La vida de Belén Esteban ha sido similar a un reality show desde aquella entrevista frente a María Teresa Campos (67) en el año 2000. Toda España conoce -o podría conocer si quisiera- lo que le ha ocurrido a la expareja de Jesulín de Ubrique (43) en estas casi dos décadas porque tal y como ella misma reconoce "ha vendido su vida en televisión". Esa exposición constante convierte a los espectadores en sus testigos principales y lo que han visto en estos años es un cambio físico radical.
Atrás quedaron su flequillo aniñado y su edad veinteañera con la que apareció por primera vez en televisión. Este jueves cumple 44 años con su hija Andrea (18) ya siendo mayor de edad, con su novio Miguel convertido en su 'príncipe azul' y ella siendo aún la 'princesa del pueblo' que cada tarde se dirige a los que la coronaron desde su 'trono' de Sálvame. Desde su debut en la pequeña pantalla cuando su hija acababa de nacer hasta hoy la evolución del fenómeno televisivo en el que se ha convertido la ha transformado en todos los aspectos.
La Belén del año 2000 se presentaba discreta, con un tono de voz que sonaba a veces casi susurrado cuando las presentadoras le preguntaban por su situación con el torero. Pero algunos de sus gestos y sus frases con segundas intenciones ya hacían presagiar que su carácter podía convertirse en una bomba. Y poco a poco a base de apariciones en platós fue construyendo su intocable personaje en la sobremesa de Telecinco. Con él su vida dio un giro de 180 grados que alteró también su aspecto, algo que ha evidenciado su fiel audiencia.
El rostro natural con el que la conocimos pasó por sesiones de cirugía estética que reconfiguraron su expresión además de las subida y bajadas de peso que ha tenido en estos últimos años que también han afectado a su figura. Toda polémica, discusión o mala etapa se refleja como un auténtico espejo en el aspecto de Belén, y resulta fácil adivinar cuál es su estado emocional a partir de su imagen.
La época que sin duda dejó en evidencia su cambio drástico ocurrió en 2005. En ese momento fichó como colaboradora para el Programa de Ana Rosa donde permaneció cuatro años y al aparecer diariamente en televisión fue imposible eludir su extrema delgadez y el nuevo volumen de sus labios. El rumbo fatal que estaba tomando la vida de Belén era difícil de ocultar pero ella no fue capaz de reconocerlo hasta mucho más tarde.
En 2008 contrajo matrimonio con Fran Álvarez y en sus fotografías de boda no irradiaba demasiada salud pero sí felicidad. La de Paracuellos mostraba una gran sonrisa pero su aspecto evidenciaba la mala vida que llevaban. Las decisiones tomadas en ese momento hicieron que siempre luciera ojeras y sus arrugas se acentuaran a pesar de sus todavía 35 años.
Pero casi una década después su día a día ha cambiado de manera muy positiva. Es cierto que sigue teniendo frentes abiertos que le acechan de cuando en cuando, como las deudas, los 'fantasmas del pasado' o el propio Toño Sanchís (44) pero la estable situación en la que vive ahora se traduce en una imagen más saludable y una energía innegable que muestra cada día en plató.
Su hija Andrea está en Reino Unido continuando los estudios y Belén permanece en Madrid junto al 'amor de su vida', Miguel Marcos, con el que suenan constantemente campanas de boda. El 'sí, quiero' con su novio es la mayor ilusión que quiere ver cumplida la colaboradora, pero por el momento no ha existido pedida ni mucho menos fecha, aunque el sueño de Belén es verse vestida de blanco del brazo de su pareja para sellar su amor viéndose sana y feliz.