Antonio Hidalgo (53 años) es el claro ejemplo de que la vida da muchos saltos acrobáticos, de que nadie sabe a ciencia cierta cómo va a empezar su carrera y dónde la va a terminar. Ahí lo tienen a él, madrileño de pro, que un día llegó a la televisión -como de chiripa- a cantar, se quedó, arrasó y en la actualidad vive en Murcia desde 2008 felizmente casado, con hijo y conquistando sin rival a los murcianicos en 7RM. Tumbos y más tumbos, etapas que comenzaban y acababan. Hidalgo no puede decir que haya tenido una vida laboral plana, sin sobresaltos, pero sí puede vanagloriarse de haberse amoldado a todos los quiebros de su profesión.
Lo suyo ha sido todo un tiovivo de emociones. Nacido en 1965, Hidalgo pasa una infancia común y corriente, como todo chaval joven y rebelde con causa, insultantemente desprejuiciado y libre. Sin embargo, poco a poco comienza a sentir el gusanillo de la música y el brilli brilli llama a su puerta a través del grupo Los Graduados. Con su banda, tocan aquí y allá, en verbenas, fiestas y saraos varios. Pero sus padres querían algo más serio para él. Por eso, empezó Derecho, pero con la mente más puesta en los bocadillos de la cantina y en el garbeo de una buena música. "Mis padres pensaban en esa época que su hijo tenía que ir a la universidad y estudiar una carrera de provecho como Medicina, Derecho... Lo de quiero ser artista les sonaba a pasar hambre. ¡Y tenían razón!", recordaba hace poco en una interviú.
Pero ni una cosa ni la otra. Un día se dio de bruces con la televisión. No sabía cómo le iba a cambiar este medio. Sus inicios en la caja tonta fueron gracias a Jesús Hermida en Las tardes de Hermida, en 1991. Allí cayó y trabajó junto al genio durante una temporada. Las triquiñuelas del destino; llegó para tocar algo y se quedó bajo el arrullo de Hermida. Lo vivió como un pasatiempo, pero poco a poco este se convirtió en su fuente de ingresos. Hidalgo había nacido para la televisión. Tenía eso tan difícil de llevar en el ADN que se llama telegenia. Le gustaba a la cámara y se dejaba camelar. Luego le caerían jugosos papeles como Una pareja feliz y El trampolín, pero su mayor oportunidad fue Sabor a ti, donde se desarrollaba como cantante de la orquesta y, posteriormente, pasó a copresentar junto a Ana Rosa Quintana (62), quien lo llevó a la fama sin precedentes. Llevará siempre a gala ser el primer 'chico AR'. Y, como las grandes cosas, de pura potra: "¡Casualidades extrañas de la vida! Me contrataron de cantante, y un día el copresentador no pudo llegar a tiempo porque tuvo un problema con el vuelo, me lo propusieron a mí y dije que sí. Ahora pienso: '¡Qué morro le eché!'".
Murcia le estaba esperando
Estuvo durante varios años trabajando con la Quintana hasta que en 2000 se marchó de Antena 3 por razones que nunca ha explicado. Puede que quisiera simplemente resetearse, reconquistar ambiciones como la música. Encontrarse con ese joven que un día soñó con ser una estrella de la canción, su verdadera gran pasión. Pero aquello le duró poco, como las cosas importantes, ya que regresó en 2003 a los brazos de su 'jefa', pero en 2004 vio el cierre de Sabor a ti. Su futuro se quedó ligeramente en el aire. Hubo miedos, razonables, por que la televisión le diera de lado tras cerrarse una bella etapa en Antena 3, pero la tele no lo arrinconó. En el 2005 presentó Escúchala otra vez y en el 2006 El primero de la clase, un reality show pedagógico en TVE.
Y cuando los espacios frente a la cámara escaseaban, llegaron otras oportunidades y roles. Siempre le ha caracterizado su simpatía y humor -su público nunca olvidará esa sonrisa que derretía y esos hoyuelos juguetones-, de ahí que participara como monologuista en el concurso de La Sexta El Club de Flo. Allí se divirtió y aprendió de lo lindo, pero la vida le tenía reservada una de sus mayores oportunidades. ¡Ni más ni menos que en Murcia! Él, que nunca temió al tropiezo y que no entendía de cotos geográficos, hizo las maletas y se llevó sus bártulos a aquellas tierras. Allí presenta el programa Gente como tú y Ailoviu. Comenzó como sustituto de Carlos Lozano (55). El motivo por el que se cambió de cadena, y de ciudad en la cresta de la ola, solo lo sabe él, pero no le da demasiada importancia: "Todo el mundo cambia de empresa y no pasa nada. Unas veces te toca estar en un lado y otras en otro. Simplemente me vine a trabajar a Murcia hace nueve años, me adapté muy bien a la región y tengo una vida absolutamente plena y feliz. Lo de estar más o menos reconocido por la calle nunca me ha preocupado".
El presentador es muy querido en Murcia, donde todos le han acogido con ese calor de allí abajo. Además, el programa es uno de los de mayor audiencia en la región y él está feliz por poder presentarlo. Y es que Hidalgo es de esos iluminados que entienden que la vida exitosa no se circunscribe a lo nacional. "El mundo es mucho más grande que las tres televisiones generalistas y se pueden hacer muchas cosas fuera de Telecinco, Antena 3 y TVE. No estás muerto si no trabajas en ellas", aseguró para ABC.
Su agitada vida sentimental
La vida sentimental de Antonio Hidalgo siempre ha sido bastante movida. Él mismo dice que su vida amorosa ha dado vertiginosas volteretas a lo largo de los años. Una de sus parejas más conocidas ha sido la actriz Vanesa Romero (40) pero ha tenido algunas más. Según desgrana él mismo en una entrevista, ha vivido el amor intensamente y tiene un hijo al que adora y que se dedica a la interpretación. De casta le viene al galgo, confesaba hace unos meses a TP: "Empezó Periodismo, pero decidió dedicarse a la interpretación y se puso a estudiar Arte Dramático. Con 22 años ha hecho un pequeño papel en la última temporada de Cuéntame y quiere volver a Los Ángeles".
En la actualidad, Antonio se ha vuelto a casar con una mujer de Murcia y ha vuelto a formar una familia. Está muy feliz junto a ella: "He encontrado, aunque me lo hayas oído decir muchas veces, a la mujer de mi vida". Sin lugar a dudas, está viviendo un momento muy especial y pleno. Allí ha encontrado un trabajo que le apasiona y, lo más importante, continúa con su pasión por la música y disfruta de su vida actual con esa sonrisa que le abrió las puertas al Olimpo de la imagen. Hoy, puede que ni por la Quintana regresara a Madrid.
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