Hete aquí una gran frase: "La televisión es como ese novio por el que estás colado hasta los huesos y que tontea con otras siéndote desleal sin parar, pero del que tienes dependencia emocional". La caja tonta maltrata con el paso del tiempo. Si no, que se lo pregunten a Juan Luis Alonso, aquel pizpireta periodista y colaborador que no se perdía un programa, que su nombre figuraba cada día en la escaleta y que estaba siempre al filo de la noticia.
Los más nostálgicos y los que conservan su memoria en sepia todavía lo recuerdan en espacios tan emblemáticos como Salsa Rosa, DEC, Sábado Dolce Vita o Tal cual lo contamos. Se lo rifaban sin parar; de 2002 a 2009 nada se le resistió, todo lo hizo. Porque hubo un tiempo en que había otros Kiko Hernández (42) o Mila Ximénez (66); porque la telerrealidad no comenzó con Sálvame. Antes, mucho antes ya se inventó la fórmula.
Pocos saben que Juan Luis no se quedó solo en el chascarrillo de mesa camilla o en las entrevistas descacharrantes a una Sara Montiel enemistada con Marujita Díaz. En la memoria colectiva quedará cómo capeaba las preguntas más desvergonzadas, cómo imprimía rigor a la picaresca y a lo golfo. Él, que lleva más de 25 años al pie del cañón, además ha sido un magnífico director de series como Oh la la o de formatos como Mamma Mía. El cambio de siglo fue su época dorada. Trabajó como un jabato, pero la crisis horadó bastantes sueños y la escasez laboral hizo de las suyas.
Hoy, sigue enrolándose en las ondas de la radio, en la lectura, en la creación y, de vez en cuando, aparece en televisión. En su querida Telemadrid. Dicen los que lo conocen que se desvive por la información, que por sus venas corre disparado el chute que solo los periodistas entienden. No tiene prisa, conoce muy bien la televisión y sus subidas y bajadas, y sabe que lo bueno tarda en llegar.
Pero en el tiempo pasado a veces se comprende el presente. Juan Luis Alonso sigue tan activo como el primer día, cuando inició sus labores periodísticas en la edición de noche de los Servicios Informativos de Telemadrid, formando parte en la misma cadena del equipo de Sucedió en Madrid. Esa casa que a día de hoy todavía le pone alfombras a su paso. Sin embargo, la fama y la popularidad le llegaron en 2002 tras intervenir como colaborador en diferentes programas televisivos de distintas cadenas, como DEC o Salsa Rosa, en Antena 3.
Ese fue su verdadero trampolín profesional, el que le abrió las puertas de otros programas como TNT, Tal cual lo contamos o Qué tiempo tan feliz. Cabe subrayar que en Tal cual lo contamos, junto a Mónica Martínez, copresentó su primer programa en sus dos versiones estacionales, invierno y verano. No solo ha demostrado su valía en las cadenas privadas a nivel nacional, sino que también dejó su impronta en Televisión Española con espacios como El día por delante.
Además de la pequeña pantalla, ha trabajado en la radio durante largas temporadas como colaborador de La Mañana de Luis Herrero. Por si esto fuera poco, cuenta también en su haber con tres magnos libros en el mercado. El primero llevó por título La Revolución Rebelde de la editorial Ramdon House (2007), un auténtico análisis de los chicos de RBD; el segundo Veinteañeros. Generación con química (2010) en el que plasmó los sentimientos, la forma de pensar y de actuar de los protagonistas de la serie Física o Química; y en el tercero, Toledo Secreto, quiso acercar al lector a la ciudad desde un punto de vista distinto. Así, ha tocado todos los platillos de la orquesta de su vida literaria.
Y es que, Juan Luis nunca se ha avergonzado de lo pequeño o de menor repercusión; lo ha ejercido todo con la misma dignidad y profesionalidad. Si por algo se ha partido el pecho el comunicador es por defender lo mal llamado telebasura: "Sinceramente, no entiendo esa actitud que existe en determinados sectores críticos hacia la prensa rosa. Considero que es una información digna si realmente se hace con dignidad y, sobre todo, creo que es una información necesaria porque el público la demanda. Por eso, la información rosa se centra sobre todo en entretener, divertir y ofrecer información de cómo viven otras personas. Ahora sí, también puede tener maldad si no se trabaja desde la ética y la profesionalidad". Y él ha luchado muy mucho durante toda su trayectoria para esquivar la maledicencia.
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