a la orden del día en el local de la Castellana. Y en la lista de personajes políticos que han pasado también por el emblemático lugar destacan nombres como el de Leopoldo Calvo-Sotelo, Elena Salgado, Mayor Oreja o Esperanza Aguirre.
La realeza tampoco escapa a este local con tanta historia. El rey emérito español era un adicto al chocolate de Embassy y traspasó su gusto por este local a sus hijos. Felipe VI, siendo aún príncipe, saciaba su sed en la barra de la cafetería y la infanta Elena eligió una de sus tartas para su boda con Jaime de Marichalar en 1995. Pero la trascendencia de Embassy no se limita a la Corona española sino que llega hasta Buckingham.
La mismísima reina Isabel II dio el aprobado a los productos pasteleros del sitio. En una de sus visitas oficiales a España, la Embajada Inglesa hizo un pedido de scones - una especie de panecillos individuales originarios de Escocia y que son los perfectos acompañantes del té británico - para deleitar a la monarca durante los días que durara su estancia en nuestro país. Los artesanos de Embassy recuperaron la receta que dejó escrita la propia Margaret Kearney Taylor hace medio siglo y la llevaron a cabo con tanto mimo que una vez la royal volvió a su palacio el obrador recibió una nota de la Embajada en la que afirmaban que a la reina le habían encantado los scones.
En pocas semanas, casi nueve décadas después de su apertura, Embassy dirá adiós y se llevará consigo tantas historias como personalidades se han sentado en sus sillas.