Yolanda García-Cereceda (47 años) puede presumir de haber dejado en el pasado algunos de los años más duros de su vida, en los que perdió su libertad, sus hijos y sus negocios. Una escalada que la dejó sumida en una serie de problemas que poco a poco está consiguiendo superar.
La historia se hizo conocida no solo por los tintes dramáticos de una tragedia de estas magnitudes, sino por quién es esta joven: la hija menor de Luis García-Cereceda, fundador de la exclusiva urbanización de La Finca, situada al norte de Madrid, entre otros negocios.
Desamores, peleas familiares, batallas en los juzgados... Desde 2010 la vida de Yolanda ha dado un vuelto de 180 grados, para volver a remontar en el último tiempo.
Batalla legal por la custodia de sus hijos
En 2010 Yolanda perdió la custodia legal de sus tres hijos de 16, 14 y 13 años, y no ha sido hasta esta misma semana que ha conseguido que la justicia española le devuelva la "guarda y custodia de sus tres hijos en exclusiva".
Hace ocho años su exmarido, Francisco Amat, solicitó a la justicia española que la hermana mayor de la heredera, Susana, se hiciera cargo de los hijos, alegando que no estaba en condiciones psicológicas para hacerse cargo de los menores. Una alianza que no extrañó pues las dos hermanas hacía tiempo que no mantenían una buena relación, hasta el punto de que la lucha también pasó a una batalla por la herencia que le padre (fallecido en 2010) les dejó.
Las diferencias entre ellas llegaron al punto de que, solo tres meses después de la muerte de su padre, Susana solicitó la incapacitación legal de su hermana alegando que sufría "problemas psicológicos" y que no podía hacerse cargo de la gestión de su fortuna. En 2011 la justicia española sentenció en contra de Yolanda, a quien incapacitaban jurídicamente porque consideraban que tenía "ideas delirantes e inmadurez". "Fue desgarrador y humillante. No se lo deseo a nadie. A todos les interesaba quitarme de en medio", aseguró la joven en un reportaje en la revista Vanity Fair.
Tras esta sentencia se dictaminó que Yolanda quedaba bajo la tutela de la Fundación Afal, especializada en tutelar a ancianos que sufren de Alzhéimer. Y, como si de una buena tragedia griega, esta decisión por parte de la justicia solo aumentó los problemas de nuestra protagonista. ¿La razón? Poco después se descubrió que esta sociedad había cometido irregularidades en la gestión de la fortuna de algunos de sus adinerados titulares, entre ellos la propia García-Cereceda.
Ella misma comentó en una entrevista que se dio cuenta de que la Fundación estaba llevando a cabo algunas gestiones extrañas: "Empecé a ver movimientos raros en mis cuentas bancarias. Hice preguntas y se subieron por las paredes”, explicó. En 2014, tras sus continuas quejas ante el juzgado, la Fundación renunció a su tutela.
Poco a poco Yolanda comenzó a recuperar su vida. El primer paso tuvo lugar en noviembre de 2016, cuando logró que la justicia le otorgara "la reintegración plena de su capacidad para gobernar su persona y bienes".
En medio de estas batallas legales, su exmarido consiguió la custodia de sus hijos con la que Yolanda recuperó cierta normalidad en la relación con estos: los veía un fin de semana alterno y las tardes de los martes y jueves. Un detalle que mejoraba su situación pero que era insuficiente para Yolanda, quien tras recuperar su "plena de su capacidad" volvía a ver posibilidades en la batalla legal para volver a tener a sus hijos. "Hasta el día que me muera intentará recuperar lo que me corresponde", argumentaba la heredera. Algo que finalmente ha ocurrido esta semana, cuando la Audiencia Provincial de Madrid ha resuelto a su favor.
Yolanda y Susana, peleadas por la herencia
Luis fue uno de los promotores inmobiliarios con mayor visión de nuestro país, apostando por la excelencia y el lujo en pleno boom inmobiliario, cuando la gran mayoría de los empresarios españoles optaban por repetir el mismo modelo de edificio con materiales de dudosa calidad. Como la gran parte de hombres de negocio que consiguen fundar sus imperios desde cero, Luis quería que sus hijas le sucedieran, y desde muy pequeñas las involucró, acudiendo a las comidas de negocios y a las oficinas de su padre.
Con el tiempo su imperio se iba agrandando, pero también las diferencias en su familia (problemas que Yolanda achaca al dinero). Luis y la madre de sus hijas, Merecedes, tomaron la decisión de separarse, y es en este momento cuando comienzan cuando las discrepancias entre las hermanas: Susana se puso del lado de su padre y Yolanda del de su madre.
Las diferencias se vieron claramente tras la muerte de su padre en 2010. El empresario había dictaminado que Susana herederaría el 51% del accionariado (de forma que pudiera ser la que tomara las decisiones, tal y como comentan varios altos cargos de La Finca a Vanity Fair), mientras que Yolanda recibiría el 49%.
"Mi hermana asumió que era la sucesora. Le parecía incompatible que las dos fuéramos socias. Yo no estaba de acuerdo y comenzaron los problemas: no me dejaban ver a mi padre, no me llega información sobre las empresas", comenta Yolanda a la situación previa a la muerte de su padre, suceso que desencadenó una verdadera lucha por parte de las dos protagonistas.
El principal objeto de pelea de las hermanas, la joya del imperio, era Procisa, la inmobiliaria que fundó su padre y que se encargaba de gestionar la urbanización la Finca. En medio de esta lucha por el poder, en 2016 la compañía fue disuelta y escindida en tres nuevas firmas.
La primera de ellas es La Finca Global Assets S.A. (especializada en las oficinas de la urbanización) una empresa con unas cifras millonarias que explican la raíz de esta disputa. Solo en 2016 la compañía ingresó más de 9,5 millones de euros en solo tres meses, una cantidad más que considerable, y tienen un activo que asciende a 636 millones de euros.
Las otras dos compañías que se crearon tras disolver Procisa son La Finca Real Estate, dedicada a la gestión de suelo a largo plazo y La Finca Somosaguas Golf, con un activo de 769 millones de euros según el registro de 2015, que gestionan Susana, su tío Eduardo y Francisco Peñalver con un 89% de las acciones del grupo.
Todas estas operaciones perjudicaron a Yolanda, quien tras ser incapacitada perdió el paquete accionarial y el resto del legado que ahora luchará por recuperar, según sus propias palabras.
Hasta que esto pueda ocurrir, y siguiendo el espíritu de su padre, Yolanda fundó hace solo un mes Blue Dewar Spain S.L., una compañía en la que figura como administradora única y que tiene como objetivo desarrollar actividades en el negocio inmobiliario.
Por suerte para Yolanda, su hermana tampoco está exenta de polémicas. El pasado mes de mayo la policía detuvo a Susana acusada de revelación de secretos, cohecho y falsedad en documento mercantil. Al parecer, la hija del magnate habría contratado los servicios del excomisario de policía José Manuel Villarejo para investigar a su hermana pequeña y a la viuda de su padre, Silvia Gómez Cuétara.
Problemas familiares, empresariales... y de amor
Los problemas de Yolanda no se restringen a su familia y a sus negocios, también al amor. En primer lugar, con su matrimonio fallido con Francisco Amat, con quien tuvo tres hijos y con quien se divorció alegando incluso denuncias de supuestos malos tratos de por medio que ya han sido archivadas.
A su regreso a España, y coincidiendo con la muerte de su padre, Yolanda se vio inmersa en una relación tormentosa con Jaime Ostos Jr., hijo del conocido torero. Yolanda y Jaime contrajeron matrimonio en 2012, pero la relación no llegó a buen terminó y se disolvieron.
El problema es que la hija del empresario se niega a firmar, según las propias declaraciones de Jaime. El hijo del torero quiere zanjar la relación para volver a contraer matrimonio. "Mi hijo quiere casarse de nuevo y no puede porque está casado con Yolanda. Ella no ha firmado. Ni siquiera recoge las cartas", esgrime Consuelo Alcalá, la madre de Jaime, a Look.
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