Marta tiene once años y muchas ganas de ver a los Reyes Magos. La niña lleva desde primera hora de la tarde en la fila vip habilitada para personas con discapacidad o en riesgo de exclusión social justo frente al Palacio de Correos de Madrid. Aquí espera ver a sus Majestades de Oriente, cosa que no ha podido hacer nunca antes.
Su madre está algo nerviosa. Quedan pocos minutos para las siete de la tarde. Lleva un rato largo bajo una lluvia acuciante pero no importa. Todo sea por admirar a Melchor, Gaspar y Baltasar en el corazón de su ciudad. “Es la primera vez que podemos venir a una cabalgata”, explica a la reportera. “Tengo una minusvalía y me es imposible estar de pie tanto rato”.
Marta y su progenitora son dos de la escasa decena de madrileños que han acudido este viernes a la cita callejera con sus altezas reales. Se están mojando. Mucho. Aunque habían venido preparadas.
La chiquilla lleva un plumas con capucha y muchas capas debajo. Apenas se le puede ver el rostro entre la bufanda, el jersey y demás, pero irradia ilusión pese a los diez kilos de ropa que lleva encima. Ella espera que esta noche los Reyes atiendan a su petición: en la carta les escribió que quería un juego de magia. La misma que desprende su tímida sonrisa al hablar.
Su madre y sus vecinas de cabalgata no están tan contentas. Todas forman parte del afortunado colectivo que puede ver a sus majestades desde Cibeles. “Llevamos aquí desde las cuatro y desde ese momento hemos visto a enchufados”, se quejan.
La lluvia, vieja y esperada conocida, está chafando la espera para una tarde de sueños. “Muchas familias no podían permitirse venir y que los niños se mojaran tantísimo. Los míos estarán mañana a ibuprofeno, seguro”, vaticina otra madre, que prefiere no dar más datos.
Todos lamentan que desde el Consistorio no haya habido algún tipo de previsión ante la climatología. “Nos extraña porque se sabía que iba a llover y este año ha habido mucho jaleo con la seguridad, pero nada", se resigna Jesús. Él sufre esclerosis múltiple y ha venido acompañado de su mujer y de sus dos hijos. “Y mira que agradecimos que nos dieran desde hace un par de años este sitio para ver la cabalgata, porque sino sería imposible”. Su familia y él han echado en falta el sistema de acceso a esta zona de otros años, a través de invitación. “Este año ha sido un lío. Era venir aquí y hacer fila. Quien primero llegara pillaba sitio”.
Los paraguas, los chubasqueros y las mantas para resistir al frío florecen a cada pestañeo. Pero, a poco más de una hora de que Melchor, Gaspar y Baltasar se pasearan por Cibeles, para los inquilinos de la zona vip se les sumó otra complicación. La poca afluencia de público a este área motivó que se abrieran las puertas al público en general. Y, con ello, un caos que inquietaba a los padres de los chiquillos ahí presentes.
Fuentes del Ayuntamiento confirman a JALEOS que parte de ese espacio -380 plazas- estaba destinado al público en general hasta completar aforo. Pero los inquilinos veteranos de la fila vip cuestionados no recordaban haber vivido esa situación antes.
“Me da miedo que con los caramelos haya una avalancha. Nosotros no nos podemos mover apenas”, cuenta la madre de Guillermo y Alba. Sus hijos tienen 11 y 7 años. Y se esfuerzan por sonreír cuando la reportera les pregunta. “Llevamos viniendo un par de años aquí [a la zona vip], pero este año hace mucho frío y hay mucha gente", se le escapa al mayor. Él ha pedido unas zapatillas a sus majestades de Oriente. Ella, un monopatín sin manillar.
El personal de seguridad está muy inquieto. La decisión de la organización de mezclar al público en general con las personas con necesidades especiales les perturba. “Cuando lleguen los caramelos se va a montar”, comenta un guardia.
La lluvia continúa cuando se aproxima la comitiva real. La cercanía de los Reyes y de los caramelos comienza a calentar las sonrisas. “Que vienen, que vienen”. Los niños de la zona vip comienzan a murmurarlo como un mantra mágico para resistir al frío.
Cuando Melchor, Gaspar y Baltasar hacen su aparición, toda tristeza, toda pesadumbre, todo gesto serio se transforma. Porque da igual la lluvia, los Reyes Magos están aquí.Y con ellos, las sonrisas y los caramelos.
Pero a los padres no se les olvida que sus chiquillos están empapados tras tantas horas se espera. La zona habilitada para personas con discapacidad o en riesgo de exclusión social sufre una espantada general nada más pasar las carrozas.
La cabalgata versaba este año sobre la imaginación y la creatividad. Copérnico, Einstein, inventores y científicos -además de las clásicas carrozas infantiles- eran los teloneros de sus majestades. Llamaba la atención un tótem gigante hecho a imagen y semejanza del físico alemán, que iba recitando citas célebres propias para animar a los niños a investigar, a preguntar, a inventar.
El mensaje que quería transmitir el gobierno de Manuela Carmena quedaba patente desde el inicio. Después, como epílogo de una tarde pasada por agua, Melchor -como portavoz del trío real- llamaba desde el escenario a soñar. “La alegría e ilusión en vuestras caras es el mejor regalo que podíamos imaginar. Esta noche debemos pensar más que nunca que todo es posible. Con imaginación y creatividad todo es posible. Con corazón y con creerlo, todo es posible. El futuro está en vuestras manos”, les indicaba a los chiquillos, que miraban a sus mágicas majestades obnubilados.
La alcaldesa, presente también en el escenario, quiso cerrar la tarde de cabalgata con humor. “Os voy a contar una cosa. No sé si habéis visto que el Ayuntamiento ha formado la carroza inicial que lleva la estrella de Oriente a base de pequeñas estrellitas que eran los deseos de todos los madrileños. Yo deseé que lloviera en Madrid, pero quién me iba a decir a mí que iba a llover el día que venían los Reyes. Es que ellos son los que consiguen que se haga realidad”, comentaba entre risas.
Tampoco perdió Carmena la oportunidad de hacer un llamamiento a las familias más humildes, a quienes quizás los Reyes se les ‘olvide’ dejar un regalo esta noche. “Os digo una cosa: si acaso se os olvidara algún niño, venid al Ayuntamiento, que os ayudaremos a encontrarlo. Todos los niños van a tener regalo. Queremos que esta noche sea la noche más feliz del año para todos los niños de Madrid”.
Tras ella, el espectáculo musicopirotécnico que convierte al Palacio de Cibeles en un escenario mágico más propio de Disneyland. Al terminar, el público restante rompe en aplausos. La magia de los Reyes Magos ha surtido efecto. La noche espera.