"Cuando me encuentre con Edmundo Arrocet (68 años) voy a tener que decirle 'detente' por el catarro que tiene", aseguraba una emocionada María Teresa Campos (76) a las puertas del Hospital La Luz tras recibir el alta. Llevaba 48 horas sin verlo; hacía dos días que no acudía a su vera, enclaustrado en casa debido a un robusto resfriado. Por 'consejo médico' el chileno no quiso visitar a la presentadora, quien debido a su intervención quirúrgica debía alejarse de posibles amenazas víricas.
No hay mal que por bien no venga, ya que gracias al catarro la pareja recuperó la ilusión inicial del contacto por WhatsApp y las vídeollamadas. Esos preliminares; qué recuerdos de aquellos meses en los que uno y otro esperaba un mensaje con la proposición de una cita. Tras superar la operación por suboclusión intestinal, la matriarca abandonaba el hospital con la única esperanza de ver a 'su' Edmundo, aunque fuera de lejos. De sentirlo cerca. Pero, ¿cómo fue realmente ese encuentro y cómo evoluciona Teresa?
JALEOS se ha puesto en contacto en primer lugar con la benjamina de las Campos, Carmen Borrego (51), quien asegura que su madre está "estupendamente": "Teresa se encuentra por fin en casa y retomando su vida normal. Su día a día, su dieta y sus obligaciones. Ella solo tenía ganas de abandonar el hospital y estar en su casa. Está como loca por retomar las grabaciones y volver al trabajo". ¿Sabe cómo fue el cara a cara de María Teresa y Bigote? Ante la pregunta, Carmen tira de discreción: "Yo no estaba allí y no sé cómo fue, pero imagino que muy emotivo".
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"Se saludan desde lejos con mascarillas"
Sin embargo, este medio ha podido hablar largo y tendido con una buena amiga de la malagueña, Mayte Valdelomar. Ella mantiene que está en comunicación con Teresa diariamente, que la ve "mejor que nunca" y solo tiene palabras lisonjeras para Bigote. "Ella tiene una salud de hierro, no hay más que ver que del ictus se recuperó en 21 días y de la vesícula en 10", apostilla Valdelomar.
¿Le confesó Teresa cómo fue su reencuentro con Bigote? "Fue muy bonito, Edmundo es para robarlo, es un hombre estupendo. El problema es que tiene un catarro tremendo y se saludan desde lejos y con mascarillas. A él los resfriados le duran 10 días y se hablan y saludan desde habitaciones separadas. A ver si si se recupera y se pueden acercar. Teresa está deseando", apostilla su buena amiga.
La conoce más que bien y es consciente de que el único mal de Teresa es no trabajar y no sentir ese trasiego: "De lo que tiene falta es de ponerse delante de una cámara y volver a la rutina. Estar en casa dándole vueltas a la cabeza no es bueno. Para ser feliz no analices, le digo". Mayte ve a su 'colega' al cien por cien y recalca que este último ingreso "se trató de una tontería": "Teresa no quiere dar esa imagen, ella está ya bien, comiendo de todo. Le ha dicho el médico que no tema a comer lo que le apetezca, lo que pasa es que ella es muy especial para las comidas desde siempre, pero su intestino está fenomenal".
Teresa: "Cuando dijeron de operarme, quise morirme"
María Teresa no deja de aprender lecciones, y es que esa es la parte positiva de lo menos bueno. Ella venía haciendo notar a su entorno que debía tomarse las cosas de otra manera, relativizar y, sobre todo, alzar la voz para quejarse cuando algo le dolía. "Cuando alguien tiene un dolor muy fuerte, por mi experiencia le digo que vaya a urgencias. Yo a las cuatro de la mañana de ese sábado tenía un dolor que rabiaba y tuve que decirle a Edmundo de venir al médico", aseguró la Campos tras su alta hospitalaria.
Han sido unos días difíciles en los que ella veía que el dolor no remitía y los médicos no daban con el origen. Aunque lo peor fue cuando el doctor se sentó a su vera en la cama y dio la orden: "Cuando me dijo 'Teresa, tenemos que operarte ahora mismo'... Cuando te dicen eso te mueres. Dije que sí porque no tenía otra opción". Afortunadamente, eso es pasado y hoy la presentadora se encuentra en su casa rodeada de los suyos, estupendamente y junto a su amor chileno. ¿Qué más se puede pedir?
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